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♥ Entra y siéntete en casa ...

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viernes, 31 de enero de 2014

Sin parangón

No sabría contar el motivo o la circunstancias que llevó a Marta estar en aquella habitación en penumbras, en ropa interior frente a Eugenio (compañero de trabajo recientemente divorciado)
Puede que no hubiera motivos ni circunstancias, puede que tan sólo hubiera una irresistible atracción mutua forjada día a día entre fotocopias, formularios, reuniones, desayunos y sonrisas robadas entre pasillos.
Por alguna extraña razón se sintió aliviada cuando le comentaron que se había divorciado, quizá ahora no se sintiese culpable por tener esos pensamientos lascivos hacia él.
Lo imaginaba en momentos íntimos, inventaba encuentros fortuitos donde se entregaba a él sin contemplaciones.

El motivo que la arrastró hacia el piso de Eugenio carecía de importancia, ambos sabían que era una escusa para estar desnudos uno frente al otro.
Antes de lo esperado Eugenio la había besado atropelladamente, sin mucha destreza ni armonía,  había pasado su mano por el pecho de Marta y lo apretujó como si fuera una pelota antiestres, la cogió de la mano y la llevó a su dormitorio donde siguió besándola.  Marta no sentía nada, ni una chispa, ni un cosquilleo, nada,  se sentía inmersa en una situación insólita.
Se fueron desvistiendo, mientras se besaban y acariciaban, él hacía extraños ruiditos, como si le costara respirar, mantenía los ojos cerrado la mayoría del tiempo mientras que Marta no perdía detalle de cada gesto, de cada sensación que le producía  aquel momento.   Cayeron en la cama y allí descubrió el peludo pecho de Eugenio, sus fuertes brazos,  con el pelo tan alborotado no parecía el hombre sensato y atractivo de la oficina,  olía distinto  a como ella lo imaginaba, el aroma a su colonia habitual había desaparecido, ahora olía a Eugenio y no sabía muy bien si le gustaba. Estuvieron revolviendo la cama un rato largo hasta que se fueron aburriendo.  "No es por ti Marta, me gustas mucho pero debe ser por los nervios y el estrés del divorcio".  Se dio por vencido y se tumbó panza arriba en la cama dejando claro que su sable del amor no estaba para batallas.  "No importa, lo entiendo, yo tampoco estoy en mi mejor momento"

Mientras volvía a casa intentaba aclarar todas las sensaciones que desordenadas aturrullaban sus pensamientos mientras  el sol la martirizaba tras las ventanas del bus.  Se sentía aliviada de haber salido del piso de Eugenio indemne, no tenía claro si con un  poquito menos de dignidad.
Ahora sabía un poco más de él, había atravesado cierta frontera,  conocía su verdadero olor, conocía lo que había bajo el elegante traje de Massimo Dutti.
Ahora sabía un poco más de él y no tenía claro si le apetecía volver a intentarlo o hacer como si no hubiera ocurrido. Nunca antes se había enfrentado a semejante  tesitura.






miércoles, 29 de enero de 2014

Caminos nocturnos





Sombras, espectros en la 
madrugada, 
fantasmas de silencio
a la orilla del camino,
espectros de la mente,
vigilan el descuido...
Atraen, atrapan, desgarran
Abren el alma, hielan la sangre...
Te dejan vacío.
Abren la tierra, secan los ríos.
Música triste, sonidos sordos,
resuena en la madrugada...








lunes, 27 de enero de 2014

Duermevela



Dormía plácidamente.


En mitad del sueño despertó sintiendo como le acariciaban su melena rojiza, con suavidad  y ternura.

Una sensación agradable y placentera pero a ella la sumió en miedo paralizante.
Ella vivía sola y no había nadie
en casa...




viernes, 24 de enero de 2014

Ágata IV

 Salió un poco más tarde de lo habitual para desayunar,  el trasiego de los clientes en busca de las rebajas la habían tenido atada a la tienda toda la mañana sin darse un respiro.

Cuando se sentó en su mesa favorita y se sirvió  la primera taza de té encontró ese poquito de felicidad que de vez en cuando se suele encontrar por causalidad.  El sol brillaba, aún  tímido y sin fuerzas, pero aquella mañana parecía que la primavera se coló por alguna rendija, decidió despojarse de su cardigan.
Se servía su segunda y última taza de té cuando lo vio pasar con la moto.   Él también la vio,  giró bruscamente y aparcó entre dos coches, se quitó el casco y lo dejó sobre el manillar de la moto.
-¿escaqueándote?  Se tomó la libertad de sentarse junto a ella.
- Ojalá Ricardo !!!  Acabo de salir,  estas Rebajas me  van a matar.
Ricardo rió mientras ella le servía té en una taza y apuraba lo que quedaba en la tetera.
Él se bajó un poco la cremallera de la chamarreta y bebió de la taza, puso un cigarrillo en su boca y lo encendió.
- Es una pena, que tengas que volver al trabajo, - dio una calada al cigarro, ella lo miraba silenciosa y expectante a lo que iba a sugerir-  podríamos irnos con la moto, por ahí, lejos ¿Haz viajado en moto alguna vez?
- No, nunca.
-Yo te llevaría donde tu quisieras, sabes que mañana me voy, - dio una nueva calada-  vente conmigo, mi hermano lo entenderá, podemos ir ahora a casa,  coger lo que necesites y nos piramos.
Ágata se limitó a sonreír.
-Esto va en serio Ágata, a caso vas a renegar de tus miradas, de tus gestos, de la forma que me tratas... Podemos intentarlo al menos, tu y yo estamos en la misma honda y lo vamos a pasar MUY BIEN juntos.

La muchacha permanecía en silencio, mano sobre mano apoyadas en la pequeña mesa,  "¿lo dices en serio?", sus ojos brillaban y una mueca divertida hizo darle confianza a Ricardo.  "Claro tía! vámonos,  hay que ser valiente en esta vida y dejar atrás los lastres!"
Ágata no fumaba, sabía fumar pero no fumaba nunca,  sabía los perjuicios para la salud y para la piel. Le  cogió el cigarro a Ricardo y le dio  una profunda calada con cierta sensualidad, expulsó el humo,  fabricó unos cuantos círculos de humo para demostrar su destreza.  El rostro del hombre no pudo disimular su sorpresa.
La muchacha dio otra calada al cigarro, se inclinó hacia delante y aclaró "Si te digo que si, ¿nos vamos ahora?"  "Claro, como el Rayo,  bonita"  ella le miró a los ojos y pestañeó  un par de veces, él se acercó a ella y la besó.  ( Un beso corto, sin sabor ni sentimiento,  un beso vacío y hueco, fue como entrar en una caverna donde no hay nada de ver, pero ella supo que aquello iba en serio, el beso no dejaba duda a especulaciones)
Ágata se reclinó entonces en su silla y volvió a fumar. 

- Podríamos irnos en la moto juntos tan lejos como alcanzara nuestra imaginación,  tu hermano seguro que lo entendería,  seguro que si, posiblemente lo podríamos pasar en grande, eso no lo dudo, pero no lo voy a hacer  - tiró todo el humo a la cara de Ricardo-  porque al hombre que amo es a tu hermano, y soy muy valiente, si, en mi vida no hay ningún lastre mas que los capullos que se me acercan ofreciéndome aventuras  alocadas y extremas.  Si algún día me enamoro de otro hombre será Roberto el primero en saberlo y no huiré como si fuera una vulgar rata de cloaca.   De verdad que no te entiendo,  no sé cuales han sido mis miradas y mis gestos, pero sin duda han sido forzados para no demostrar mi desconfianza hacia ti. Tu hermano no se merece esto, está tan equivocado contigo... si de algo me alegro es de sentir el alivio de que mañana dejarás de estar en nuestras vidas.

Apagó el cigarro en el cenicero de la mesa de al lado, cogió su cardigan y volvió al trabajo.



Ricardo adelantó su regreso a casa, tan pronto desayunó marchó al aeropuerto, esta vez la despedida fue entre los cafés y tostadas en la cocina de casa. 
Roberto estaba un poco tristón.
Ágata aliviada.

Aquél día hizo todo lo posible para poder salir mas temprano. Roberto se sorprendió cuando la vio entrar en su trabajo.  Esperó a que llegara a la zona privada donde descansaban cuando no tenían  a quien atender.  La abrazó con naturalidad, aquel espacio requería la intimidad que él necesitaba.
Volvieron a casa pronto, juntos paseando por la ciudad, Ágata le pidió que no utilizara el bastón, prefería ir agarrada a su brazo y si había algo que esquivar ya le diría ella...

Le encantó aquella sensación de llegar a casa los dos solos, sin nadie más.  Se metió en la ducha tan pronto llegó y se puso tan cómoda como pudo; nada de tacones, medias ni cinturones.  Se puso la ropa interior y una camisa de Roberto, amplia y suave.

Roberto se había quedado en el salón leyendo algo que le había dejado uno de los compañeros de trabajo, estaba en braille  y Ágata nunca sabía que era lo que leía.
La muchacha abrió un momento la ventana para regar unas macetas, la temperatura era suave, te hacía recordar que la primavera no estaba tan lejos.

-¡ Ágata ! ¿Dónde estás?   Roberto miraba al frente,  como si mirara a un vacío al que ella no tuviera acceso. 

- Estoy aquí en la ventana.   Cuando se giró y descubrió que tan sólo los separaban dos metros pensó que quizás estaba teniendo una crisis. 
Se acercó a él  y le preguntó que le pasaba, él la tranquilizó diciendo que se había echado las gotas, tenía la vista demasiado cansada y había decidido no esperar a la noche.
Ella se sentó en su piernas y le preguntó si la quería. 

- Si - no se andó con rodeos- Tu, Yo y el mundo.  ¿Y tú, me quieres, aunque no te pueda ver?
-Si.   No me podrás ver con claridad pero si me puedes tocar con toda libertad.  - Roberto sonrió- ¿ y tú me quieres aunque sea una muchacha demasiado joven?
- Si, puedes que seas joven pero tienes mas personalidad que cualquier mujer.

Se quedaron un momento en silencio, él acariciaba las suaves piernas de la joven,  ella le olía el pelo y se lo atusaba, le gustaba su olor, le gustaba como la acariciaba,  " me habías asustado, pensé que  habías perdido la visión".  "No tengas miedo, cuando llegue ese día  no pasará nada, todo seguirá igual, solo que a partir de ese momento te tendré que imaginar"  "ojalá nunca llegue ese día, ojalá pudiera darte uno de mis ojos para compartir el paisaje de nuestro mundo" "Ay muchacha, ojalá pudiera darte todo el amor que me das, toda la felicidad que me regalas"
Tormenta, la gata de ojos fantasmales se subió al sofá junto al hombre que la acogió, maulló pidiendo su atención pero Roberto la ignoró, ni siquiera la miró, el felino dio un ágil salto y se trasladó a otro rincón donde pasar el rato acurrucada.
Ágata dejaba caer la cabeza sobre el hombro de Roberto, el único ruido que se escuchaba era el de los coches en la calle, parecían estar muy lejos, en otro mundo.  En aquel espacio se podía escuchar la leve respiración de la muchacha y el roce de la mano de Roberto al abrir algún botón de la camisa que portaba Ágata.


"Las manos de Roberto siguen la senda de mi cuerpo, 
me sentía más unida a él que nunca... 
me gusta la sutil suavidad de sus manos, 
su sentir pleno y entregado,
conocía todos sus detalles, todos sus gestos,
él conoce todo mi cuerpo sin reparos
 y me gusta que me sepa toda suya cuando nos amamos"



"siento su respiración,
que se vuelve pesada,
se congestiona,
como una bomba a punto de estallar"

...Yo sólo quiero que cada día parezca el primero,
que te reflejes en mis ojos
y yo en los tuyos,
que mis labios encuentren tu boca cuando la busque,
que siga llenando tus abrazos,
que nuestros dedos continúen dibujando en nuestras espaldas,
que en nuestra habitación huela a sexo, 
urgente o sereno,
podría decir que...
no tanto que me quieras
como que me dejes quererte...





martes, 21 de enero de 2014

Ágata III

Había pasado justo una semana desde que llegó Ricardo, pese a lo que imaginaban a penas tuvieron tiempo de estar juntos,  a excepción del fin de semana en el que hicieron un poco del turismo tradicional y cenaron fuera para que Ricardo disfrutara de los momentos noctámbulos de la ciudad  no coincidieron en toda la semana más que en algún que otro momento fugaz.

Ágata estaba enredada en los inminentes cambios de temporadas, en las épocas en que las novedades textiles llegaban no tenía tiempo para nada y hacer horas extras era algo habitual.
Roberto  se tomaba con calma su trabajo, lo único que le producía cierta inquietud era el chico en prácticas, necesitaba encontrar una persona más para que el cuadrante de horas fuera aún mejor, sus dos compañeros de trabajo  le presionaron para que se tomaran en serio contratar a alguien más, pero encontrar la persona  adecuada no era tan fácil como parecía.
Ricardo tampoco paraba, el viaje resultó ser de negocios y cada día salía en busca de clientes, las citas con su abogado al parecer también fueron numerosas en la semana.   Las cosas parecieron complicarse y lo que se esperaba que fuera simple rutina se enredaba entre papeleos y laberintos jurídicos.

La noche antes determinaron ir a cenar al mismo lugar de la pasada semana, lo pasaron bien, la comida era deliciosa y las camareras guapas y simpáticas, detalle que Ricardo sabía apreciar. Los tres se reunirían allí después de terminar su jornada laboral.

Cuando llegó Ágata con su abrigo color mostaza la sonrisa del encargado del local fue instantánea, se dirigió a ella y le comentó que era un placer volverla a tener allí.  Ella le agradeció el comentario mientras se quitaba el abrigo dejando ver su corto y vaporoso vestido, unas medias tupidas y unos tacones de vértigo,  la larguísima melena, puede que por efectos climáticos, estaba ligeramente ondulada.
Se dirigió a los salones de la parte de atrás, eran más acogedores en aquella época del año.  Justo al entrar pudo ver a Ricardo sentado en un taburete, mirando por la cristalera que daba a las vistas de un  hermoso patio interior donde algún que otro árbol y miles de macetas adornaban aquel rincón de ensueño. Tenia la mirada perdida, pensativo, desde que llegó no se afeitaba así que la barba comenzaba a ser visible, tan ausente estaba que no se dio cuenta que Ágata había llegado hasta que la muchacha estuvo junto a él y saludó.

- ¿No ha llegado aún Roberto? 
- No.  Yo fui el primero, ¿Elegimos mesa o esperamos ?  Se levantó cogiendo un vaso con lo que parecía un gintonic.
- Nos sentamos en una mesa mejor.  
La muchacha fue directamente  hacia una de ellas, a esas horas  apenas había comensales y era un placer poder elegir el lugar donde pasarías buena parte de la noche.

- A  Roberto le gusta mucho esta mesa.  Comentó a la vez que se sentaba y miraba de reojo hacia la puerta para ver entrar a su compañero.

- ¿Por la chimenea?  el calor de las brasas hacía aquella mesa una de las más acogedoras.
- No...  si nos sentamos aquí no tiene que ir sorteando tanta mesa.
- Ah claro!!
El silencio envolvió aquel instante, Ricardo bebió un poco y Ágata miró el teléfono móvil para ver que no tenía  mensajes, lo dejó en un rinconcito de la mesa.   Una de las camareras llegó y preguntó si necesitaban algo. Ágata pidió una copa de vino, Ricardo estaba servido.
Ricardo siguió con la mirada los pasos de la camarera que justo antes de desaparecer de su vista la vio parar y dejar paso a Roberto que la saludó comentándole algo que la hizo reír a carcajadas.
Roberto miró donde estaban sentados y plegó el bastón metiendolo de inmediato en la pequeña mochila de cuero que era como una extensión de él mismo, nunca salía de casa sin ella.  Se acercó a la mesa y dijo que iría al baño.   Ágata se levantó y le pidió un beso, él se lo dio con cierta timidez.
Guardaba el móvil...

- ¿ Lo quieres mucho verdad?
Ella hizo una mueca  apretando los labios y afirmando.

- Mi hermano siempre es una caja de sorpresas, cuando vienes a verlo siempre tiene algo sorprendente que te deslumbra, pero esta vez la sorpresa ha sido mayúscula, eres una verdadera joya.
Ella simplemente le dio las gracias, era una de esas personas que se bloqueaba ante los cumplidos y nunca sabía bien lo que decir, siempre encontraba la respuesta a destiempo.


Roberto llegó y se sentó a la mesa, de inmediato fueron atendido y servidos.
La muchacha se quitó los zapatos cuando la  camarera puso en  la mesa los postres;  helado para ella, y chupitos para ellos.  Hizo descansar sus pies sobre los  pies de Roberto que la miró de reojo, ella lo miró cómplice. Aquella noche las conversaciones fueron banales,  sólo cuando Roberto estuvo contando alguna que otra leyenda de la ciudad Ágata prestó toda su atención, mientras, removía y trasteaba sus pies en los tobillos de su compañero.

Él la miraba sin mirar,  mantenía una divertida velada prestando aparentemente toda la atención a su hermano, sin embargo,  en un discreto  segundo plano  se recreaba con los juguetones pies de su muchacha que en apariencia sólo se entretenía comiendo esa gigantesca copa helada con mucho de todo que casi ocultaba  su hermoso rostro... primero comió la nata que rebosaba por los bordes como una montaña de cuento, después fue cogiendo cucharaditas intercambiando entre los sabores  bañandolo con el caramelo líquido que cubría cada rincón de la copa,  saboreaba cada cucharada como si fuera la última, pasaba la lengua por la cucharilla para que no quedara ni rastro...
 Hacia la mitad  balbuceó   "mmmmm este sabor es delicioso...  Pruebalo"  llenó una generosa cucharada y se la cedió a Roberto.  Éste dejó que fuera ella quien le diera a  probar, como esa imagen de las madres cuando le acercan a sus pequeños hijos una papilla nueva sin tener la certeza de que le fuera a gustar del todo.
"Pues si que está jodidamente bueno"
Después de este paréntesis todo volvió por donde aquella expresión tan deliciosa había interrumpido.
Minutos después Roberto dijo tener que ir al baño.
El local comenzó su metamorfosis y lo que era un restaurante ahora era un espectáculo de magia y variedades, las luces se apagaron y focos de distintos colores alumbraban el recinto.

Ricardo la miró y le sugirió si a él no le iba a dar a probar,  "claro,  pediré una cuchara"   Aquel comentario dejaba al descubierto su ingenuidad.  "No, no hace falta, seguro que con esa cuchara sabe mejor"
En ese momento tuvo unas incontrolable ganas de llorar,  frunció el ceño y preguntó que había querido decir con aquello, "llevas diez minutos lamiendo esa cuchara, sin duda debe estar deliciosa" lejos de mejorar, enturbió aún mas la situación.
En ese momento volvió Roberto y a pesar de que las luces habían cambiado y la penumbra primaba, descubrió el ceño de Ágata, "Que te ocurre" .    Ella no dijo nada Ricardo se adelantó, "Pues que tu muchacha no quiere darme a probar de su cuchara, y veo que me va a dejar con las ganas de saborearla"
Roberto la miró y no pudo evitar reír,  Ágata estaba empezando a enfadarse, no comprendía la situación.

- ¿ No habrás utilizado el tonito a  lo Michey Rourke en 9 semanas y media?

Ricardo miró a su hermano con el brazo sobre la mesa y mano en su mejilla y balbuceó "No lo he podido evitar, lo siento de verdad.... - reía junto a su hermano-  es que la situación era perfecta y bueno... lo siento Ágata, no quería ofenderte"

- Pero no entiendes que ella no te conoce lo suficiente como para saber que estas bromas son las que te divierten.

Ágata entendió que aquello era parte del humor de Ricardo, y si no lo era,  lo mejor sería dejarlo estar, pasar por alto aquel comentario que poseía demasiada carga emocional... para hacer las pases le regaló la guinda que coronaba la montaña de nata y estuvo esquivando la cuchara mientras se rebosaba con el caramelo y el helado. 

Ya en la madrugada, salieron del local, Ágata se cogió al brazo de Roberto, se agarraba a él con los dos brazos y apoyaba la cabeza en su hombro a cada rato. Roberto dejó dentro de la mochila su bastón,  Ágata se sentía tan protegida, aquella noche era ella quien se apoyaba en él, necesitaba tenerlo cerca.
Cuando llegaron a casa Ricardo volvió a disculparse, Roberto le quitaba importancia y Ágata aunque aceptaba el juego y la situación jocosa no terminaba de fiarse demasiado.

Roberto se metió en la cama de inmediato, con su pijama azul y los calcetines morados. Ágata se demoró un poco al desmaquillarse, se puso a los pies de la cama y se fue despojando de su ropa poco a poco, Roberto la miraba esperando a que se metiera en la cama para apagar la luz y descansar,  ella se queda desnuda y gatea desde los pies de la cama hasta entrar bajo las mantas.   Lo miró y  besó con pasión desmedida,  suavemente tendió su cuerpo sobre la cama, la mirada opaca de Roberto miraba con deseo los labios  entreabiertos de Ágata que esperaba su beso con vehemencia,   él se despoja de su pijama y aproxima su cuerpo a la de la muchacha hasta cubrirla entera, penetra lentamente su vientre, sus piernas se enroscan,  los brazos de la muchacha lo aprisiona y su lengua se aloca queriendo morderle, sus cuerpos se vacían sobre el deseo ya consumado, exhaustos se rinden al agotamiento y duermen...







sábado, 18 de enero de 2014

Ágata II


      Era un simple Viernes laboral para cualquier trabajador, pero ni Roberto ni Ágata habían ido a trabajar, ambos pidieron el día libre, un acontecimiento tan esperado como deseado se iba a  producir.


Se levantaron los dos juntos y realizaron el ritual de prepararse para salir de casa con ritmo enérgico y alegre.
Ágata no solía conducir demasiado, por la ciudad prefería el transporte público o  su bicicleta. Había olvidado donde tenía aparcado el coche, tuvieron que dar un par de vueltas a la segunda planta del sótano del parking para encontrarlo. Entraron en él, se abrocharon los cinturones de seguridad y después de que se "calara" un par de veces por fin consiguió arrancarlo y salir de aquel oscuro y húmedo sótano.

Llegaron media hora antes de que el avión aterrizara.


Paseaban sin prisas, por las amplias cristaleras miraban como los aviones aterrizaban o despegaban. El día era gris, aquella noche había llovido y el cielo encapotado no dejaba oportunidad a que el sol brillara ni por un momento.    Megafonía advirtió que un vuelo llegaba con retraso, Roberto se acercó la mano a la cara, cualquiera pondría la vista torcida al querer ver de tan cerca pero para él era la distancia perfecta para descubrir que el vuelo retrasado coincidía con el que tenía apuntado en la mano. Decidieron entonces sentarse un rato en la cafetería para hacer tiempo, una hora de retraso tampoco era tanto...

Ágata daba vueltas y vueltas con la cucharilla al té humeante, Roberto sabía que algo le rondaba por la cabeza.  No se andó con rodeos,  se lo preguntó y ella le respondió con la misma claridad que tuvo la pregunta:

- Tengo miedo a no caerle bien, a que me vea demasiado joven, a que algo se tuerza y todo se vaya al garete...

Roberto dió un largo sorbo a su té, casi se bebió media taza.

- Con mi hermano puede pasar cualquier cosa pero no creo que su visita la utilice para dar el visto bueno a la mujer que amo. No tengas miedo.

Ágata le sonrió y él le cogió la mano a la que le dió un beso con efecto tranquilizador.

Ella se levantó y dijo que iba a comprar tabaco.
La miró mientras se alejaba, los tacones le estilizaban aún más su delgado cuerpo, se movía armoniosamente, pronto la perdió de vista pero minutos después volvió a verla y descubrió como algún muchacho se quedaba mirándola, era difícil que pasara desapercibida.

...

El abrazo fue tan efusivo que la muchacha temió por la integridad de Roberto, después los dos hermanos  se dieron un par de besos, y por último fue presentada.
Ricardo  era aún mas guapo que su hermano,  llevaba un loock totalmente a la moda,  Ágata discretamente se adelantó unos metros para que los hermanos conversaran.
Ricardo la observaba,  iban hablando y en ocasiones sorteando viandantes que se le cruzaban sin previo aviso, Roberto hablaba, hablaba y hablaba...

- Que guapa es!  Ricardo lo soltó de golpe en mitad de la terminal.
- Si.  No podía negar la evidencia
- Dónde la encontraste?
-  No la encontré, ella vino a mí, fue al gabinete, tenía mal la espalda y una cosa trajo la otra... ya sabes.
- Puff,  eres un tío con suerte hermano.


Llegar a la salida de la terminal se estaba convirtiendo en un recorrido interminable, Ricardo era el que hablaba y hablaba ahora,  pero Roberto apenas le prestaba atención, estaba con todos sus sentidos alerta para no chocar con nada ni nadie y si tenía que despistarse con algo lo hacía con su muchacha que levitaba unos pocos metros delante de su bastón.
 " De buena gana revolearía el bastón y correría hacia ella para besarla apasionadamente, allí en mitad de todo aquel ir y venir, la arrastraría hasta la salida de emergencia mas cercana y la amaría sin contemplaciones,  ella era apasionada como yo y quizá los remordimientos de ese acto descontrolado llegarían después, al salir del escondrijo y volver a la terminal como si tal cosa, pero no...   no había visto ninguna salida de emergencia, ni tenía la confianza de revolear el bastón y menos aún de salir corriendo sin darse de bruces con cualquier obstáculo traicionero"

Esta vez encontraron el coche a la primera, se pusieron los tres el cinturón de seguridad y volvieron a casa, con suerte no encontrarían demasiado tráfico y llegarían a casa justo para el almuerzo.






miércoles, 15 de enero de 2014

Ágata







Cuando sonó el timbre estaba colocando las últimas arandelas del nuevo visillo, así la luz entraría opaca en la estancia preferida de Ágata.
El timbre sonó de nuevo, esta vez con menor insistencia.

-Ah!, eres tu!, Ven entra te enseñaré algo! Cogió a Roberto de la mano y lo arrastró en volandas  hasta el centro del salón.

El hombre se esforzó en descubrir la sorpresa, eso que tenía que intuir,  ya que ver,  no veía mucho, a penas tenía un 30% de visión pero tenía un gran poder de intuición y cuando pudo vislumbrar los cuatro libros en el suelo apilados junto a la ventana supo de qué se trataba.

- Me gusta mucho, da un ambiente mas canela a  todo.  Se quedó plantado en el mismo sitio sin mover un músculo.

- ¿Más canela,  que quieres decir con eso?  la muchacha volvió a subir sobre los libros y remató el trabajo.

- Bueno, que te sientes arropado, cómodo... y deberías ponerte algo en los pies, aún hace frío para andar descalza.

- Si ya pero...

- La moqueta no te salva de la gripe Ágata.  Cuando dijo ésto ya se había sentado en su sitio favorito, el sofá de cuatro plazas junto a la ventana.

Tormenta -la gata callejera que un buen día lo siguió por media ciudad y decidió por voluntad propia quedarse en su piso para siempre- se acurrucó entre sus piernas esperando sus caricias.  Mientras, notaba que la luz del día desaparecía y ese ambiente opaco y de calidez ya era un recuerdo.  Ágata se paseaba  con su pijama de pantalón cortísimo, dejando sus largas y delgadas piernas a la vista de Roberto.
La muchacha era bastante mas joven que el hombre,  ella vivía su década veinteañera, irradiaba energía, su simple carcajada era una verdadera descarga electromagnética.  Su melena brillaba y era suave como la ceda, larga hasta la cintura, en muchas ocasiones  ocultaba entre mechones sus pequeños pechos como  Eva en el paraíso. Sus ojos verde oliva,  sus labios carnosos  y sus uñas siempre pintadas de rojo pasión eran características que llamaban la atención.
El hombre estaba en una  travesía cuarentona, esa que ya lleva el piloto automático puesto  que ya no  quedan demasiadas ganas de sorpresas y la tranquilidad es tan  valorada como necesaria.  Siempre tuvo problemas de visión pero con los años se agravó,  se había preparado para cuando el mundo lo viera en negro,  sabía leer braille, se desenvolvía por la cuidad con su bastón, preparaba la comida sin apenas accidentes. Nunca sintió su escasa vista como un drama, estudió y se convirtió en fisioterapeuta. La delgadez de la juventud aún la mantenía, la agilidad y reflejos ya no eran la misma pero en la ciudad tampoco había grandes obstáculos, era tan simpático que cuando él llegaba a cualquier lugar todo el mundo lo conocía.  Sus manos eran huesudas y sus ojos... bueno diría que Roberto tiene esos ojos especiales que son cambiantes, que según el día y la luz que les dé así es su color.
Nunca lleva el pelo demasiado corto,  a veces el flequillo le tapa los ojos,  es muy guapo,  pero Roberto,  a pesar de sus años,  aún no se ha dado cuenta.


Se sorprendió al sentir  el estallido de luz cuando Ágata encendió la lámpara del salón.  Siempre olvidaba hacerlo, se desenvolvía a la perfección sin tener en cuenta si era de día o de noche.  Se sentaron a cenar, el pescado estaba delicioso, ambos llegaron al acuerdo de ponerse un poco a dieta para equilibrar todos los excesos culinarios de las resientes pasadas navidades,  hablaron de los detalles del día, Ágata no había ido a trabajar ese día a la tienda de ropa, lo había aprovechado para terminar algunas labores del hogar que quedaron pendientes hacía meses y se demoraban sin apenas darse cuenta.  Su abuela la había enseñado a cocer y eso era algo que todo el mundo apreciaba,  casi  todas las amigas acudían a ella para esos pequeños arreglos textiles.
Al termino de la cena Roberto recogió la mesa y fregó los platos.
Cuando entró en el baño para fregarse los dientes Ágata aún estaba  tumbada en la bañera con dos rodajas de pepino en sus ojos,  apenas movió un músculo al  escucharle entrar.

- Dónde están las gotas para los ojos?  preguntó Roberto mientras tocaba con las yemas de sus dedos cada uno de los bortecitos del pequeño armario.

- Ay perdóname! lo cambié de lugar, está ahí, en el estante mas bajo, justo a la derecha.  Ágata se había quitado sus rodajas de pepinos para ver si lo encontraba.

- Este? levantó el botecito para que la muchacha lo viera.

- Si.


A Ágata le gustaba verle en ropa interior frente al lavabo; fregándose los dientes, echándose las gotas o afeitándose,  era una escena irresistible para ella.  Cuando Roberto colocaba el bote en su  sitio Ágata ya estaba cubriendo su cuerpo en el albornoz blanco,  apenas se secó un poco cuando le abrazó  por la  espalda, sus enclenques brazos lo envolvieron acariciando su tórax, Roberto escuchó un nuevo suspiro, una nueva palabra de amor mientras sentía sus besos en la  espalda.  Miró su turbio rostro en el amplio espejo,  observó las juguetonas manos de su Ágata que buscaban  divertido entretenimiento,  sentía el roce de la suave pie y el rizo del albornoz,  volvió a mirar la escena en el espejo que parecía más en penumbras  por momentos, el efecto de las gotas...  Se giró  y la besó dramáticamente, como si aquel beso fuera el último que fueran a darse,  ella tuvo que hacer esfuerzos para no fundirse con su pasión,  dejó caer el albornoz y salió presurosa al dormitorio,  Roberto la siguió tan raudo como pudo y volvieron a hacer el amor con una pasión desmedida aderezada con la alegría de la joven.

Roberto despertó como casi siempre minutos antes de que sonara el despertador,  se dio esos minutos para acariciar el rostro de su muchacha, del amor de su vida, y tuvo ese pensamiento que desde que sentía ese amor en su alma no dejaba de atormentarle.  Si de algo iba a lamentar  perder la vista sería por tener que dejar de verla a ella, dormía plácidamente ajena del mundo, en su burbuja de inagotable energía,  la miró como el que mira una obra extraordinaria e irrepetible, intentando memorizar cada gesto, cada marca, cada pequeño detalle para recordarlo siempre.
El despertador sonó y lo apagó al instante, apenas se sintió,  el hombre se incorporó en la cama dispuesto a darse su ducha matutina,  "no  te marches sin besarme" Roberto se tumbó buscando sus labios pero  fue ella quien encontró los labios de su amor y a su vez ese beso tan deseado.






lunes, 13 de enero de 2014

Ondina

Las Ondinas son las hadas que viven en los ríos, son seres extremadamente hermosos, mitad mujer, mitad pez, y se dice que acechan permanentemente a los hombres.


Se cuenta que una vez un humano secuestro a una ondina y con el tiempo consiguió que se enamorara de él.
El hombre le prometía amor eterno y le entonaba frases como "Yo mientras respire beberé los vientos por ti"
Ella perdida de amor y teniendo ya la libertar para ir donde quisiera desatendió las obligaciones familiares, su madre enfermó y a pesar de tener la libertad para poder ir a su mundo a verla dejó de hacerlo.  Entonces su abuela la condenó a estar siempre enamorada de ese hombre.

El tiempo pasa y el hombre se desenamoró de la hermosa ondina, en un principio él le hace creer que sigue enamorado pero es descubierto in fraganti en pleno adulterio.
Ella enfurece, presa de los celos y llena de rabia le entona una frase que se convierte en maldición:

"En el momento que tu duermas dejarás de respirar"

Siendo sabedor de los poderes de su amante desdichada intenta por todos los medios  no dormirse, pero llega un momento que el cansancio lo vence, quedándose dormido.  Muriendo en sueños...


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Síndrome de ondina (maldición de ondina ) también llamado como  síndrome de hipoventilación  central congénita (SHCC) , es un trastorno respiratorio que es fatal si no se trata.  Las personas que sufren de la maldición de ondina clásicamente sufren de un paro cardiorespiratorio  durante el sueño.





viernes, 10 de enero de 2014

He visto un sueño

Sentía el calor de un sol templado,  sentada en el alfeizar de una ventana miraba el paisaje exterior, la melodía del camión de los helados le regalaba una sensación de regocijo, olía a jazmín...

El camión se para a unos metros de su ventana y ve como él  compra un helado de limón.

Ve como se acerca a ella mientras saborea un par de veces el helado, y él le sonríe, y ella se acerca a las rejas blancas, y él se acerca también, el camión prosigue su camino con su alegre melodía, cuando pasa junto a ellos se besan, zigzagueando se funde el sabor de su cítrica lengua, y ella al besarle le muerde los labios, él reacciona pero alarga el beso lamiendo los restos de pasión que se escapan entre la comisura...

Niños corren por la acera cuando él acerca el helado para que ella le de un bocado, muerde, saborea, disfruta... 

Recorriendo los senderos de su mente, cuando anda medio moribunda de sueños y amores, de futuros que nunca llegan, él siempre encuentra el camino al alfeizar para que pueda mirarle a los ojos y descubrir en ellos el infinito, para encontrar la ruta que le lleve  a su destino...  y al despertar, en un pantano de soledades, recuerda el sueño asomada en la ventana en fría madrugada, viendo el mismo paisaje exterior, teniendo la lunática idea de querer hacerse eterna a su lado, en ese lugar donde se fabrican los sueños...  Y vuelve a la cama y vuelve a sus sueños.

Al día siguiente después del almuerzo, se sienta en el alfeizar de la ventana esperando.
Antonio su marido desde hace dos años mira televisión ensimismado.  Ella lo mira y le comenta:

-¿ Sabes? Esta noche he visto un sueño

- Y de qué trataba.  Responde Antonio sin muchas ganas.

- Estaba aquí sentada mientras me comía un helado.

Antonio sin tener el más mínimo interés por ese banal sueño el televisor siguió mirando mientras ella sentada en la ventana siguió esperando...





martes, 7 de enero de 2014

Inocentes



Cuando H. G. Wells.  escribió la invasión de los marcianos a la Tierra en su novela La guerra de los mundos  en 1898 ni se podía imaginar las consecuencias que iba a desencadenar su relato  al ser llevado a la radio  años después por Orson Welles. 

Ocurrió en el año 1938, Orson Welles ya tenía experiencia en dramatizar obras celebres para la radio.  Ese Domingo 30 de Octubre era la noche previa a Halloweend,  y la obra elegida por Welles fue  La guerra de los mundos... 

De repente una voz sombría interrumpió el emisión de la CBS  para advertir a los americanos de un grave anuncio,  los marcianos estaban invadiendo los Estados Unidos, rápidamente la histeria colectiva se desató.  Muchos se creyeron que era una emisión real de noticias, en las calles de todo el país se desató el pánico y hubo numerosos casos de paranoias y  suicidios.

Los oyentes aterrorizados llamaban a las comisarías de policías y a las redacciones de los periódicos bloqueando las centralitas.  Desesperados intentaban protegerse de los ficticios  ataques con gas de los marcianos.

El programa duró casi una hora; los primeros 40 minutos era un falso noticiero que narraba la invasión  y terminaba con el locutor falleciendo a causa del gas marciano.  Después Orson Welles interpretaba al falso científico  y describía la muerte de los invasores.

Al día siguiente estallaron las protestas exigiendo una explicación. El propio Orson Welles  tuvo que pedir disculpas  públicamente por lo que él consideraba  una simple broma... pero para el oyente se había convertido en una burla.
El poder de los medios de comunicación quedó más que demostrado... nada de esto hubiera sucedido si los oyentes hubieran prestado atención al aviso en el comienzo del programa,  cuando se advirtió que iban a escuchar una dramatización, pero esa noche estaba escrito que debía pasar a la historia como la noche que América se estremeció.

...

Ocurrió hace  75 años, y como veis algo que comenzó como una simple broma,  convulsionó a toda la sociedad americana y   después de tantos años se sigue recordando.

Cada año se descubren nuevos rincones de este infinito universo y tal como vamos avanzando... que puedo decir... nunca se  sabe... hay que estar preparados...



domingo, 5 de enero de 2014

Un ARCOIRIS para Reyes

Quedaba tanto por hacer...

Los sueños se habían quedado en algún lugar perdidos entre desayunos solitarios y  coloretes gastados.
Retiró  uno de sus mechones del flequillo y desnuda frente al espejo tuvo la certeza de que no sólo se había despojado de sus ropajes...

Muchos habían sido los que le hablaron de felicidad y plenitud, de amor y hogar...
ella  lo imaginaba constantemente, se preguntaba donde lo encontraron los demás y porqué ella nunca tuvo esa suerte de encontrarse tal tesoro.

Aún tenía el olor impregnado en la piel de aquél hombre sin nombre,  aún podía sentir el aliento en su rostro, los besos vacíos y los lascivos  murmullos.


Desnuda deambuló hasta la ducha donde dejó correr por el sumidero los recuerdos, los sabores y olores de momentos vendidos.

Se maquilló, se vistió, cogió su primer fajo de billetes y volvió a la casa donde le esperaban tres pequeños hambrientos y  una vecina comprensiva que los cuidaba.
Miraba los rostros de sus niños mientras comían galletas y abrían los Regalos que dejaron  "Los Reyes Magos" mientras pensaba que por ese momento valió la pena cierto episodio no grato en su vida,  pero que repetiría por escuchar las risas de sus niños.
Puede que ellos en su fantasía e ingenuidad hubieran encontrado ese tesoro,  y fueran felices en el hogar que compartían con su amorosa madre.

Mientras, ella bebía un café aguado y emocionada cogía  un dibujo con flores y un GRAN ARCOIRIS que le daba  el más pequeño de sus hijos.

" Los Reyes te lo han dejado para ti Mamá"







viernes, 3 de enero de 2014

Seis grados..... de separación

Para Nuria era una cena más de las que se hacen en estas fechas Navideñas...
Cierto era que ésta  la había estado esperando especialmente,  ya que no era ni de trabajo ni de protocolos, esta cena era la de los amigos y buena parte de la familia,  gran parte de los asistentes apenas podían verse durante el resto del año ya que residían en provincias distintas.  Aquella ocasión era esperada por todos como un evento al que no podían faltan.
Nuria había pasado un año difícil respecto a lo sentimental, había dado por finalizado una relación que duró quizás mas de lo razonable.  Era una mujer que nunca  dio demasiada importancia a esto del amor, puede que porque encontrarlo siempre fue fácil para ella.
Estaba tan hermosa y brillante que todos se lo transmitían al saludarla, ella siempre fue sencilla y natural, lo tomaba como un gesto amable de sus amigos.
Cada silla tenía el nombre de la persona que debía ocuparla, todos habían paseado discretamente para tener localizada su ubicación a la hora de la cena, incluso algún osado se había atrevido en cambiar estratégicamente el nombre de su compañero/a de mesa para que la velada fuera mas prometedora.

Así fue como todos se fueron sentando sin apenas descontrol. En unos minutos todos estaban sentados manteniendo conversaciones con referencias al pasado y  al futuro. 
Tardó unos minutos en percatarse de aquel detalle, cuando miró al frente, saludó a Carlos, era amigo de uno de sus primos,  habían sido presentados minutos antes, el corazón volteó  al verle sentado justo al lado de Carlos. Estaba cambiado, si.  Mucho mas delgado, una barba poblada, un loock totalmente opuesto al que recordaba... pero su miraba era la misma. Cuantas posibilidades podía haber,  que enlace, que conexión habría entre él y cualquiera de los que allí se sentaban.

En el instante que se encontraron sus miradas, todo  enmudeció, desapareció, todo era murmullo lejano.
Después de unos segundos, él se dirigió a ella y dijo:

- Nuria Campos.

- FranÇois  Neveu

Él se levantó y dio la vuelta a la mesa para abrazar a su  amiga. "el mundo es un pañuelo" le susurró al oído mientras mantenía el abrazo.
Habían pasado... 20-25 años,  se conocieron cuando ambos eran veinteañeros y el grunge había dado sentido a sus vidas, vidas que andaban despistadas por aquellos días y que sólo aspiraban a experimentar y probar todo tipo de cosas que surgían en el aquí y ahora.

Sabía que en estas reuniones debías estas preparada para cualquier cosa, pero un encuentro con el pasado mas intenso de su vida,  era algo con lo que no había contado.
Intentó actuar con naturalidad,  sus miradas se cruzaban mientras interactuaban en la conversación de toda la mesa.  A todos les sorprendió que Nuria y FranÇois se conocieran,  "En unas prácticas de trabajo " dijeron. FranÇois contó un par de anécdotas de aquellos días en la cadena de congelados.  Nuria llenó su copa de champán mientras escuchaba aquel invento magistral. Todos reían al escuchar el desenlace, Nuria bebía champán y pensaba que había olvidado donde lo conoció, de pronto estaba en su vida. El primer recuerdo que tenía de él quizás fuera en ...

Aquella reunión ecologista en la Sierra Norte,  se plantearon cosas buenas allí,  su acento francés aún era fuerte... Las ráfagas de recuerdos le llegaban como viejas diapositivas: en las reuniones, en los grupos de Feng Shui, en el lago,  aquel día en el juego de la botella,  aquel beso en el ombligo,  los desacuerdos en como actuar ante la hostilidad del sistema,  la tormenta que los dejó incomunicado cuatro días,  el humo del peyote, sus besos, su besos, sus besos y de pronto no había otros recuerdos, sus susurros en francés mientras el amor se hacía a fuego lento.

...

FranÇois la abordó en mitad de uno de los pasillos del recinto.  Parecía haber olvidado el motivo de haberla retenido, durante unos segundos quedó cayado  muy cerca de ella, olía el caro perfume que desprendía  la hermosa mujer.

- ¿ Te busqué lo sabes?
- Si. 
- Todo salió bien, sólo tuve que pagar una multa pero el abogado me aconsejó que me fuera a mi país,  sólo pude aguantar en casa un par de años, ya sabes como soy. 
- ¿ Sigues siendo activista?
- No, no, no ya no, si lo dices por Carlos, tranquila. Ahora doy conferencias y Carlos fue el profesor que contactó conmigo, he dado un par de charlas en la universidad donde trabaja y  nos hemos hecho amigos,  pero nada de aquello.

Fueron paseando hasta una zona mas tranquila, el hombre miró el reloj, la miró a los ojos y se atrevió a preguntar por fin por el verdadero motivo de haber ido a su encuentro.

- ¿ Tuviste al bebé?
- Si.  Le sonrió apaciguando cualquier posible tensión.
- ¿Donde está?
- En Holanda, de intercambio, vuelve dentro de 16 días.

FranÇois miró  sus zapatos, pensativo.

- Sabe que...  bueno, ¿ qué es lo que le has contado?
- Le conté la verdad FranÇois, sabe que algún día puede que su padre volviera, no sabía donde estabas, no quería truncarte la vida.  No sabía si podías tener una familia...

En ese momento Carlos y  un grupo numeroso salían  a la zona de aparcamientos, unos para marcharse a casa y otros para recorrer bares.  Carlos se despidió de su amigo FranÇois " Nos vemos, que veo que estás en buena compañía". 
Después de unos momentos de bullicio volvió el silencio de la madrugada.
Se abrazaron y así se quedaron un buen rato, "¿ quieres venir a casa?" y aún fundidos en el abrazo él aceptó la propuesta.

Al llegar a casa de Nuria pudo descubrir que la vida le había ido muy bien económicamente, era un hogar de ensueño.  Cuando llegaron a la habitación se desnudaron, y no sólo se despojaron de sus ropas sino que dejaron a la vista su verdadera identidad,  crearon y fabricaron amor durante buena parte de la noche...   al levantarse, desayunaron, se ducharon, se vistieron y perfumaron, y así progresivamente  fueron volviendo a ser lo que no eran.



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Se le llama "seis grados de separación" a la hipótesis que intenta probar que cualquiera en la Tierra puede estar conectado  a cualquier otra persona del planeta a través de una cadena de conocidos que no tiene mas de cinco intermediarios (conectando a ambas personas con sólo seis enlaces) algo que se ve representado en la popular frase "La vida es un pañuelo".



miércoles, 1 de enero de 2014

Uno



Amanece 
despierta  desorientada, 
Amanece
desnudos en sábanas blancas,
Amanece... 
y recuerdan  que el alcohol los rindió en sueños...
- quizás fuera lo mejor -
Él se disculpa por haberse dejado vencer por el cansancio, ella le sonríe y  tranquiliza,
"Me sedujo tu mente,
Me sedujo tu inteligencia,
Me seduce una cara y un cuerpo cuando veo  que hay una mente que los  mueve, que vale la pena conocer...
conocer, poseer,  dominar,  admirar...
Tu mente me sedujo,  anoche hice el amor con tu mente"

Amanece 
escucha desconcertado,
Amanece
desnudos en sábanas blancas,
decide cubrir el cuerpo de la muchacha, acaricia su suave piel,
"Mi seductora mente  pretende quedarse aquí entre estas sábanas desnudo junto a ti  todo el día, 
pero no va a ser ella la que te haga el amor esta vez"

Anochece
el día uno se desvanece con la misma somnolencia con la que despertó,
ella descansa entre sus brazos, él le sonríe y tranquiliza.
"Me encanta estar dentro de ti, es donde mejor estoy,
tan suave y calentito...
es como estar envuelto en seda o entre plumas "

... Y entre amaneceres, anocheceres y madrugadas, convirtieron aquel día en el día
UNO.
Día Uno de su nueva era, de su nuevo libro dorado.



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* Frase de la película Martin H

*Frase de la película Mis tardes con Margueritte