Páginas

♥ Entra y siéntete en casa ...

♥ Entra y siéntete en casa ...

miércoles, 15 de octubre de 2014

Compartiendo vida.


... Él era un hombre tranquilo, y allá donde su moto lo haya llevado seguirá siéndolo ...

Un hombre tranquilo que se siente bien tan sólo con un poco de alcohol en su vaso, alguna canción en sus oídos y si la suerte  acompaña, una mujer en su cama.

Es un hombre rudo, fuerte, con aspecto de haberse reiniciado en algún momento de su vida adulta. 

Él llegó a estas tierras junto con los centenares de aficionados a las motos.  El patronato de la ciudad había creado este año una concentración que sin duda seria todo un éxito.
Yo me encontré con aquello de golpe, estaba de paso, iba hacia el norte y por azar hice noche en aquel lugar, me gustó el paisaje y decidí pagar un par de noches más para hacer un poco de turismo rural, cosa que en muy pocas ocasiones tengo oportunidad.  
Al salir del Mesón donde almorcé me fijé en él. Estaba allí, queriendo arrancar la moto que por alguna razón no quiso arrancar a la primera.   Sus vaqueros estaban polvorientos y sus botas también estaban cubiertas del camino.  Me miró, durante unos instantes me miró.  Lo percibí y fue agradable, me gustó.

Aquella noche llovió a mares, una gran tormenta que parecía aspirar a ser "el nuevo gran diluvio"  se cernió sobre estas tierras.  El hotel donde me encontraba apenas tenía clientes, el precio de las habitaciones eran bastante elevado, a cambio obtenías un servicio excelente. Mientras tomaba mi té de la tarde fui viendo un goteo interminable de esos moteros que decidían quedarse en el único hotel donde aún quedaban habitaciones libres. En aquellos momentos la necesidad apretaba y olvidaban la cuantía si con ello se podían mantener a salvo del diluvio.

Aquella situación meteorológica hizo que pasara la tarde en un lugar estratégico para ver el ir y venir de inquilinos, la lluvia torrencial  por momentos parecía querer invadir parte del Hall del hotel. Tenía miedo, no puedo negarlo, La luz del edificio ya hacía rato que iba y venía por momentos...   Y de pronto entró como un gato escaldado,  sacudiéndose todo su cuerpo y riendo de la carrera que habían tenido que dar para llegar allí.  Los dos se pararon en recepción y sus rostros expresaron tranquilidad a la vez que el amigo sacó una tarjeta de crédito para pagar.  Bajo sus pies se acumulaba un enorme charco de agua a causa del goteo de sus ropas empapadas.  El amigo le sacudió el pelo y el agua brotó de su negro cabello.  Él se giró un momento mientras su acompañante pagaba. Observó todo el trajín y caos que se había desatado en el lugar, se alejó del amigo, poco a poco, como deambulando sin rumbo, sin fijar la mirada a ningún punto concreto, y de pronto  fui consiente de que lo tenía justo a mi lado. Permanecía en pie con la mirada perdida. Yo sentada en una de las mesas del Hall intentaba silenciar la idea de lo mucho que me gustaba aquel tipo, un completo desconocido que bien podría ser un perverso delincuente o el novio del que portaba la tarjeta de crédito.

- He conseguido dos. No quiero aguantar tus ronquidos tio!

Cogió la llave electrónica y después de hacer el amago de guardarla en el bolsillo desistió al recordar que la empaparía, así que la mantuvo en su mano.  El amigo dijo algo más que no oí y desapareció, seguro que iría directo  a la habitación a despojarse de sus ropas mojada, sin embargo él permaneció parado mirando la cortina de lluvia tras las cristaleras,  tras meter una de sus manos en el bolsillo interior de la chamarreta tiró el paquete de tabaco mojado en  la mesa junto a la mía.

Gesticulé con la mano portando mi paquete de cigarrillos.  Él vio el gesto y se acercó.

- Puedo darte el paquete pero ya sabes que aquí no se puede fumar...

- No quiero dejarte sin tabaco...

- No te preocupes en la habitación tengo más.


Justo en ese momento un nuevo apagón hizo encender las luces de emergencias, se diferenciaban de las normales porque mantenían un color anaranjado. Un golpe de agua entró en el hall como si fuera la orilla de una costa.

- La cosa se pone fea... ¿Te alojas aquí verdad?

- Si. creo que deberíamos subir esto tiene pinta de inundarse.

- Y yo tengo que quitarme estas ropas si no quiero coger una pulmonía...

Subimos las escaleras, me dijo que estaba preocupado por su moto. Una vecina del pueblo había dejado su patio para que buena parte de las motos se refugiaran del temporal, pero no podía evitar pensar en ella. 

Media hora después estaba embutida en mi pijama y enroscada en las mantas de la cama intentando vencer el miedo al viento que se sentía como un huracán y los truenos que cada  vez se sentían mas cerca. Mantenía la cabeza bajo las mantas y deseaba con todas mis fuerzas que la noche pasara rápido.  Yo al igual que aquel tipo también me preocupaba por mi coche, si sobrevivía a aquella noche justo cuando saliera el sol marcharía a casa.

Toc toc


Alguien llamaba a la puerta, saqué la cabeza de entre las mantas...

Toc toc

Fui a abrir. Puede que fuera algún chico del personal del hotel que nos advertía que evacuáramos el edificio con un chaleco salvavidas en plan TITANIC...

- Perdóname pero es que no sé abrir la puerta, mi amigo debe estar dormido y no me contesta y me da vergüenza ir a recepción...

Allí seguía con sus ropas empapadas, un poco acartonadas y con una mirada de ser yo la única que podía sacarle de su vergonzosa torpeza.

Me puse las zapatillas y el abrigo color mostaza para no deambular por los pasillos en pijama. Subimos una planta y llegamos a su puerta... La abrí pero debo confesar que no fue fácil.  Él me agradeció el gesto y me pidió disculpa por haberme sacado de la cama.
Yo fui sincera y le dije que no dormía, estaba aterrorizada y bajo las mantas el miedo parecía menos...

- Si quieres puedes entrar, nos haremos compañía y no pasaremos miedo...  sonrió con cierta burla para minimizar mis miedos.

Acepté, estaba a 14 peldaños de mi habitación, si algo me incomodaba siempre podría bajar esos peldaños...

Dejó toda su ropa en el baño y salió con el albornoz del hotel... ese que todos se llevan de recuerdo, con él perdió toda su masculinidad.  Se dirigió al minibar y vertió una de las botellitas en sendos vasos, me dio uno y con el otro en sus manos se sentó en uno de los butacones...  Permaneció en silencio bastante rato. Encendió la radio incrustada en la pared y que por alguna razón a pesar de no haber luz en el edificio funcionaba perfectamente, pensé que pondría las noticias pero  no movió el dial, sólo quería solapar su silencio, nuestro silencio,  con música de fondo. A mi no me apetecía beber Whisky en esos momentos pero lo bebí y pasó por mi garganta quemando.
Un GRAN Trueno hizo temblar todos los cristales y yo me estremecí entera. Él se rió. Quizás demasiado. Eso me incomodó. Valoré el momento y recordé que estaba con un completo desconocido, sí... había sido amable pero puede que todo esto de meterme en la habitación con un hombre del que nada sabía era una total locura, así pasan las cosas, la gente no piensa en los riesgos. Viven a lo loco y después llegan las lamentaciones.

El teléfono sonó...
¿Si? ... de acuerdo.... si, dos,  de la 431  (era mi habitación) pues no sé...  un momento...

- Es de recepción, necesitan reubicar a los inquilinos para que haya mas habitaciones libres, te importa que compartamos habitación...

- No pero deberíamos ir a la mía, yo tendría que hacer mudanza y tú sólo tienes que coger tu ropa.

siguió hablando con recepción...
Si pero soy yo quien bajo a la 431, de acuerdo. No importa, Gracias...

Cuando volvimos a mi habitación el efecto del whisky ya era evidente y al ver el hueco de la cama caí rendida y sin contemplaciones.

A primeras horas de la mañana abrí los ojos y lo primero que percibí fue la lluvia golpeando los cristales. Él dormido a mi lado.  No lo había sentido en toda la noche, se había mantenido en silencio e inmóvil...
Cuando volví a abrir los ojos yo era la que había invadido su espacio, busqué su calidez, su protección.  Me sentí avergonzada al descubrir que estaba despierto y esperando  a que yo lo liberase, cosa que hice al instante de ser consiente de la situación.  Me levanté de la cama, aún lloviznaba pero tímidamente, vi como buscó el albornoz para cubrirse ciertas partes que despertaron mucho antes que él.
Cuando salió del baño ya con sus ropajes secos descubrí que su aspecto varonil volvió a él. Deambuló por la habitación con la sensación de no saber como salir de ella sin que resultara seco  o cortante.
Hice la cama. Pensé que el servicio de habitaciones tendrían otras prioridades en ese día que las camas.


Puede que hubiera un abismo entre los dos, que no tuviéramos nada en común y que en circunstancias normales nunca hubiese estado la posibilidad de compartir noche y lecho... No lo vi venir, colocaba los almohadones cuando me tocó la cadera y anunció que iba a ver a su amigo, después se marcharían.

"me alegro de haberte conocido, gracias por acompañarme"

"yo también, has sido muy amable. ¿ Quieres que cuando baje con éste desayunemos juntos? "
"Vale"

Fui entones consiente de la ausencia de control y sentí como me dejé llevar por sensaciones seducida por el embriagador aroma de la incertidumbre.  Estaba frente a mi acercándose lentamente, percibí su inquietud, su ligero titubeo al abrazarme, sentí el calor de su cuerpo, la justa presión de sus manos en mi espalda y su beso... beso que supo a tranquilidad, a confianza desconocida, a impulso irracional.

Tres horas después yo me encontraba en plena carretera camino de vuelta a casa y él en alguna otra. Direcciones opuestas que se alejan inevitablemente.  Yo marcho a casa con la extraña sensación de recordar el olor de su cuerpo y el sabor de su beso, con la sensación de haber compartido vida sin llegar a ciertos placeres.

Él era un hombre tranquilo que se siente bien tan sólo con un poco de alcohol en su vaso, alguna canción en sus oídos y si la suerte  acompaña, una mujer en su cama. Un hombre sencillo, amable, puede que demasiado silencioso, que actuó sin pretensiones y fue justo eso lo que lo hizo inolvidable... Un hombre desconocido con el que compartí noche y lecho,  con aspecto de haberse reiniciado en algún momento de su vida adulta.





4 comentarios:

  1. Siempre se ha dicho que los moteros con esas ropas tan ajustadas, esas "chupas" de cuero y los pantalones vaqueros, bien apretaditos y marcando paquete, "ponen y mucho". Yo me declino más por las tías que van en pantalón corto y corriendo, además como no van subidas en nada, contaminas menos.

    Besos Nieves.

    ResponderEliminar
  2. Bonita y fugaz historia compartieron gracias a ti.
    Tu imaginación es sorprendente.
    Besos!!

    ResponderEliminar
  3. pequeña historia, deja lugar a la imaginacion
    Me encanto
    Abrazos

    ResponderEliminar
  4. *Rafa, Tu predilección por las corredoras está muy bien sobre todo porque cuidan el medio ambiente, jejeje. Yo prefiero el gremio ciclista o esos que se esfuerzan en dar un par de vueltas al parque y nunca llegan a ver demasiado cambio en sus cuerpos. Pero los chicos de gim "to petaos" no me gustan nada :)

    Bueno ya que hemos dejado claro nuestros gustos jajajaja me despido con un besote. Muuuuack


    *Vero, Gracias, la verdad es que pensé en partirla en dos partes pero si lo hacía quizás me extendiera demasiado. Quería reflejar esas sensaciones que provocan cuando conoces a alguien de una forma fugaz y tener pretensiones más allá de compartir la vida se quedan dentro de ti, porque te gustó su personalidad, su forma de ver la vida...
    Y siempre se recuerda aún siendo un completo o completa desconocida.

    Besos!!

    *Lapislazuli, Muchas gracias, me alegra mucho verte por aquí y que te guste mi historia.

    Mil besos!!

    ResponderEliminar

Hola chic@s!!!!
Gracias por visitarme, por estar y compartir tus pensamientos....