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♥ Entra y siéntete en casa ...

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viernes, 30 de junio de 2017

Hambre




Para hacer feliz a una mujer no hace falta mucho…
Es decir,  no se necesita mucho esfuerzo, pero se necesita mucha pasión.
No hace falta mucho dinero, pero necesitan de la creatividad.
Llévala a pasear, llévala a los callejones de la ciudad.
Llévala a mirar las cosas pequeñas, a ver cómo las viejitas riegan los balcones.
Que las caminatas ayudan también a enamorarse, porque cuando se camina los pensamientos estúpidos fluyen y sólo queda el presente, la belleza del día, ustedes dos.
Luego, llévala a tomar un aperitivo.
Esa será la prueba del nueve.
Tomen  un buen aperitivo juntos, descansen de la caminata, beban,  coman y hazla reír demonios… 
Y si después el aperitivo te dice:
“ yo todavía tengo hambre, ¿vamos a cenar?”
Entonces significa que esa mujer está realmente bien contigo. Es feliz. Por qué una mujer, cuando está bien, siempre tiene hambre...




miércoles, 28 de junio de 2017

Indeleble




Guárdame entre tus manos,  cuida la esencia de lo nuestro.
Compártelo con quien quieras, grítalo al viento o guárdalo como uno de esos secretos.
Guarda las letras que brotan imperfectas y desbordadas de sentimientos.
Cuida de estas letras tímidas y discretas que nacen desbocadas sin intención ni perspectivas.

En ellas están los instantes atesorados en mi plano mental.
Los momentos compartidos a poquitos;
remolinos de risas y perturbadores recuerdos,  
heridas abiertas por donde se escapan los viejos sueños,
y ensoñaciones compartidas de un futuro amable. 


Incluso en nuestra distancia estás en mi,
con un goteo de tu sabia,
flotas sobre el remolino libre de mis pensamientos.
Insistes en ser ese hombre  que no veo.
sólo he de asomarme a la ventana para poder ver tu alma
Corazón adentro
En un viaje por mis venas
persistes en mí
Indeleble

Seré tu presente perpetuo, 
Estaré a tu lado siempre en tus sueños,  hasta que el camino me deje...
Si algún día nos alejamos no habrá despedidas ni palabras cordiales, 
Lo haré en silencio, me desvaneceré como la niebla al medio día.
Aún así estaré siempre en ti. 
Indeleble

Estaré siempre contigo,
y veo como el tiempo dibujó una curva en modo de arcoíris,
por donde se desbordan las letras y ese amago en forma de poesía,
de pensamiento sin domesticar.
Sintiendo el vértigo de la palabra escrita. 
Esa que sobrevive a todos los tiempos y a todas nuestras vidas vividas en una.
Compártelo con quien quieras, grítalo al viento o guárdalo como uno de esos secretos.
Cuida de la esencia de lo nuestro
Guárdame entre tus manos

Cuida de tu Tesoro 
Nadie se cruza en tu vida por casualidad, por accidente...  la persona que llega a tu vida es la persona correcta en ese momento y ese tramo de vida.  Llega  para hacernos aprender, avanzar o simplemente para volver a vivir y ser feliz.


Mi vida es sencilla,  sin demasiadas cosas buenas, sin demasiadas cosas malas, es lineal, tranquila  y templada como un lago en verano. Adoro mi hogar,  la gente que vive conmigo, las aventuras que no planeo, las meriendas; me encantaría no hacer otra cosa  que merendar,  por la mañana, por la tarde, por la noche... capuchino con todo... tartas, chocolate o pastelitos. Pero lo que más me gusta es poder escaparme contigo, como Tom Sawyer se escapaba a ver a Jim. Entrar por la ventana como una luciérnaga en verano  y colarme en su cama tan grande como el mas grande  de los mares, y deslizarme como gata salvaje en la selva hasta llegar a su lado, a veces ya duerme cuando llego, intento no moverme para no perturbar su sueño ligero, otras veces aún está despierto  y podemos hablar de lo poco que nos queda por contar. Me gusta que me hable flojito, que enlacemos las manos y quedarnos dormidos dados de la mano  para no perdernos en nuestros sueños compartidos. Nos despertamos y volvemos a nuestras vidas, a nuestros días ajetreados, compartidos o solitarios, de alegrías o tristezas, según la suerte y el azar... pero sabemos que pase lo que pase, siempre volveremos a casa,  volveré a escurrirme cada noche para estar a su lado y dejar que me robe ese beso, ese que me sabe a regaliz y gominolas, el que me hace pensarle en cualquier momento del día y me recuerda  que por complicada que parezca la vida cuando menos te lo esperes aparecerá la alegría para quedarse. 






domingo, 25 de junio de 2017

Vecinos IV






Entré en el cuarto. Iba a decirle que había hecho el desayuno, pero el hambre se había esfumado.  Ahora mi apetito era otro.  La descubrí tumbada hacia un lado, cubierta con la sábana, aunque dejaba sus nalgas a la vista.  Me acerqué a la cama.  Me tumbé a su lado, me acerqué más, aún más... metí la mano por debajo de la sábana y su cuerpo empezó a tomar forma en mi deseo, deslicé la mano por su vientre de seda, notaba su respiración acompasada,  me dirigí por inercia al sur, pegué mi cuerpo al suyo, le di un beso en el cuello y le susurré: "traigo tu desayuno mi vida, y creo que me pedirás postre".  Me tocó  la mano justo cuando mis dedos encontraban el camino, sentí como temblaba, noté como sus ojos se entornaban queriéndome mirar sin moverse. Y descubrí su sonrisa. Me excitó. Retiré por completo la dichosa sábana, quería verla desnuda para mí.

Acaricié sus pechos, crecian diamantes en sus cimas,  le daba mordisquitos en el cuello, lamía su espalda mientras notaba que se erizaba, acaricié su silueta hasta llegar a su culito donde presioné con fuerza mis dedos, le mordí el hombro, ella se movió buscando una postura más generosa,  esa parte de mí quiso encontrar paso  en el primer hueco que encontró. Huyó, quiso escapar.  Me miró con esa expresión que no sabía como descifrar, se removió, se agitó como un animalillo.  Yo quería tenerla más tiempo así, con mis manos recorriendo sus mejores espacios.  Me empujó. 
 - ¡Ey! ¿Pero qué le pasa ahora? - Pensé mientras dejé al descubierto mi excitación. 

Ella se puso a reír, no pude evitar esbozar una mueca de sonrisa, “mujeres...”.  Me desconcertó durante un instante, se estiró completa, me besó,  se puso a horcajadas, acarició mis pezones. Se frotaba en mí como si fuera un algodoncito suave que le regalara el mejor de los placeres de la vida.  Quería entrar en ella, la miraba y pensé que era aún más bonita así, entregada a mí, apreté mis dedos en sus muslos.  Quería llegar a su boca, mi corazón latía fuerte, mi respiración descompasada me nublaba la razón, la voltee,  quedé sobre ella. Quería tenerla así, abrí sus piernas, me encajé en ellas, entré suave, salí y entré  con suavidad varias veces hasta que las piernas de Charlotte me abrazaron para no dejarme salir más,  sentía sus manos agarrar mi espalda cuando no acariciaban mis pezones.  Buscaba mi boca y la mordía  con  cara de desesperación y anhelo.  "Si, Charlotte  no sufras corazón, voy a apagar todo tu fuego y no te abandonaré hasta que te haga sentir el infinito en mis brazos ".  

Estábamos besándonos como locos, mordiendo, arañando,  tatuando nuestros cuerpos con los mejores de los placeres,  sentía mi cuerpo en llamas, la observaba  mirar al cielo con los ojos cerrados,   sentí un gemido ahogado... el silbido de la cafetera.  -El café joder... dejé la cafetera en el fuego- Ella me miró como angustiada, con  desesperación y respiración ahogada " Ni se te ocurra parar  ahora" me dijo. Estaba en el lugar más bonito del mundo.
"No pensaba ir a ningún lado, ahora sólo deseo quedarme aquí, corazón adentro. No pensaba ir a ningún lado, solo quiero estar dentro y derramarme en ti" .

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viernes, 23 de junio de 2017

Poca cosa



Soy una especia de hippie cateta.
Me mantengo con poca cosa.
Sueño poco e intento vivir mucho. 
Me mantengo con poco amor, poco dinero y pocos sueños.


Soy una especie de hippie cateta.
No reclamo y siempre estoy si me buscas.
Creo en la libertar;
Libertad para quedarte, libertad para irte.
Te abrazo y te envuelvo en mis delicadas ganas de conocerte y hacerme conocer, de confiar, de entregar y regalar lo mejor de mí en ese momento  que  llegas, de igual forma  te dejaré ir sin tormentas ni remolinos cuando elijas marcharte  de todo mi mundo.

Soy una especie de hippie cateta.
Hablo a los perros y alimento a los gorriones.
Amo los casos perdidos y las madrugadas eternas.
Soy de esas personas  que te piensa y espera tus ganas.
Guardo secretos con la delicada sensación de que sólo son míos.



Si... soy una especie de hippie cateta.
Déjame quedarme un momento contigo, déjame compartir tus silencios y esos delicados momentos de  sobremesa de verano, esos deliciosos momentos que sólo son nuestros, déjame coger tu mano y regalarte mi sonrisa, déjame darte un beso... que en estos momentos es de lo que tengo ganas.








miércoles, 21 de junio de 2017

Nuestra burbuja






¿Cuántas veces habéis pensado en el universo?  Yo muchas.  Desde bien pequeña he tenido la inquietud de qué hacemos aquí en este planeta tan solitario en un océano infinito con millones de planeta y estrellas, nunca entendí que algunos osen en pensar que somos los únicos seres racionales de ese infinito cósmico.

Yo nunca he pensado que el universo fuera infinito. Igualmente creo que nadie podrá saberlo nunca a ciencia cierta, pero el término infinito es demasiado incompleto, el océano Atlántico también debió ser infinito antes de que los Vikingos descubrieran lo que siglos después sería América.  Infinito debe ser la respuesta a lo que no se sabe explicar ni expresar con palabras, como el amor de una madre a su hijo.  Pero que, por muy grande que sea tiene que tener su principio y su final.

En los últimos tiempos, científicos  de estos que no descansan en la búsqueda de tantas preguntas han desglosado una nueva teoría; como toda teoría resulta fantástica y alocada, arriesgada  como cuando Copérnico y Galileo  dijeron que la tierra era redonda y nadie entendió porqué no nos caíamos al vacío.   Esta nueva idea se basa en “La teoría de las burbujas del universo”.

La idea de que estamos solos en este universo,  en este universo infinito tan dificil de entender e imaginar desde que estuvimos en el colegio, tiene diferentes interpretaciones, ya que poco sabemos de lo que está fuera de la Tierra. Y ¿si acaso este universo no fuera el único?

La nueva investigación da crédito a la idea de un multiverso. Esta teoría postula que cuando el universo creció de manera exponencial después del Big Bang, algunas partes del espacio-tiempo se expandieron más rápidamente que otras. Esto podría haber creado 'burbujas' de espacio-tiempo que luego se convirtieron en otros universos.  El universo conocido tiene sus propias leyes de la física, mientras que otros universos pueden tener leyes físicas diferentes, de acuerdo con el concepto de multiverso. 
Nuestro universo infinito sería una burbuja en un “mar espumoso” de universos burbuja. 

Universos burbuja.  La idea me parece grandiosa. Porque entonces nuestro universo infinito tan solo sería una burbuja más entre millones de burbujas.  Tendríamos principio, tendríamos final, pero  de poco serviría porque no podremos salir mucho más lejos de nuestro sistema solar.  Tan solo podremos llegar ahí a la esquina, y seguro que llegar al planeta rojo nos costará sangre, sudor y lágrimas. Porque toda colonización lleva su coste.

Siempre me ha dado vértigo pensar en todo este cosmos intergaláctico, donde de pronto me planteo que soy como una hormiga en su hormiguero. De pronto me doy cuenta que soy una mujer en su planeta.  De pronto me doy cuenta que todos vivimos en nuestra propia burbuja, nuestra casita con nuestras cosas para hacernos la vida cómoda y agradable, con sus pequeñas manías, sus dudas, sus miedos… Imagino que todos somos lo mismo y todos buscamos a esas personas que nos hacen sentir bien en nuestras propias burbujas.

Quizás solo sea una teoría para hacer nuestro frío infinito confortable, porque todo lo confortable es burbuja, antes de nacer, estamos en una burbuja  dentro del universo de nuestra madre, creadora de vida siempre. Cuando nos enfadamos con el mundo nos encerramos en nuestra propia burbuja protectora, incluso cuando encontramos el amor creamos esa burbuja encantadora en la que ese amor nos hace sentirnos volátiles e indestructibles al mismo tiempo.

Imagino que eso es lo mágico de esta teoría ya que no hay cosa que siendo tan frágil nos haga sentir mas seguros e indestructibles.



Así que llego a mi propia conclusión,  ¿Creéis  que hay una cosa más bonita  e inteligente en este mundo que encontrar a personas  con las que crear tu propia burbuja?




domingo, 18 de junio de 2017

Vecinos III


Cuando  abrí los ojos descubrí que estaba en una cama grande desconocida. Vi un móvil abandonado al otro lado de la  cama, lo cogí y miré  la hora; las 7:48 AM.

Me vi desnuda, el perfume  de las sábanas era agradable. Aún no tenía fuerzas suficientes para abrir demasiado los ojos, solo podía pestañear cada tanto. Entonces fue cuando vi entrar con total naturalidad a mi vecino, desnudo.  Cerré los ojos.  Me cobijé en las sábanas.   Me moví y él se dio cuenta. Se sentó al otro lado  de la cama, se recostó hacia mí y me dio un beso en la mejilla proponiéndome de una forma cariñosa  que podía quedarme en su cama todo el tiempo que quisiera.  Me ruboricé.  Acarició mi hombro y mi cintura, silueta de guitarra flamenca, pasó la mano por mi culo y sentí cierta presión en sus dedos. Me pellizcó con suavidad y desapareció del cuarto.

Yo intenté recordar.   Recordé su invitación a esa copa. Recordé haber entrado y haberme quitado los zapatos, sentarme en el sofá y estar bebiendo algunas horas.  Me agité entonces en la cama, me puse panza arriba con mis pezones mirando al techo.  Alain dejó de beber porque declaró estar demasiado borracho pero yo me animé con esa última copa.  Hablamos de nuestros amantes. Aquella conversación me gustaba, me divertía, porque Alaín resultaba ser uno de esos hombre que te hacen reír. Estar allí con él, que en el fondo no dejaba de ser un desconocido atractivo me gustaba y a ráfagas me excitaba.   El reloj marcaba horas de madrugada cuando me tumbé en el sofá y él  se sentó a mis pies.  Entonces no hablamos mucho.  Nos quedamos en silencio largo rato.  Me di cuenta de que su piso era  bonito, con flores en las mesas, fotos de amigos en las paredes y perfumes eléctricos con olor a jazmín.  Me dijo que no tenía novia, no le creí.  Tuvo el valor de preguntarme por qué lloraba aquella tarde, no me creyó, - hizo bien porque le mentí-.  Y en ese largo silencio, raro y excitante a partes iguales, tuve esa agradable sensación excitante de tener frente a mi algo que era tan nuevo como desconocido.  Él trajo patatas chip y se sentó en el suelo contándome una historieta de un amigo y su amante. No dudé ni por un momentos que ese "amigo" era él mismo. Me senté en el suelo frente a él sin pudor, me subí el vestido para estar más cómoda, creo que se me debían ver las bragas porque me miraba ahí abajo intermitentemente, en esos momentos me reía tanto que no me importaba, la carcajada que solté hizo que olvidara ese pensamiento rápidamente.  Me di cuenta que entre sus piernas todo parecía mas grande.  Descansé un momento de la carcajada. Y entonces me besó, o yo le besé, realmente no tengo claro ese momento.  Recuerdo el sabor de su boca, y sus manos subiéndome el vestido y las mías  bajando la cremallera del pantalón. Nos desnudamos despacito, con el deseo del sediento y la paciencia del que quiere disfrutar ese momento.   Volví a agitarme en la cama recordando, notaba que me excitaba al ir abriendome paso a los recuerdos,  separé mis piernas y subí mis brazos en la almohada totalmente relajada.   Recordé entonces que me cogió en brazos y me llevó hasta su  dormitorio. Me dejó  suavemente  en mitad de la cama, no dijo nada. El caso es que tenía pocos o ningún recuerdo de aquella cama.  Y aquello me desconcertaba. De qué había servido entregarse a un chico atractivo, un desconocido que me gustaba y descubría en esos momentos que me encendía si no podía recordar nada  de su noche compartida.



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miércoles, 14 de junio de 2017

Vehemencia





Me rindo; me rindo ante la mesura de ese hombre desconocido a grandes rasgos y tan cercano y conocido cuando encontramos esos ratitos para nosotros.  Me rindo cuando está cerca, cuando se acerca demasiado y siento en él  el deseo y la pasión de lo nuevo e inexplorado; y en estas deliciosas tardes de verano donde me dejo llevar por las mieles de esta efímera locura que me desata y me enreda, siento  con agradecida vehemencia que de todos mis amantes, esos que se fueron antes, ninguno es comparable a ti.  Ven mi vida, ven...


Mi corazón late fuerte a veces cuando compartimos momentos con personas ajenas a mi deseo y a este fuego mío que se descontrola sin permiso dentro de mí; cuando comenta ciertos detalles que solo descifro yo, mi corazón late tan fuerte que creo que podría escucharlo a pesar de la distancia que nos separa.  Y me mira como si no conociera mis secretos, y me comenta como si no supiera mis respuestas a sus preguntas. Me gusta llenarme de a poquitos de todos esos tesoros en forma de sabiduría e historias aderezadas de ese escribidor y vagabundo que me enseña el camino de rincones preciosos que nunca habría encontrado ni leído, ni visto ni escuchado.  Me gusta saber  que en mi futuro, inmediato o no, seré un poco mas lista, un poco más culta, y guardaré en mis bolsillos  todas esas cosas que aprendí de él.  Y mientras compartimos los espacios comunes de la vida no es raro que se me escurra una de esas miradas fugaces, de esas que dicen: ven mi vida, ven...


Me gustan las tardes de verano  donde me descuido y me tumbo sin demasiados modales en el sillón del jardín, me gusta sentir el fresco de las sombras de la parra enredada y el sabor de la limonada casera. Verte llegar y dejarte un espacio entre mis piernas y dejar unos momentos a la conversación de los últimos detalles y pensamientos del día; dejarme que acaricies con tus manos maestras la parte interior de mis muslos.  Me gusta tanto que mi corazón late fuerte y me rindo ante ese delicioso momento. Ven mi vida, ven...





domingo, 11 de junio de 2017

Vecinos II



 Las chicas estaban ocupada con sus cosas, con sus niños, sus maridos, las suegras y si, algún amigo divertido entre marido y paella de domingo.

Me había levantado tarde, las copitas de anoche me habían sentado más bien regular y me llevé casi toda la noche en vela.   El día estaba siendo igual de aletargado. No me apetecía estar en casa pero tampoco tenía mucho plan donde agarrarme.  La verdad es que desde hacía algún tiempo andaba triste,  sentía una especie de punzada permanente que en algunos momentos se sentía más que en otros.  

Me gusta andar descalza, tan pronto llego a casa me quito los zapatos y el sujetador. Entonces me siento libre. 
Deambulaba por la casa sin mucho que hacer aquel día cuando me di un buen golpe  en los dedos con la mesita baja del salón.   Me dejé caer y sentada en el suelo con ese dolor que no era tanto tuve la excusa perfecta para llorar.  Y allí estaba sonándome los mocos cuando debería estar ahí fuera con el vestido más bonito y más cortito que tuviera en el armario sentada en la plaza central bebiendo capuchino con galletas.   Sin embargo la apatía estaba ganando la batalla y por una de esas estúpidas lógicas mías creía que si no iba con las amigas no lo pasaría bien.
Tardé un buen rato en levantarme. Tardé un buen rato en dejar de llorar.  Cuando me levanté la tristeza y la apatía parecía que se habían disipado  con las lágrimas y  sollozos.  Odiaba esa tristeza tonta que se apoderaba de mí de vez en cuando.  El teléfono sonó en ese instante. Me rescató de la apatía.  Era Marta, una amiga.  Estuvimos hablando y haciendo planes, incluso terminé riendo cuando me contó alguna de sus historietas y entre tanto la lavadora avisó que el programa había terminado.  Abrí la ventana del patio interior, la luz del mundo exterior me deslumbró...

Había una pinza, pinza sin calzoncillos ni calcetines ni camisetas. Eran unas pinzas que estaba allí junto a mi ventana esperándome con una flor.  La cogí con cuidado. La puse en un vaso con un poco de agua y la estuve mirando tanto rato que olvidé que la ropa me esperaba para ser tendida.  Miré por la ventana, esa flor venía de allí enfrente, como siempre el televisor estaba encendido pero a él no se le veía frente a él.  Pude ver una botella y un bol de cristal con mucho hielo.  "Estaría con una de sus novias" es lo que pensé primero. "Estaría haciendo el amor en su cama, una cama grande porque él  es grande" es lo que pensé después.

Y de pronto me dio uno de esos arrebatos míos.  Tendí la ropa rápidamente, fui a la ducha, me puse las bragas mas bonitas que tenía y elegí el vestido mas corto, el de la espalda descubierta y hace que no deba ponerme sujetador. Los zapatos con no demasiado tacón para andar cómoda. Salí  para ir a cenar al restaurante de Luis, allí nunca tienes la sensación de estar sola. Suelo ir estas noches que no sale plan con las amigas.  
Aquel día no utilicé el ascensor, bajé por las escaleras y di un pequeño rodeo entre pasillos para pasar por la puerta de mi vecino, saldría por la puerta norte, pero quizás me viera lo bonita que estaba aquel día.  Cuando pasé por su puerta me di cuenta de algo que me hizo quedarme parada un momento sin saber muy bien que hacer...  ¿Qué es lo correcto? Pensé. 

Lo tuve claro y llamé al timbre. " Ding dong"

Tardó unos momentos en abrir. Noté que miraba por la mirilla y se dio  algunos segundos más en abrir.
Cuando abrió la puerta vi que  estaba despeinado - aún así me gustaba-  y que la camiseta se la había puesto a la carrera, se notaba, y él también estaba descalzo -me gusta la gente que anda descalza en casa-. Me saludó con expresión de sorpresa, noté que me miraba de arriba abajo con poco disimulo. Entonces reconoció las  llaves de su casa entre mis dedos, creo que tardé demasiado tiempo en reaccionar con tanto pensamiento pero mi voz terminó por salir“Perdona, he pasado y he visto que te has dejado las llaves puesta".  Él hizo una broma para salir del paso airoso, le di las llaves y entonces  se quedó allí plantado en  la puerta con una sonrisa que no sabía muy bien como descifrar  pero que me hizo sonreír a mi también.  Le noté achispado y de pronto cuando pensaba que era el momento para despedirme  me preguntó si quería entrar y tomar una copa con él. Estaba claro que  llevaba algunas copas  de ventaja.  Dudé,  le dije que había quedado, una mentira para no dar imagen de chica solitaria. Se apoyó en la puerta y me dijo que llamara para avisar, que dijera que me salió un planazo.
Miré el reloj.  Me miró a los ojos y  pensé... “Que más da lo que piense. No tengo nada mejor que hacer que  dejarme llevar por este inesperado y achispado planazo"


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miércoles, 7 de junio de 2017

Ratos robados




Cuando llegó estaba estudiando, tenía exámenes algunos días después.   "¿Te pillo en mal momento? ¿Puedo fumarme un cigarro contigo
?"  "claro, me viene bien un descansito". Dijo ella mientras bajaba las piernas de la silla donde se sentó él, que sin pedir permiso después de sentarse acarició las piernas de la mujer para ponerlas sobre sus propias piernas y acariciar los tobillos y los dedos de su sonriente amiga mientras se fumaba el cigarro.

*¿Llevas bien los estudios, quiere que lo repasemos juntos?

*No...  -cerró la libreta de apuntes-  ¿como fue la mañana, viste a ese amigo?

*Si, creo que saldrá adelante. Marcó un silencio para seguir con otro argumento.  Mientras que venía he escuchado un poema de Antonio.

Ella no pidió más datos ya que sabía que Antonio era A. Machado y esperó moviendo los dedos de sus pies sintiendo la presión del masaje...

¿Mí corazón se ha dormido?
Colmenares de mis sueños,
¿ya no labráis? ¿Está seca
la noria del pensamiento,
los cangilones vacíos,
girando, de sombra llenos? 
No; mi corazón no duerme.
Está despierto, despierto.
Ni duerme ni sueña; mira,
los claros ojos abiertos,
señas lejanas y escucha
a orillas del gran silencio 

*¿Crees que está hablando de la muerte. De que hay algo más allá de la otra orilla del gran silencio?.

*Viniendo de Antonio creo que se refiere a la esperanza,  a los sueños perdidos mas que a un más allá con un Dios esperando.

*Amor... ¿Tú crees en Dios?  - A veces ella solía llamarle amor y él se dejaba-

*No. Ni más allá, ni reencarnación ni pollas. Yo creo en los sentidos y las intenciones.  ¿Tu sí?

Ella sonrió al escuchar sus argumentos y le confesó que tampoco, Dios y ella siempre habían ido por caminos paralelos, tenía claro que nunca iban  a confluir.  Lo había buscado, debajo de las piedras, al partir los leños o en los ojos del prójimo. Había pedido con ganas cualquier señal, cualquier acto generoso en forma de pequeño milagro para dar por hecho que una fuerza mas allá de su entendimiento cuidaba de ella.  Nunca obtuvo respuesta.     Pero decidió no contarle que  en su etapa de búsqueda divina le rezó incluso al más hermoso de los Ángeles. Pero tampoco tuvo respuesta de LuZbel. 

*Bueno habrá que pensar en hacer algo de comer, no?

*Está en el horno, hice un pescado con patatas.  Dijo mientras volvía a poner los pies en la hierba y él apagaba su cigarro en el cenicero que colocó en el suelo, entonces ella le preguntó si podía sentarse en sus piernas. Lleva un vestido corto, él acaricia sus piernas, ella lo mira suave, pestañea despacito, busca su boca y rosa sus labios con los de su amor... tus besos me alimentan de tu cariño y atención,  se alimenta de tu fragancia, de tu alma.  De tu tiempo en mi tiempo. De ese amor tuyo que reflorece en madrugadas y amaneceres. De ese saber que soy feliz porque estoy aquí, a tu lado, con el deseo de verle, de tocarle, y hablar de todos mis miedos y deseos. Sentir que eres importante, sentir que eres ese algo que hace mejor la vida...  Rosa sus labios con los de su amor y le besa. Él la reubica a horcajadas, la acaricia mientras ella le mira, le abraza y se le escapan sonrisasMírame...   Lo único que quiero de ti son esas cosas cotidianas, el olor de tu cuerpo cuando me abrazas.  Saber lo que piensas de cualquier cosa. De ti, de mi, de nuestras cosas. Sigamos siendo lo que somos, hoy y siempre, regálame tu poquito de tiempo, tu risa y esas cosas que no se gastan.  Vive tu vida, como te guste, como te plazca.   Pon nombre a lo nuestro y vivamos a poquito, con armonía, sin suposiciones, con intensidad y ganas.  Quiero verte reír,  quiero verte vivir,  quiero que tengamos ganas, de eso, de todo, de compartir los ratos que robamos.  Seamos ese dulce amor, quiero que me pienses con pasión, como esa mujer que quiere quererte, que te lo dice, te lo escribe y te lo canta.








domingo, 4 de junio de 2017

iLusión


Hoy le piensa casi todo el rato.

Otros días no pero hoy lo piensa todo el tiempo. Y no lucha contra esas ideas, se rinde ante esos pensamientos que se encienden en ella como chispas que hacen llama.

Le piensa y recuerda las palabras que le susurra en las madrugadas, sonríe al volverlas a sentir suyas, sonríe porque la envuelven como si fuera el juego  de dos amigos en el club secreto de la casa del árbol.

Tiene cosas que hacer, los quehacerescotidianos  la mantienen ocupada todo el día,  por momentos siente que necesita un respiro. Cierra un instante los ojos mientras habla por teléfono en la oficina, mientras espera en la cola del supermercado, mientras hace la cena o juega a cartas con el pequeño Toni,  cierra los ojos y le piensa, piensa que es imposible tanto deseo,  siente como si hubiera estado siempre en ella, como si lo conociera de tiempo, como si fuera un amor antiguo que reflorece en esta primavera de forma inesperada, y le siente en ese instante, siente sus besos en el hombro, en su espalda y en su boca, y abre los ojos y se guarda las ganas.

Espera paciente ese momento, y él llega despacito, como brisa suave en noche de verano, como limonada en tardes de fiesta. Y comentan parte de sus vidas, se cuentan, se escuchan y la conversación se enreda como la serpiente en rama de árbol, y ella que se ha guardado las ganas todo el rato serpentea, se desliza hacia él, suave, suave, le mira en la penumbra de la noche, escucha sus palabras siempre en susurros. Ven, él se desliza. Dice las palabras mágicas, ella se abre como flor Cherokee, lo siente dentro, lo ha sentido dentro todo el día.

Otros días no pero hoy lo pensó  todo el tiempo, todo el día, casi todo el rato.





jueves, 1 de junio de 2017

Vecinos




Cerré la puerta de casa de golpe y me apoyé en ella sintiéndome a salvo.  Había sido un día especialmente largo. Hay días que resultan más duros que otros y la merienda con las chicas muy a pesar mío no me había hecho bien. No.  Respiré hondo y colgué las llaves en su lugar. Hoy leí aliviada la leyenda que rezaba " Bienvenida a casa Charlotte".


El reloj marcaba las 9 y media cuando me comía mi ensalada mixta. Odiaba el silencio de casa. Odiaba el sonido del segundero del reloj. Odiaba haber creído en él y saber que aún era pronto para haberle olvidado del todo. Odiaba esa sensación de pensar que en algún momento llegaría, o llamaría por teléfono o me abrazaría por detrás mordiéndome la oreja y diciendo alguna guarrada. 

Abandoné mi ensalada para quitarme los zapatos, me observaba los  dedos de los pies, mañana  pedicura -pesé- , me quité la blusa, me daría una ducha. Pasee  en sujetador recojiendo los platos de la cena cuando me fijé en la luz de la ventana del vecino, lo miré durante algunos segundos mientras parecía fregar los platos de su cena, tras la ventana de su hogar los ojos de mi vecino brillaban observando las vistas del tendedero.    Alain creo que se llama,  una vez un amigo lo llamó a voces desde el patio interior durante tanto rato como para no olvidar su nombre. No sé nada de él, solo que tiene siempre el televisor puesto y nunca está mirándolo. Que nunca está los fines de semana y si llega es porque pasará la noche acompañado. 

Fue tan solo un par de segundo, la luz de esa cocina hizo sentirme acompañada, pero no tardó en apagarse. Tuve entonces el loco pensamiento de que seguía alli, observando mi despistada desnudez, fui a darme mi ducha y tras ella sali solo con una toalla a modo  de  turbante. Había sido un día triste y demasiado largo y de pronto quería imaginar que él estaba mirandome sintiendose a salvo en la oscuridad, tras las vetana de su hogar, al igual que yo me hacía la loca mientras actuaba con naturalidad.  Nunca había hecho algo así en mi vida, al menos siendo consciente de que era observada.  Me miraba en el espejo desnuda cuando al igual que llegó ese arrebato exhibicionista me di cuenta de mi locura y me puse como un rayo la camiseta de pijama y mis bragas de lunares blancos.

Lo peor de todo fue que aquella noche no dormí, no solo por mi arrebato exhibicionista sino porque llevaba tres semanas con unos  calzoncillos de Alaín en el cajón junto a toda mi ropa interior,  seguramente él se hubiera dado cuenta y pensara que soy una especie  de pervertidarobacalzoncillos  cuando lo único que pasó es que no es fácil compartir el tendedero del patio interior y no llevarte algo de tu vecino por error.  Si hubieran sido uno de sus calcetines, pero unos calzoncillos me resultaba más complicado de devolver. Quizás pensara que se le habría caído o ni siquiera lo echara de menos.  Sin embargo para añadir más locura a todo esto, me gustaba. Ya sé, es un desconocido, no era demasiado guapo, no sabía lo que le gustaba ni lo que odiaba, o si era listo o atolondrado,  pero en esos momentos era lo de menos. Le visualizaba en el salón de casa, solo con la luz del televisor encendida mientras que su programación era yo. ¿Aquel acto de mirar sería ocasión o costumbre?.  Y de pronto sentí que todo aquello era una sensación que odiaba y que me excitaba a partes iguales.