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♥ Entra y siéntete en casa ...

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domingo, 24 de junio de 2018

Vecinos IX





Mis lágrimas me avergonzaban.  No me gusta que descubran mi debilidad.  Me había abandonado como el que deja a su mascota en alguna gasolinera antes de irse de vacaciones, al menos yo me había sentido así todo este largo periodo de tiempo.

Pero de pronto Alain comenzó  a hablar. Sus palabras comenzaron firmes pero poco a poco  su voz  se iba quebrando. Aquello que me estaba contando era terrible, un verdadero mazazo para alguien joven y bueno como él.  Mi corazón se encogió, me sentí culpable por todo lo que había pensado de él mientras Alain  dormía entre barrotes todo el tiempo que yo lo había estado maldiciendo.

Sus lágrimas brotaron como las mías, avergonzadas y ahogadas. Intentó reponerse, actuar como el hombre que recordaba.  Pero a veces cuesta, lo sé por experiencia propia.  Después de contarme su terrible accidente, su estancia en la cárcel, se giró buscando algo para fingir normalidad y seguir trabajando como si no hubiera sufrimiento, como si no hubiera solución ni perdón... 

Pero  si lo había. No podía engañar a mi corazón.  Lo quería, lo amaba y su sufrimiento... su sufrimiento era el mío.  Lo abracé por la espalda.  " perdona, perdóname por haber dado por echo que no me querías,  por no haberte buscado, por no haberte acompañado en tus días más complicados... nunca dejé de quererte".

Tan pronto dejé de hablar, Alain se giró para besarme.  Sentí por un instante como si el tiempo no hubiera pasado y el dolor que había sentido tantos días sólo fuera una pesadilla que se olvidaba con las luces del alba, sentí nuevamente esos besos tan llenos de pasión. Le retiré con mis dedos sus lágrimas furtivas  y entonces en algún instante entre besos y lágrimas sentí la fuerza de su abrazo, volví a sentirme  pequeñita y frágil entre sus fuertes brazos,  tenía miedo de un nuevo comienzo, ilusionarme y que todo fuera una especie de espejismo. El amor es un riesgo. No hay que tener miedo a entregar todo lo que eres, ni a sentir. No quería perderme la vida con el hombre que amaba y me dejé abrazar por sus brazos que parecían aún más fuertes de lo que recordaba.  La vida en ocasiones nos hace más fuertes.

Él -pincha aqui-


domingo, 17 de junio de 2018

Vecinos VIII



De pronto lo tuve en mi cocina. Durante un instante nuestras miradas se cruzaron, noté su nerviosismo, lo conocía lo suficiente como para saber que mil pensamientos no le dejarían razonar con claridad. No tardaron en descubrir donde estaba el fallo del frigorífico.  Alain me miró cuando reafirmé  algún comentario de su jefe, intuyendo que no fue casual el estropicio del enchufe.  No puso ninguna objeción  cuando el jefe lo mandó volver solo a reparar la fuente de alimentación.  Sonreí por tener ese golpe de suerte que el destino me regalaba.  Aplaqué mis ganas de hablar para ese momento en que estuviéramos solos.  
Mientras esperaba su vuelta me pinté los labios y me puse  el vestido de flores. La verdad,  no sé por qué lo hice. Puede que simplemente sabía que aquel vestido le gustaba.

Le saludé con cierta ironía,  no me gustó nada que no me contestara, que simplemente entrara en la cocina con  esa naturalidad de saber exactamente donde estaba.  Cerré la puerta con energía. Ya estaba aquí, después de tantas noches vacías hoy me iba a escuchar, necesitaba una explicación.

- ¿Puedo abrir la ventana? hace calor aquí-  Alain intentaba crear un ambiente cordial.

No. No puedes abrir la ventana porque hace 8 meses se quedó encasquillada en los raíles y no tenía fuerzas para volverla abrir.   Posiblemente se había oxidado, como  mi  corazón cuando descubrió que habías alquilado el piso.  No  podré perdonarte nunca, descubrir que de pronto tu teléfono ya no está operativo, que tus amigos no saben donde estás... que simplemente desapareciste. Creía en ti, creía en nuestros planes de futuro. Yo... yo te quería, y me trataste como si fuera una de esas chicas de habitaciones por horas a la que no tienes que darle explicaciones porque solo es la chica del momento.  ¿Eso fui para ti, la chica del momento?. Mírame a la cara...  -esperó unos segundos retando su mirada con la de Alain con ojos vidriosos debido a tanto sentimiento acumulado- me partiste el corazón.

Alain estaba allí, sin decir una palabra, sólo me escuchaba con tristeza. Me odié cuando descubrí  que las lágrimas salieron furtivas resbalando por mi mejilla. Me las limpié con rapidez y rabia. 

Entónces fue cuando él con un tono de voz  apesadumbrado me recordó la última vez que estuvimos juntos.
Si, lo recordaba, había pensado en aquel día un millón de veces. 





domingo, 10 de junio de 2018

Vecinos VII





Iba por mi cuarta copa cuando él salió del  restaurante, con la cabeza baja,  esperó a su acompañante en la calle, fumando.  Lo sé porque me acerqué a un ventanal con vistas a la avenida.  Vi como tiraba el cigarrillo al llegar su amigo y como se subían en una furgoneta de empresa. "Reparaciones de electrodomésticos  a domicilio" . Apunté el número de teléfono.  Terminé de cenar y llamé a un taxi porque estaba borracha. Cuando llegué a casa fui directamente al baño, pasé toda la noche vomitando. 

A la mañana siguiente después de toda una noche sin dormir llamé por teléfono.  Mi actitud desesperada por quedarme sin congelador y la pérdida de todos mis congelados hizo  que lo apuntaran  como urgente,  me comunicaron que pasarían esa misma mañana.  

Y allí estaba yo, frente a la ventana cuando vi llegar la jodida furgoneta de reparaciones, me aseguré que la clavija del enchufe estuviera bien doblada y esperé tras la puerta.  Llamaron al porterillo,  "Somos los técnicos".  Los esperé con la puerta abierta pero mi sorpresa fue que solo había uno.  Me saludó y al entrar dijo "vamos a echarle un ojo a ese congelador a ver si podemos hacer algo".  

Maldita forma de hablar. Este tipo lo hablaba todo en plural. Cuando entró en el descansillo de casa, se paró para que le indicara el camino a la cocina. De pronto unas nuevas náuseas volvieron a mi estómago revuelto. Le indiqué el camino a la vez que hice el gesto de cerrar la puerta de casa. "No cierre señorita, mi compañero viene ahí detrás".  Las náuseas aumentaron, quizás por la adrenalina, si...  escuchaba sus pasos  subiendo las escaleras. Dejé la puerta abierta mientras indicaba al que llegó primero el camino a la cocina. Ahora no tendría escapatoria, me tendría que ver, me tendría que mirar a los  ojos.



domingo, 3 de junio de 2018

Vecinos VI

Capitulo 2.-   Un año después



Llegaba tarde.  Definitivamente el trabajo se había convertido en mi universo, me pasaba las horas  en aquella tienda de ropa y complementos.   Me coloqué los zapatos de tacones  dorados a la carrera justo antes de apagar las luces y cerrar la puerta de casa para salir tan rápida como esos 7 cm. de tacón me dejasen. 
Cuando apagué la luz pude ver el reflejo de la ventana de los vecinos de enfrente. Los niños jugaban con una pelotita de goma.  Bajé las escaleras del bloque enfadada por haberle recordado. Hacía ya tiempo que me había prometido no perder el tiempo pensándole.  Posiblemente estaría en alguna parte del mundo compartiendo noches con alguna mujer. 

Esa noche en la ciudad no había mucho tráfico y la conducción era fácil. A mitad de camino el teléfono sonó. Activé el manos libres. Resultó ser Oscar que me animaba para ir con la cuadrilla de amigos a tomar unas copas. Pero desistí. Sabía de sus intenciones y no tenía ganas de complicaciones amorosas. Aunque la verdad era que no me gustaba aquel tipo, desde hacía un tiempo no me gustaba ninguno,  cuando entraba en casa y me ponía el pijama  me sentía como la vecina de los gatos, aunque por no tener no tenía ni gato. Era patética en todos los aspectos.

Entré en el restaurante. Era la primera vez que iba, llegué tarde en la reserva de mi habitual y me arriesgué con la novedad.  Di mi nombre y dije esa frase que ya no me avergonzaba a base de repetirla.  "Tenía una mesa reservada para uno".  El camarero me sonrió amablemente y me acompañó a la mesa. Me vi en el reflejo del espejo que había colocado en una columna.  Pensé que quizás el vestido que elegí era demasiado elegante y ceñido para ir a cenar sola un día cualquiera.

Cuando me senté en mi mesa, esperé con una copa en la mano a que me sirvieran. Eché un vistazo a la sala de comensales, la iluminación era bonita. A penas veía más allá de tres mesas, mi presbicia hacia mella, la edad no perdona, pero di un trago largo al verle, ni oculto tras una mano que quería ser seto que camufla, ni aquella barba aspirante a hipster hicieron que no lo reconociera. Sin duda era él. Entre todas las personas del mundo la única que no hubiera querido encontrarme... y por lo que veía, yo parecía producirle el mismo jodido efecto. Pero no me marché, pedí otra copa.



viernes, 1 de junio de 2018

La chica kriptonita




* En las duchas del trabajo...

- Tio, ¿ Y esos calzoncillos de Superman?

- Me los compra mi novia, pero es mi  kriptonita,  con ella me duran poco puestos.