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♥ Entra y siéntete en casa ...

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sábado, 30 de diciembre de 2017

Uno



Llamaron al timbre de casa
Ella abrió la puerta
Él ... 
Estaba allí 
a escasos tres pasos de ella

Aquél hombre
Se había escurrido por la madriguera de conejos
y
Esperó  a que ella fuera
con paso firme y decidia
la que diera esos tres pasos 
Se hundiera en su tórax 
en ese abrazo
sin final




miércoles, 27 de diciembre de 2017

Cacao volador


El transeúnte iba con su mejor chaqueta y pantalones, incluso con una de las dos corbatas que tenía, había ido a una entrevista de trabajo y volvía a casa con la sensación de que pronto tendría noticias de la empresa.

¡DIOS, QUE ES ESTO!  
Un liquido marrón y ligeramente espeso resbalaba por su flequillo, por los hombros de la chaqueta y después de unos segundos el líquido ya goteaba  en los flamantes zapatos.
El olor no dejaba lugar a la duda, era cacao con leche, alguna gota se coló por la comisura de los labios. Miró arriba, no vio nada, se enfadó y gruñó como hacía tiempo que no hacía.  Decenas de balcones anónimos se perdían en las alturas, era inútil averiguar de donde llegaba el cacao templado.
Algunas mujeres le prestaron ayuda dándole pañuelos para limpiarse la cara. Pero él seguía gruñendo...

Varios pisos arriba estaba Carlos, 6 años, castigado aún siendo vacaciones de navidad. Odiaba la leche, odiaba la leche templada, odiaba la leche templada con cacao.  La solución la tuvo ante sus ojos cuando miró por el balcón. En dos segundos el problema se había esfumado de su vista.

¡Ya terminé mamá!  

Que bien hijo, te lo tomaste tan rápido y sin quejarte que esta tarde iremos a la feria ambulante navideña.  - dijo la madre orgullosa de su niño que por una vez había obedecido -.

Carlos a sus 6 años era feliz pensando en lo bien que lo pasaría en la feria.



lunes, 25 de diciembre de 2017

Día de Navidad



Un año más os deseo una Feliz Navidad.  Que esas tristezas que guardáis todo el año se alivien con la compañía de quien os quiere aderezado con algún licor.

Brindo por vosotros que tanto me dais.

Gracias. Aquí os dejo junto a mi Diana,  que es como mi hija-perro, como mi hija la mayor. Esa que alguien decidió abandonarla y ella con la magia del destino y la suerte, además de la libertad de elección... decidió elegirme para no marchar nunca más.  Y yo ahora la quiero como si fuera parte de mi.

Ayer,  en la mañana de Nochebuena estaba en mi jardín delantero, donde me veis en la foto.  Tomaba el sol de medio día como si fuera  (aunque puede que ya lo sea) una viejita con huesos cansados y el sol me los templa para seguir adelante. 

Pensé...  Es Nochebuena,  me apetece hacer algo especial.  Le dije a Diana...   - Diana vamos a comernos un poco de chocolate juntas-  Nunca le doy dulces,  siempre le digo que no puede comerlos porque no quiero que "Sea una perrita con gafas"  pero ayer, ayer era un día especial.   - Vamos a comernos unas de las bolas de chocolate del árbol, pero será nuestro secreto- Susurré.

Ella que es muy lista no me esperó. Se sentó junto al árbol.  Esperó que eligiera una de las bolas de chocolate, movía el rabo contenta.  Sé que le gustan ya que dos días antes la pillé comiéndose una de las bolas y tuve que sacarle el papel del envoltorio de la boca. Lo mantuvimos en secreto para que "la abuela" no la castigara  pero hoy estábamos allí las dos, junto al árbol, yo quité el envoltorio plateado y le dí algunos trocitos de chocolate. Debo decir que la gran parte  me lo comí yo pero ella se llevó su pequeña porción.  Y ahí bajo el sol templado de la mañana de Nochebuena pasamos un rato más.   Hasta que llegó la hora del aperitivo y nos refugiamos en el calor del horno y la familia.




viernes, 22 de diciembre de 2017

Deshielo



Siempre tengo frío. Siempre tengo las manos heladas como si el desierto blanco estuviera en mi.  Así que cuando él llega y me coge de la mano después de besarme en la boca siempre me pregunta porqué tengo las manos tan frías siempre.  Y yo le digo porque están lejos de él. Entonces mete mis manos dentro de su ropa...  su abdomen está caliente, como un horno, a veces al sentir su calor las manos me duelen debido al contraste.  Me abraza y descanso en su hombro, cierro los ojos y entonces descubro que él es mi hogar. Ese donde eres tú misma sin miedos ni mentiras. Él es mi amor de ayer y de mañana.  Atuso su barba nórdica e introduzco mi nariz y mi boca en ella, él sonríe, me siento como una niña que juega, que enreda sus dedos en su larga barba mientras busca el camino a su boca.
¿ Te gusta mi barba, me la corto?  - pregunta mirándome con ojos alegres-
Yo le digo que no la corte.  Me gusta. Su barba, su mirada, su forma de hacer que me rinda, tumbada a su merced, me gustan sus manos desabrochando mi cinturón, el botón del pantalón y la cremallera...


Soy de las tierras del frío. Y quiero quedarme en tu remanso, quiero estar desnuda para ti bajo tu manta... y crecer contigo, y conseguir ser viejos con cuerpos cansados uno junto al otro manteniendo intactas nuestras jóvenes almas rebeldes. Quiero ser libre para irme, quiero elegir quedarme.








lunes, 18 de diciembre de 2017

Hippie soñador






Había entrado tantas veces en aquel cuarto que aquella tarde podría haberse contado como una más de tantas.  Pero no lo era.

Él había esperado pacientemente ese momento en el que ella volviera a confiar en él.
Tiempo atrás, ella puso un punto y final y él que es un jodido hippie soñador siempre lo vio como puntos suspensivos.

Él le dijo que la quería, ella se giró hacia un lado. Cerró los ojos y alguna de sus furtivas lágrimas brotaron sin permiso.  Él aquella tarde estaba tan contento que no se dio cuenta que quien yacía en  ropa interior en su cama arrastraba sus lágrimas con sus dedos mientras él la abrazaba por la espalda  con seguridad e instinto masculino.

"Cuanto más adversas sean las circunstancias, más claramente se revelará nuestro autentico yo".  Era una de esas frases de cabecera que ella recordó, así, de pronto.  Aunque esa frase la entendía y la asimilaba desde hacía mucho tiempo... Ella siempre se había sabido como una autentica cobarde.
Él atusaba la melena de la chica " Vencer sin batalla es el supremo arte de la vida". pensó mientras se quedó dormido en ella.  Él  siempre se había sabido como un hippie soñador.



sábado, 16 de diciembre de 2017

Gris




Eran épocas de tristezas, todos preparaban las fiestas y cotillones.  Paseaban por las calles iluminadas de forma especial, todos guardaban su pena en el bolsillo. Todos, incluso ella.  Ella que era tan de cascabeles y lucecitas también guardaba lo suyo en lo más profundo de su bolsillo, a veces metía su mano y lo acariciaba, como el que recuerda que la vida es una mierda, si. Ella también se deprimía en los últimos días del año.


Había montado el árbol de Navidad hacía varios día. Por la tarde lo encendía y lo observaba, la mayoría de los días con una sonrisa. Aquella tarde se sentó en el suelo y después de un rato yacía tumbada en el suelo mirando desde la perspectiva de una niña la decoración y la luz tintineante de su bonito árbol navideño. 



Fue entonces cuando él se tumbó a su lado, la achuchó y la besó sin remilgos. " Gracias ". Dijo él mirándola  a los ojos.  Ella sonrió ampliamente y apretó su cuerpo contra el  de aquel amor conocido.  Volvieron a besarse, ella acariciaba su barba, él resbalaba sus manos hacia el culete de su chica. "Házmelo aquí" le susurró ella al odio.  "¿Aquí, en el suelo , bajo el árbol?"  Preguntó con una cara de pícaro y con la mirada llena de deseo.  " Si, aquí..." 

La desnudó, rodeó por el cuello de la chica uno de los espumillones que decoraban el árbol, y allí bajo el árbol, haciendo el amor acarició su pena guardada en el bolsillo...


Quería besarle, acariciarte, mirarlo a los ojos y hacerle esas cosas de niña traviesa. Quería dormir con él, sentirse desnudos uno frente al otro, de cuerpo, de corazón. Quería que la sintiera suya y la llenara de todo él.



Rieron a carcajadas bajo el árbol.  Ella recordó los grises de la vida. Si, incluso ella se deprimía en los últimos días del año.








miércoles, 13 de diciembre de 2017

Aquí fuera



Fuera quedarán los perros,
 Los hechiceros, los fornicarios, 
Los homicidas, los idólatras 
Y todos los que amen y practiquen la mentira.  
El diablo, la bestia y el falso profeta.
Ignoro mi procedencia,
Aún así me siento libre aquí fuera,
 me reconoceréis por mis actos,
Soy uno de vosotros.
Estoy en casa.






domingo, 10 de diciembre de 2017

Rana




Erase un niño con un padre borracho. Erase un niño cansado de porrazos, golpes, gritos y escondites.  Escondites donde leía durante horas para que ese padre no lo encontrara. Y fue ahí donde leyó un libro de esos de Remedios caseros de tía Enriqueta,  Radicar problemas con el alcohol - Ese era el título de aquél capítulo-.  Lo leyó atentamente.  Indicaba paso a paso todo lo que había que hacer.  Parecía sencillo.


Cogió la rana en su colegio, sabía bien  donde estaban, más de un día había cogido alguna para  meterla dentro de la mochila de Ana, la niña mas bonita del colegio. Le gustaba verla gritar y escuchar como pronunciaba su nombre asustada para que quitara aquel "repugnante bicho"  de su mochila de princesas.

Camino a la escuela gastó la paga semanal en una botella de vino, metió la pequeña rana y la mantuvo allí dentro todo un día.  Cambió el vino a otra botella y tiró la que contenía la rana ahogada en vino.

A la hora justa puso el vino en la mesa y su padre no lo dudó, comenzó a beber. Se lo bebió todo. Cantó y durmió  varias horas.

Al día siguiente, a la hora de costumbre el padre colocó su botella de vino y comenzó a beber, ese día el vino le sentaba mal.  Le dolía el estómago, no estaba muy católico. Vomitó y y se acostó con mal cuerpo.  Al otro día a la hora de costumbre colocó su botella y le dio un trago  con desgana, hoy tampoco estaba mejor.   Al siguiente colocó la botella de vino. El olor le producía nauseas.  Después de algún tiempo dejó de intentarlo. El vino ya no era bienvenido en aquel cuerpo delgado y borrachín.


La Rana no había muerto en vano.  Con su muerte había regalado una nueva vida a un hombre ahogado en vino hasta aquel día y sobre todo la paz a una  esposa cansada y aquel niño olvidó los escondites y como no, mantuvo en secreto que había matado a una rana para salvar a su familia.







jueves, 7 de diciembre de 2017

Entre cena y desayuno




Había llegado a casa un poco mas temprano de lo habitual, con prisas, abrió la puerta como un rayo, dejó el bolso en mitad del pasillo y entró al baño presurosa a hacer pis.  Wow por los pelos. - pensó aliviada sentada en la taza del váter-.   Suspiró y se quitó los zapatos.  Fue a por el bolso y lo dejó en su dormitorio. Se recogió el pelo, le apetecía darse una ducha pero antes fue al salón a poner un poco de música, odiaba el silencio en casa.   Se quitó el abrigo, las medias tupidas invernales y desabrochó los botones de su vestido, justo en el momento que comenzaba su canción favorita y cuando se comenzó a desnudar, se dio cuenta de que estaba siendo observada.

Él estaba allí sentado  en uno de los taburetes de la isla en uno de los frontales del salón, con el pc encendido y los auriculares puestos.  La miraba inmóvil justo en ese instante en que el vestido iba a caer.

Ella recordó entonces que habían quedado para hablar de lo suyo, de su relación dormida por no decir muerta. Que le había dado permiso para  utilizar la llave de casa, ponerse cómodo y esperarla hasta que volviera del trabajo.   Había estado días entero pensando en qué decirle, pero  ese día había sido un día  de locos, no había pensado en ello, de echo, lo había olvidado.  Él suspiró y se mordió los labios.  Sigue.- dijo con una voz seria y cargado de deseo- 
Ella se quedó inmóvil, olvidaba lentamente todo el desenfreno del día.  Hizo el amago de dejar caer el vestido.   
Espera. - pidió en el último momento el hombre desde la penumbra solo iluminado por la luz del portátil-   Abróchate el  vestido y quítate las bragas.  Ella lo hizo.  

Él le pidió que se acercara y ella le dijo que fuera él quien fuera a ella. 

El hombre se acercó, cerca, muy cerca, piel con piel.  ¿Lo sientes? Dijo él.  Ella asintió con la cabeza. Se quedaron en silencio mientras se descubrieron en un abrazo.

- Bueno, ¿Qué haremos. Qué va a pasar con lo nuestro?

-  Ahora no lo sé cariño, mañana en el desayuno lo hablamos.  Dijo mientras la miraba a la vez que sus dedos llegaban a los jardines de las delicias.




lunes, 4 de diciembre de 2017

Puro amor



Él se levanta temprano. Muy temprano.  Cuando la ve a ella la mañana ya está avanzada pero siempre  dejan  a un lado aquello que están haciendo y se toman un café juntos.

Algunos días como aquél incluso tenían algo sorprendente que contar.

- Esta mañana me ha pasado algo, que verás cuando te lo cuente como te  vas a quedar.  Dijo él mientras se ponía azúcar en el café y ella terminaba de untar la sobrasada en su tostada.

Ella le acercó el plato con las tostadas, puso el azúcar en su café, esperó a que se acomodara un momento y ver como daba el primer bocado a  la tostada. Suspiró y le animó a que le contara lo sucedido.

- Iba andando por el camino habitual que suelo hacer,  cuando desde lejos, vi un bulto en el suelo, era grande, parecía una persona tirada en el suelo. Conforme me iba acercando mis sospechas se confirmaron. Eran las seis y media de la mañana y aquel tipo permanecía en el suelo inmóvil.  Le hablé. No reaccionaba.  Le di un golpecito en el hombro y pregunté si estaba bien.  No, no estaba bien, tenía una buena borrachera y tiritaba como si hubiera estado toda la noche allí bajo las gélidas temperaturas del frío polar.  Le puse mi sudadera y le pregunté si estaba lejos de casa.  No lo estaba. Pero las tiritonas que tenía casi le impedía hablar y desplazarse así que lo acompañé un buen tramo hasta que vi que parecía tener cierta coordinación.  Me quiso dar la sudadera pero aún lo veía dar tiritonas y le dije que ya me la devolvería.

- ¿Me quieres decir que has dado tu sudadera a un desconocido que estaba con una borrachera mortal  al que posiblemente no veas más?

- Si. Creo que si este tipo no hubiera reaccionado y vuelve a casa se hubiera muerto.  Estaba muy muy muy mal.

Se quedaron en silencio un instante, ella le sonrió y él le preguntó porqué lo hacía.

- Desde mi perspectiva si tú no hubieras estado allí, le das tu sudadera y le das un buen empuje para que se levantara su destino hubiera sido bastante jodido.  Eres un tío de la hostia amor mío. Estoy muy orgullosa de tener alguien así a mi lado.

- Pues pasé un poco de intranquilidad,  hubo un momento que pensé que era uno de esos trucos  en  que un cebo te hace parar y llega otro tipo y te  quitan los cuatro euros que llevas.

Ella lo miró con ternura y con amor, orgullosa de estar a su lado, de tener un tipo a su lado con no mucho dinero pero que no duda en dar lo que tiene a alguien que lo necesita.

-Dame un beso amor mío, estoy orgullosa de ti. Eres puro amor. Te quiero.

Se dieron un beso en los labios.


- Yo también te quiero cariño.









sábado, 2 de diciembre de 2017

Evolución





¿Por qué me dejaste de querer? Dijo él después de varios meses de silencio.

Hacía una mañana fría,  él hundía la cabeza en la bufanda y ella pasaba su brazo  por su hombro dándole calor. Aquella pregunta no le incomodó, ella misma se la había preguntado más de una vez en todo ese tiempo pasado.

No te he dejado de querer amor mío, no dejé que te alejaras demasiado. Necesito tu risa a carcajadas y tus silencios compartidos.  Puede que después de tantos años descubrí  que el amor evoluciona y  se convierte en algo que no esperamos, pensamos que ya  no es y...

Buscamos otro Edén - él la interrumpió-

Ella se recostó en su hombro, lo olió y le dio un beso en el cuello. 

No es eso amor, nuestro amor evolucionó a algo muy bonito ¿No te das cuenta?, no estoy segura si quiero alejarme de nuestro Edén, de tus manos y tus cosas tan conocidas.  No sé si quiero marcharme de este vergel, de estos colores tan nuestros. 

Él colocó su mano entre los muslos de la mujer.

No intentes distraerme, no vayas de angelito distraído, si me amaras como se debe  no estábamos aquí sino en nuestra cama haciendo el amor, o desnudos uno frente al otro. Como antes.


Ella  escondió la sonrisa en el cuello  de él. 

No intentes embaucarme, no seas diablillo que recuerda momentos de delicias y placeres.


El invierno llegó a Edén,  la pasión y el deseo hibernaba, el frío lo cubría todo y las luces realzaban la belleza de todo lo que formaba parte de aquella burbuja creadora, aquel lugar donde solo se había creado amor y tanto bonito ahora parecía estar helado.
Ya no había hojas de parra para cubrir sus cuerpos desnudos, ya no había nada que ocultar. Sabían que ni ella era un angelito inocente ni él un diablo cargado de tentaciones. 


Ella lo miró, deslizó la mano de él hacia su sexo y lo besó como hacía tiempo que no lo hacía, lo lamió y volvieron a saborearse.  Enlazaron sus manos.  Puede que no dejara de quererlo, solo que aún hacía frío en el paraíso. Puede que después de tantos años descubrió  que el amor evoluciona y  se convierte en algo que no esperamos.