Morgue

Con doce años me operé de mi pierna derecha, la hemiparesia que  tengo desde que nací  me hizo hacer visitas anuales al hospital (los mas asiduos a leer mis entradas  lo saben bien), y en un momento dado decidieron operarme ya que podría mejorar... la operación se hizo en vísperas navideñas, estuve mes y medio  mas o menos con un yeso en la pierna completa y después tuve que ir al hospital durante varios meses a rehabilitación.

Iba de lunes a Viernes por las tardes para no perder cole, tres días piscina y dos gimnasia variada, había un ejercicio que  odiaba... subir y bajar  escaleras y cuando mi fisioterapeuta, (una chica que si soy honesta no recuerdo como era)  descubrió que no me gustaba parece que se empeñó aún mas en realizar ese ejercicio,   un día a la semana me tenia subiendo y bajando las escaleras del hospital durante dos horas sin parar, como los pacientes y visitantes me interrumpían en el ejercicio un día me dijo:

- Para que no haya interrupciones practicaremos en estas que no hay nadie.

Abrió una puerta donde había como no escaleras, interpreto que eran unas escaleras para los trabajadores, médicos y enfermeras...

Eran escaleras sombrías, solitarias y lo que mas me molestaba... silenciosas, se escuchaba mis pasos con un eco seco y rotundo; a ratos lentos, pom ... pom .... pom,  a ratos mas armónico... pim pom pim pom....

Bajaba hasta yo que sé donde y después a subir ...

Un día esta chica falto al trabajo y otra chica ocupo su lugar.

- No creas que te vas has a escaquear de las escaleras, mi compi me ha dicho lo que hay que hacer  y las escaleras que son.

Todas las ilusiones a un cambio de ejercicios  desaparecieron de golpe.

Empezamos a bajar escaleras, esta chica  era distinta a la habitual, esta era habladora y no sé si era mas simpática o pretendía serlo, el caso es que bajamos, bajamos y seguimos bajando...

Baje mas escaleras que de costumbre y después de bajarlas todas me dijo: "por aquí, cogeremos otras escaleras que dan a la calle"

Andamos por ese pasillo, blanco, lleno de puertas cerradas y ese silencio tan molesto.

La chica me hablaba y me preguntaba cosas para tapar con nuestras voces el sonido del silencio.

Sentí toser, había alguien cerca, una gran puerta de hojas móviles se abrió y un hombre empujando una camilla con una persona tapada totalmente  nos cortó el paso.

El tiempo se paró.

Un fuerte olor a inundó el pasillo y entro en mis fosas nasales.

Las hojas móviles de la puerta dejaron ver una inmensa salla blanca con pequeñas piscinas con personas dormidas dentro.

De pronto descubrí que no podían estar dormidas porque estaban totalmente sumergidas... Estaban.... si... eran muertos!!!

Cadáveres donados para la ciencia,  muertos, ooohhhh muertos.... Había visto muertos.....

La joven se apresuro para que no pudiera ver mas de lo que debería pero yo ya lo había visto todo, al menos  mucho mas de lo que podía haber imaginado ver esa tarde de Enero.

El echo es que no comenté nada, ni en ese momento ni en ningún otro, tardé quizás años en contarlo y aunque lo enfoco como una anécdota,  la verdad,  es que nunca mas he visto ningún otro, por muchos entierros y velatorios que he ido (desgraciadamente) nunca mas he querido ver el cadaver de nadie.

Puede ser que me impactó demasiado... no sé.  La imagen de esa morgue en el sótano de un hospital Universitario permanece en mi mente como un cliché imborrable.