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♥ Entra y siéntete en casa ...

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jueves, 29 de enero de 2015

Mentes coincidentes

No eran ya adolescentes. Se había conocido en el supermercado, entre los congelados y los lácteos. 
Ambos tenían su  propia vida, varios ex-,  familia que los acogía amorosamente y amigos  a los que veían con cierta regularidad, ninguno tuvo hijos y eso los mantenía con la libertad de jóvenes eternos.
Con él vivía un sobrino que estudiaba en la Universidad. No permitió que pagase el alquiler de ninguna vivienda teniendo una casa tan grande donde podría quedarse el muchacho con toda la libertad que necesitase. Sabía bien lo que eran esos años y no se metería en nada,  a no ser que atentara a la salud y bienestar de su sobrino. Resultó ser un chico más ordenado y responsable que él mismo.





- ¿ Quieres entrar en casa? Preguntó ella  apretando los labios, con una mueca de puchero.

- Ahora!? Respondió desconcertado. No se esperaba aquella invitación justo hoy.

aja   balbuceó asintiendo con la cabeza.

- Seguro??? 

- En las otras citas dudaba... pero lo he superado. Estoy segura.   Se mordió con cierta inseguridad el labio superior.

- Vale, le pondré un mensaje a mi sobrino.  Buscó el móvil en un par de bolsillos, la luz del teléfono iluminó la oscuridad del vehículo que sólo se alumbraba por las farolas de la calle en la que estaban aparcados.

- ¿Le has hablado de nosotros? Preguntó ella mientras él accedía a la aplicación de mensajes instantáneos.

- Claaaaaaro.  Sonrió contagiándole a ella otra sonrisa.

- Hola. Estoy apunto de acostarme  con Julia por primera vez. (punto) Estoy nervioso. (punto) Deséame suerte...  (puntos suspensivos) emoticono guiñando un ojo y...   Sonrió contagiado por la risa de Julia al escuchar el supuesto mensaje que le mandaba a su sobrino y que él redactaba en voz alta mientras escribía con ambos pulgares.



Un par de segundos después el muchacho recibía el mensaje mientras estaba en la cocina buscando algo que preparar para la cena.  Leyó el mensaje mientras abría una bolsa de verduras congeladas.

" No me esperes esta noche, me ha surgido algo. No te olvide de meter a Marcelo dentro de casa y darle de cenar sino tiene nada en el comedero. Habla un rato con él para que no se sienta solo"


El muchacho se dirigió de inmediato a la jaula de Marcelo y vio que tenía bastante comida.  El loro le habló y el chaval le siguió la  conversación incitándolo para que  dijera una de esas palabras feas que tanta gracia le hacía escucharla de  un animal alado.










lunes, 26 de enero de 2015

El chico de la gasolinera ~3~




Aquel día tenía turno de noche. Estaba en casa descansando cuando su teléfono comenzó a sonar incesantemente. En el primer  momento pensó que era el despertador y cuando después de unos segundos aún aturdido fue consciente de que era su teléfono lo cogió de inmediato sin salir de la cama. Era Ana.

-  ¿Qué te pasa amor? Sabía que si ella lo llamaba era porque habría algún contratiempo, ella era muy resuelta y apenas lo había llamado en un par de  ocasiones.


La voz de Ana era entrecortada,  no entendía nada. Se incorporó pensando que era problema de cobertura.  Se dirigió a la ventana, el día estaba nublado. En calzoncillos recorrió nervioso varios puntos del dormitorio.

-  ¡¡¡ Qué te ocurre Ana!!!

- Me Ha eNconTraDo RicaRDO.  Ha entRadO y Al verME... No he ReaCcionado, no Me hA dadO tiempO RiCardo. Por FavoR Ven rápido. Antes de que LLEGue la PolicíA y la AmbulancIA...


Al llegar a la gasolinera ya advirtió cierto revuelo, gente agitada que iba y venía, entraban en sus coches y se marchaban acelerando y sin casi hacer el STOP para incorporarse a la carretera.
Ricardo entró en la tienda, donde varias estanterías estaban venidas abajo y todos los productos esparcidos por el suelo.

- Tranquilo Ricardo. Mejor espera a que llegue la ambulancia.   Antonio con las manos ensangrentadas y el mono del trabajo impregnado en rojo lo intentó frenar a medio camino para que su jefe no viera aquella imagen dantesca.

Ricardo lo miró con tristeza, con los ojos desencajados, impotente ante la situación. Lo agarró del brazo y lo apartó a un lado sin decir nada,  con rabia contenida.  Dio unos pasos más hasta llegar al final de la barra del despacho.  Ana yacía aún en el suelo, sobre un gran charco de sangre,  una de las cejas, la nariz y el labio rotos, una de sus mejillas también parecía estar abierta, una toalla empapada en sangre daba la vuelta al cuello.
Ana lo miró. No dijo nada.

Ricardo separó un momento la toalla y vio una brecha en la parte inferior del cuello, casi en la clavícula.    El pánico se apoderó de él, no podía perderla, no  podía esperar más tiempo.  La cogió en brazos para meterla en su coche y llevarla él mismo al hospital.

- Tranquila cariño, estoy aquí contigo,  no tengas miedo... todo va a salir bien, todo va a salir bien... le susurraba a Ana,  se susurraba a él mismo.

Cuando salía a la calle la ambulancia aparcó, Ricardo presuroso con ella ya con la consciencia perdida la subió en la camilla y se montó con ella dirección al hospital...  Pudo escuchar que Antonio le deseaba suerte y que no se preocupara por el trabajo, él se encargaría de todo...


Necesitó transfusiones de sangre, Ricardo fue el donante, aunque necesitó un poco más del banco de sangre del hospital.  Tuvo que ser intervenida porque tenía un par de dedos de la mano rotos, una fractura difícil... se defendió con fuerza...


Un par de días después Ana yacía cesada en una cama de la tercera planta del hospital. Ricardo no se había separado  ni un segundo de su lado, tan sólo se había ausentado para declarar lo ocurrido en la comisaría.  El agresor estaba ya detenido...  ¿pero por cuanto tiempo? eso era lo que le perturbaba...

Ana abrió los ojos despacio, con gemidos que parecían llantos mudos...

- Estoy aquí... Se levantó del sillón y se puso en su campo visual.

- Tengo sed...

Preguntó  si podía beber a las enfermeras...

- No puedes beber ahora cariño, te van a quitar el gotero del brazo y en unas horas podrás beber.

Pudo ver como un par de lágrimas salían de los ojos de Ana. Ricardo impotente ante la situación, intentando mantener la calma cogió la mano que Ana le estaba ofreciendo "estoy muy mal verdad" apenas pudo vocalizar correctamente.   "No te preocupes por eso ahora, no tienes nada que no se cure con un poco de tiempo"  "¿ Y si vuelve..?"  No supo que decirle. Acarició la frente de la muchacha mientras buscaba una respuesta que no tenía.

- Por favor puede salir un momento...

Las enfermeras llegaron cargadas con un carrito lleno de instrumental médico.

- Estaré fuera, voy a hacer una llamada y ahora vuelvo.

- Sólo tardaremos un momento... Aclaró la enfermera mas joven.



Pocas veces se había sentido tan derrotado. Sabía lo que era el dolor de una buena paliza, su padre le regaló esa experiencia. Sabía lo que era el miedo de que volviera a ocurrir,  en cualquier momento, cuando menos lo esperabas.  Mañana, pasado, dentro de un mes, al cruzar la esquina, en la boda de un vecino... Ahora...  Sabía la clase de tortura que era.
Cuando llegó a las escaleras de emergencias, en el exterior del edificio encendió un cigarro. No fumaba desde la adolescencia, desde que comenzó a trabajar, lo dejó para no tener ningún tipo de accidente.  La imagen de Ana en esa cama de hospital, en el estado en que se la encontró...  se torturaba con ello.  Le daba caladas al cigarro pensando en hacer esa llamada de teléfono.  Metió su mano en el bolsillo interior de la chamarreta. Marcó un número de teléfono que no estaba en la lista de contactos.

"Quiero abrir una puerta"   Dio otra calada expulsando el humo con fuerza.


...


Un par de semanas después Ana y Ricardo volvieron a casa. Aún llevaba la mano enyesada,  las marcar de la paliza estaban amoratadas y algunos puntos estaban por quitar.
Ricardo trabajaba menos horas que de costumbre. Le estaba infinitamente agradecido a Antonio por  implicarse tanto en la gasolinera, sin quejarse de todas las horas de trabajo. Sabía que se sentía culpable de no haber podido acudir a tiempo para que no hubiera llegado a tanto, se lo confesó con lágrimas en los ojos al día siguiente de la agresión.

Desde que volvió del hospital Ana estaba silenciosa. Ricardo llamativamente tranquilo.  Iba y venía del trabajo. Cuidaba con amor y mimos a su querida Ana. Apenas la dejaba mover un dedo.

- Cómo te encuentras hoy.  Preguntó al verla moverse con expresión de dolor.

- Mejor... si olvido que me duele todo al andar, hablar o respirar...

Ricardo se acercó para mirarle los puntos de la mejilla. "mañana iremos a quitarnos estos"  Intentó sonreirle. Ella le cogió las manos y se las besó agradecida. Ricardo se sentó a su lado, la miraba en silencio. "Ni te imaginas lo solo que he estado sin ti" .  Dijo como el que revela un gran secreto.  Ana le dio un beso en la comisura de los labios y hundió su nariz en el tórax de Ricardo, quería sentirle cerca, quería volver a recordar su olor, quería volver a sentirse bajo su protección.

...

Algunas tardes después, una patrulla policial aparcó frente a su casa.  Ana estaba mucho mejor, apenas quedaban moratones, todos los puntos estaban quitados, tan sólo la mano enyesada era lo que quedaba por curarse.
Tuvo miedo al ver a la pareja de agentes.  Una mujer y un hombre, se acercaban a casa y llamaron al timbre. Se lo comunicó a Ricardo y éste fue el que abrió la puerta con Ana discretamente oculta tras el sofá del salón como una niña temerosa.

- Ana Alcadia

- Si... es mi compañera, entren por favor.

- Venimos para comunicarle  que la demanda impuesta a  J.Antoio R.  ha quedado anulada...
El rostro de Ricardo fue de enfado y Ana comenzó a llorar, sabiendo que en horas estaría en la calle y el día que menos esperase...

- Esta mañana nos ha llegado el informe del fallecimiento de J. Antonio R. , ha tenido un accidente alimenticio...

- ¿ Accidente alimenticio?

- Por lo que podemos saber era alérgico a algún alimento, estaba en el menú de prisión y le ha producido una parada respiratoria.

Ana dejó de llorar, tapaba su boca con una de sus manos temblorosa, sin salir de su asombro.

- Muchas gracias agentes. -recogió los documentos- Comprenderán que no esperábamos esto, nos hemos quedado sin saber muy bien como actuar...

- Lo comprendemos.  Si no necesitan nada más no molestamos más.


...

Aquella noticia produjo una extraña sensación de alivio en la maltrecha Ana.

Ya en la cena mientras comía el puré de calabazas declaró a Ricardo que "No hubiera querido nada malo para él, y que se sentía mal por sentir aquella sensación de descanso y alivio. No podía imaginar lo que se sería vivir sin ese miedo, sin tener que mirar atrás  todo el tiempo"

"Tu bondad me desconcierta Ana. Estuvo a punto de quitarte la vida y aún puedes sentir compasión por él... Eres hermosa... "

No hablaron demasiado más de aquél episodio. Aquella noche marcharon a la cama tarde, Ana se acurrucó en Ricardo y éste la abrazó con ternura, le dio un beso en la frente, en la mejilla y en los labios.

"ya no habrá más problemas cariño, ahora todo irá bien. El monstruo de tus pesadillas se fue"

Ana lo besó, con la pasión y las ganas de hacía mucho tiempo. No tardó en quedarse dormida.

Richi velaba sus sueños.

"La puerta volvía a estar cerrada"  y esperaba de todo corazón no tener que abrirla más.




viernes, 23 de enero de 2015

666 enTradas




El diablo dormido
César Francisco Corso Espinosa



... Y por fin todos estaban  a su lado
Se acabaron las negociaciones y susurros.
...Después de echarle un vistazo a toda su obra  y verla completada,
mató algunas moscas con el rabo.
...Y Por fin  decidió descansar  un rato.






martes, 20 de enero de 2015

El chico de la gasolinera ~2~



-Mira chico, yo ya soy mayor y si te haces cargo del negocio, la gasolinera es tuya.


Recordó aquella frase del viejo Lorenzo. Aquella oferta era demasiado buena para rechazarla, así que sin dar tiempo a pensárselo aceptó  como el que acepta el boleto premiado de la lotería.
Se convirtió en el  dueño de la gasolinera, a pesar de que Lorenzo no le había   pedido nada, ya que el viejo sólo quería que la gasolinera no desapareciera con él, Ricardo le daba una pequeña aportación económica a Lorenzo para que su jubilación estuviera más desahogada, a parte de eso todos los beneficios llegaban a su cuenta corriente. Siempre pensó que era demasiado para alguien que no podía tener vacaciones y apenas tiempo para el descanso.  Los chicos que contrataba no duraban demasiado, tan pronto el olor a gasolina se incrustaba en ellos sacaban a la luz una buena escusa para dejar de trabajar.
El cartel de "Se necesita persona para trabajar" era ya parte del decorado del lugar, como los árboles que daban sombra a los márgenes de la carretera, como Mijita, como Araceli o Richi con sus manchas de grasa el la cara y las manos.  Un buen día tropezaron con aquel lugar alejado de casi todo, en mitad de una carretera secundaria, como un extraño imán, una fuerza que no alcanzaban a comprender o simplemente el no tener a otro sitio donde ir todos quedaron allí, creando una peculiar familia.


Fundido en negro
...

Una tarde de finales de Enero una mujer  en un coche con ese brillo que sólo tienen lo coches nuevos llegó a la gasolinera, aparcó en uno de laterales y entró en la oficina.  Ricardo la vio llegar, aparcar y entrar.  Pensó que querría algún mapa de carretera...  Atendió al último coche,  cogió un trapo y se limpió las manos y la cara de la grasa que les dejaba algunos tapones del depósito de gasolina de los coches.

"Buenas, perdona  que no pudiera atenderte antes.  ¿Qué deseas?"

" Venía a darte las gracias"

Ricardo sonrió e hizo una mueca apretando los labios.

"Me tendrás que decir lo que hice..."  Se apoyó en un depósito de agua.

" ¿No me recuerdas? "

Arqueó las cejas... "créeme que si te hubiera visto alguna vez no te hubiera olvidado"

Tenía una melena color castaño que sobrepasaba los hombros y algunos reflejos, el maquillaje sutil y los labios con un tono de brillo. El abrigo polar dejaba a la imaginación su silueta pero las piernas eran delgadas, el pantalón vaquero era como una segunda piel. Le gustaban las botas que llevaba, negras con tachuelas en el tacón.

"Soy Ana, me ayudaste una noche hace ya algunos meses"

"madre mía.... no te había reconocido perdóname" Juntó las manos en forma de rezo.

"No importa, paso por aquí y siempre pienso en parar para saludarte y agradecerte pero me daba... no sé ..."
"Vaya, me has dejado noqueado, estás, estás guapísima"

"Gracias" La mujer se ruborizó.

"y bueno... como estás, ¿fue todo bien?"

"Estoy en una casa de acogida. Trabajaba en un supermercado. Ahora vengo de una entrevista de trabajo, en la conservera"

" No has tenido problemas con... "

"No... tengo una orden de alejamiento. No lo he  visto más, supongo que andará con una de sus amantes, no habrá querido buscarme, no quiero engañarme, sé que es cuestión de tiempo" el rostro le cambio a un gesto mas serio.

"No te preocupes Ana que no pasará nada. Y no estás sola" Expresó con energía y con la sensación de no tener la convicción de que sus palabras fueran ciertas.

"Lo sé... " Hizo el esfuerzo de sonreír   "No quiero entretenerte más, nunca olvidaré tu ayuda"  Se digirió al exterior para marcharse.

Ricardo la siguió mientras se frotaba con fuerza las manos en un grasiento trapo.
Tenía unos andares bonitos, movía las caderas como una modelo en la pasarela, obviamente aquella noche no estaba en su mejor momento.

" ¡¡¡ Necesitas chico para trabajar!!! "   Exclamó Ana señalando el amarillento cartel y acercándose a él.
"Bueno. Chico o chica...¿ te interesa? "

"Si... claro "

En ese momento el pitido de un coche que esperaba para ser atendido les interrumpió. Ricardo le atendió más animado de lo normal.  Ana esperaba junto al letrero.   Ricardo la observaba mientras vertía la gasolina.  Pensaba...  Llegó otro coche.... la observaba... pensaba...

" Ana, hace tiempo que vengo dándole vueltas, me vendrías de perlas para que te hicieras cargo de la tienda, bueno si se le puede llamar a eso tienda, yo no me puedo hacer cargo y como ves todo son máquinas expendedoras, si te interesa podrías mejorarla, tú te encargarías de todo la remodelación ..."

Ana aceptó de inmediato.


Fundido  en negro
...


La gasolinera había tomado una nueva imagen, más actual, más luminosa. Sin duda el toque femenino había dado luz y vida al lugar. Casi todos los que paraban se llevaban el pan y los pasteles del desayuno, el periódico y otras cosas que se les antojaban...

Ana estaba encantada, a las seis de la tarde dejaba de trabajar. Siempre se quedaba un rato en la sala de descanso. Antonio - hermano de una de las compañeras de la casa de acogida - había empezado a trabajar en la gasolinera, eso hizo que Ricardo tuviera más tiempo libre. Ahora sólo trabajaba una semana de noche al mes.

- Quieres un café.

- Si. Gracias...¿ todo bien? 

- Si. Cerré un poco tarde hoy, todos se han puesto de acuerdo para llegar a última hora... ¿  Todavía por aquí ?

- Si... Antonio me ha llamado porque tiene al hijo pequeño enfermo y llegaría un rato más tarde.


Ana acarició a mijita que estaba en su cesta con las orejas tiesas esperando que su dueño le diera la señal para volver a casa. Ricardo se tumbó en el sofá en silencio. Ana miraba atenta al exterior, sin demasiadas ganas de marcharse a casa sola.  Sintió el vuelco que le dio el corazón cuando vio llegar el coche azul de Antonio. No tardó en saludar para que Ricardo pudiera estar tranquilo y marchar a descansar.
Ana se puso su chaqueta polar y Ricardo chasqueó los dedos a mijita, el perro salió corriendo al coche, allí lo esperaba para que le abriese la puerta del maletero.  Al salir Ricarco cogió la mano de Ana.  Ella apretó la mano y seguidamente se agarró a su brazo, tenía mucho frío.
Al llegar a casa Araceli le había dejado dos mensajes en el contestador para invitarlos a cenar al día siguiente. Ricardo había ido directamente a la ducha, Ana calentaba la cena que había preparado antes del turno de tarde.
Cenaron comentando la preocupación de la gripe del hijo de Antonio. Ana recogió la mesa y Ricardo la ayudó. Ella estaba fregando cuando él la abrazó por detrás y sintió su beso en el cuello, inclinó la cabeza rendida, como las débiles muchachas que caían víctimas del vampiro en aquellas viejas películas.
"Que pasaría si te digo que te quiero"  Expresó  en susurro al oído de Ana.

"Que te diría que es muy mala idea... y que yo también te quiero" Respondió ella con voz entrecortada. Con cierto miedo. Con pudor. Con esa olvidada sensación de dejarse caer a un precipicio de emociones.

Ricardo volvió a darle un beso en el cuello  y ella se sintió rendida. Él volteó el rostro de Ana buscando su boca y la besó con la suavidad y ternura que merecía su primer beso. Él separó sus labios un momento para sonreirle. Ella recorrió con sus manos sensuales la firmeza del cuerpo de Ricardo y dejó que él la besara dulcemente.

A las cinco de la mañana el despertador sonó. Ricardo se levantó primero, raudo y dinámico como cada día. Ella se quedó unos momentos en la cama, con esa sensación de vértigo... de miedo a volverse a equivocar, a volver a recorrer un laberinto malévolo... a  no darse cuenta y no poder salir...
Se levantó y se vistió  con todas las pesadillas revoloteando sobre ella.

Ricardo la conocía bien después de dos años trabajando con ella cada día y después de ocho meses conviviendo juntos al tener que dejar la casa de acogida por cuestiones burocráticas.

- Ey que te pasa... 

- Nada.

La rodeó entre sus brazos y le dijo que no tenía que  temer nada. Todo iría bien.  Ella hundió su rostro en el tórax de Ricardo. Por un momento todo lo que le perturbaba,  todos los malos pensamientos, miedos y viejos fantasmas que retomaron fuerzas desaparecieron. Estar en sus brazos tenía ese extraordinario poder  de que todo los miedos desaparecían.    En sus brazos era el único lugar donde se sentía a salvo.                                                        




-continuará-



sábado, 17 de enero de 2015

El chico de la gasolinera


Ricardo -el chico de la gasolinera- nunca fue demasiado listo. Ya en el colegio fue objetivo de burla por sus continuos despistes. Él nunca se lo tomó a la tremenda, tenía un gran sentido del humor y solía reírse  al ver como se había puesto calcetines distintos o la camiseta del revés. 
A los 16 años comenzó a trabajar en la gasolinera para no estar de brazos cruzados mientras sus compañeros de colegio seguían estudiando en la Universidad.   Todos lo tenían como el fracasado del pueblo, "el pobre chico que no estudió y que seguía a sus treinta y tantos en su primer empleo".
Las chicas tampoco lo tomaban demasiado en serio, a excepción de Araceli, pero ella no contaba, a ella no le iban los chicos.  Eran amigos desde hacía ya diez años, desde aquella noche de invierno que Ricardo la atendió tras la discusión con su novia en pleno área de servicio, la novia llena de ira y rabia la dejó allí, la abandonó a su suerte a las 12 y media de la madrugada. Aquella novia nunca volvió, en cambio Araceli nunca marchó, se quedó en el pueblo trabajando en una librería y ambos construyeron una amistad que perduró en el tiempo y venció a las habladurías de las cotillas del lugar.

Con los años Ricardo había apañado uno de los cuartos trasteros para utilizarlo de cuarto de descanso, sobretodo para el turno de noche cuando apenas paraban vehículos... algún viajero de paso o camioneros que se desviaban para parar en el club de las chicas a medio kilómetro de la gasolinera.
En aquel cuarto  sin demasiados muebles; - un buen sofá para tumbarse, una mesita para el televisor que siempre estaba apagado, una silla, una mesita plegable y una pequeña estantería con libros que iban y venían,  de OVNIS, misterios del universo, novelas de intriga y misterio y algún que otro cómic-, pasaba las horas Richi -así era como lo llamaban todos de una forma jocosa-.
Araceli también había pasado allí alguna tarde.  El primer día que ella entró en el cuarto Richi pasó cierto apuro al ver que no había quitado el almanaque con una chica ligera de ropa, no quería que se sintiera ofendida pero no tardó en descubrir que compartían los mismos gustos.


Fundido en negro
...

Araceli estaba aquella tarde de Miércoles en la gasolinera, miraba por la ventana desde el cuarto de descanso a  su amigo despachar la gasolina y charlar con los conductores, poco a poco se le acumularon tres o cuatro vehículos. Le llamó la atención una familia, con niños, abuelo y perro, el padre de familia sacó al perro y le dio un paseo por la zona mientras todos los demás miembros de la familia permanecían dentro del coche. Lo llevó junto a la máquina de aire comprimido y lo dejó allí con la correa reliada a un hierro anclado al suelo. Araceli le siguió con la  mirada atentamente... fue atendido  por Richi ... Araceli salió afuera donde el olor de gasolina era fuerte, no le gustaba demasiado.  Vio entonces como el coche arrancó, lo perdió de vista en pocos segundos. Su amigo atendió a una moto y un último coche antes de volverse hacia Araceli y sorprenderse al verla allí mirándolo.
"¿ Qué haces aquí, te marchas ya?" Se pasó la mano por la frente dejando un rastro de grasa.
"¿ No te has dado cuenta a que no?"
"¿ De qué?"
La mujer hizo un gesto hacia el perro. Un chucho canijo, sin  pedigree, ya con ciertos años, cansado y desconcertado miraba a la nada con las orejas tiesas.
"Quien ha sido. la familia, a que si?"

Ella simplemente afirmo con la cabeza mientras se dirigía al perro que ya le movía el rabo.
"¿Te lo vas a quedar?"
"Yo no puedo tenerlo en el piso, pero podemos quedárnoslo, aquí andará libre y en tu casa también estará bien, tú no tienes ningún casero que te ponga normas"



Fundido en negro
...

Despertó aturdido,  se tranquilizó al mirar el reloj y ver que tan sólo habían pasado unos minutos. Mijita -el perro- dormía en su cesta. Richi se levantó y miró por la ventana para ver el exterior y comprobar que todo estaba en orden. Llovía con cierta fuerza.  Se preparó una taza de café. Bebía a sorbos amplios y descansaba para leer el letrero de la taza "  Para mi mejor amigo"  Araceli se la regaló hacía algunos meses, no era ni su cumpleaños ni navidad, un día llegó con la taza y la dejó junto a la cafetera mientras decía que cuando la vio se acordó de él.
Mijita se despertó y emitió un pequeño gruñido, Richi lo miró esperando alguna otra cosa. Gruñó de nuevo... en ese momento un coche paró justo en la puerta de entrada a las oficinas y donde él se encontraba, alejado de los expendedores de gasolina, eso lo puso sobre aviso, no era normal. Observó un momento para ver quien había en el coche, sólo le habían atracado una vez pero aún a pesar de los ocho años transcurridos no lo había olvidado...  Del coche bajó una mujer, con el pelo empapado de la lluvia, con el labio roto y la nariz con restos de haber brotado de ella sangre...

"por favor, necesito llamar por teléfono a la policía, por favor necesito ayuda, un teléfono"


Richi le abrió la puerta y la dejó entrar y le indicó donde estaba el teléfono.  A pesar de no querer ser entrometido, el silencio de la noche hizo que se enterase de que su marido le había dado otra paliza, había querido encerrarla otra vez en el sótano pero había podido escapar en el coche. No quería volver a casa, necesitaba ayuda...  "pero mañana no sé donde estaré, necesito ayuda hoy"  - escuchó decir llorando sin consuelo.
La mujer colgó y agradeció la ayuda. Se dirigía a su coche cuando Richi le dijo que se había enterado de lo ocurrido y que podía quedarse allí, lavarse la cara y él podía curarle el labio ya que tenía material de primeros auxilios. Ella atemorizada dijo que su marido podía ver el coche y saber que estaba allí... Richi la convenció y llevó el coche a un hangar que había en la parte de atrás, allí nadie vería el coche y al día siguiente cuando llegara la policía ya pensaría lo que hacer...  La mujer ascendió.
Cuando llegó de poner el coche a buen recaudo  Ana - que así se llamaba la mujer- estaba lavándose el dolorido rostro.  Mientras,  Richi sacó las gasas, los puntos de aproximación, el betadine...

- Siéntate y tranquilízate. Le esbozó una sonrisa a la pobre mujer que aún temblaba, no sabía si de frío o de miedo.

Richi le curó las heridas y la acompañó toda la noche, desayunaron juntos y vieron un nuevo amanecer en aquella gasolinera. Araceli pasó por allí como cada mañana, tenía la necesidad de saber que el turno de noche había sido tranquilo y sin incidencias, saber que su amigo seguía allí como cada día.
Araceli se sorprendió al ver a la mujer casi adormecida en el sofá, hubiera pensado que era un ligue de Richi sino hubiera sido por el lamentable estado de aquella mujer.
Ana pensó que era una asistente social y se incorporó a duras penas y agradeció que la ayudasen.
Richi no tardó en entrar para aclarar la situación.
Un par de horas después llegó la ayuda , el joven muchacho a pesar de todo no sintió alivio, todo lo contrario, al despedirse le dijo que si lo necesitaba podía volver...





jueves, 15 de enero de 2015

Puertas





Enterrado en las arenas del tiempo, serpientes que suben a la superficie desde las más oscuras cavernas,  una sombra dibuja una boca llena de dientes, sólo visibles para algunos.  La caja de pandora amenaza con abrirse en el mundo de los hombres...
Y una voz que susurra desde oriente:


"Es imposible derrotar a quienes aman la muerte
tanto como ustedes adoran la vida"


El hombre no había visto esta clase de atrocidad desde hacía generaciones, sin darnos cuenta esa caja se desquebrajó, dejando escapar el viento de los demonios.

El Mal se ha hecho presente...


lunes, 12 de enero de 2015

Dilemas -Juego-

En una serie de televisión escuché este dilema...


Un hombre tiene una hija con la que todos quieren casarse. El padre quiere que se case con un noble ya  su familia también pertenece a la nobleza.   La  joven hija, sin embargo, está enamorada de otro hombre.
El padre está en desacuerdo con que su hija contraiga matrimonio con alguien sin títulos ni apellidos.
Le da la posibilidad de elegir una de estas tres soluciones:

1.- Casarse con el noble

2.- Hacerse monja

3.- El suicidio


¿Qué debe elegir?

Dejando a parte la opción que da el diálogo de la serie, que en realidad podía ser cualquiera de las tres. Os transmito la opción que yo elegiría, y teniendo en cuenta que se trata de un simple juego, algo en que perder el tiempo y crear diálogo...
Yo elegiría la segunda, no me casaría con alguien a la que no quisiera, y la tercera ni pensarlo, esa la descarto del tirón... así que me hago monja y quien sabe si  los muros del convento se convierten en el mejor de los aliados...

¿Y tu que elegirías?





jueves, 8 de enero de 2015

Torbellinos




Suenan los cascabeles del Gran espíritu.
Los murmullos de los sabios que nos precedieron.
Los susurros de los nuevos caminos, el sonido de lo que ha de venir... y presientes cercano.
El viento sopla, y ésta vez a tu favor.
Te arremolinas, te agitas, sientes el instinto salvaje que incontrolado te cuesta aplacar.
No queda casi nadie a tu lado, nada mas que retazos de un futuro inventado.
Te agitas, te arremolinas, sientes el viento de nuevos tiempos, la fascinación de un horizonte no muy lejano.
Sabes que todo irá bien,  corre, galopa, vuela.... salvaje, libre, con las marcas de viejas pinturas obsoletas   y otras nuevas que te protegen de todo mal.
El viento sopla a tu favor.
Gracias por las cicatrices de viejas batallas y por matar la inocencia,
por el tiempo perdido y por abandonarle en mitad de la pradera...
porque si se ha pasado mucho, es porque sólo queda futuro,
porque mis vientos serán los suyos y confrontaran en enroscados remolinos.
Se escuchan se sienten...
los susurros de los nuevos caminos,
los murmullos de los sabios que nos precedieron.
Suenan los cascabeles del Gran espíritu.






viernes, 2 de enero de 2015

De golpes y renaceres

... Y aquella noche después de haber sido golpeada con la cruda realidad, se le escaparon todas las mariposas que fue guardando toda su vida.

... Y aquella mañana sintió el vacío de la apatía y la desesperanza del que ya no espera nada.

... Y aquella mujer hueca y desolada por los terribles acontecimientos que le abordaron, sintiéndose destronada, con la abolición de toda melancolía en un mundo ahora gris, consiguió levantarse y dibujar bocetos nuevos, nuevos sueños, nuevas mariposas.

... Y aquella misma mañana después de renacer, comenzó cimientos nuevos para un mundo del que hoy no sabía nada, hoy dio simplemente el primer paso de su nuevo camino donde encontraría mas ilusión, mas sueños, mas vida, mas mariposas, mas de todo.
Sólo era cuestión de caminar y de tener pasión por vivir.