Ella fue distinta desde siempre, en pensamiento y obra. Su niñez y adolescencia la pasó en casas de acogidas en las que aprendió a duras penas el lugar que ocupaba en el mundo.
Alguien le contó una vez que fue parida en unos baños públicos y allí mismo la abandonaron a su suerte.
Nunca vivió con ese estigma, aprendió a sobrevivir sola, de echo, no se tardaba demasiado en descubrir que con "la carmen" no se jugaba...
Ahora tenía veintisiete años, trabajaba 10 horas seguidas en un supermercado de barrio y aquella noche despertó en la habitación de la pensión en la que vivía desde hacía 2 años empapada en sudor y con una calor que ya conocía. Entró a duras penas al baño anexo a la habitación, llamó a urgencias desde su teléfono...
Cuando llegó la ayuda yacía en el suelo, con la consciencia perdida. Al despertar el médico le dijo que había sido un aborto natural...
La Carmen tomó aire tumbada en la camilla y sin articular palabra pensó en si debía lamentarse o sentir alivio... Había estado embarazada en dos ocasiones más; la primera a los 14 años, estando en una casa tutelar. La segunda en una de las casas de acogidas. Las dos fueron relaciones forzadas, pero esta vez ese niño era de un hombre al que amaba.
- No se preocupe señorita, no ha sido culpa suya, estas cosas pasan a veces... La enfermera intentó despojarle del peso de culpa que toda madre tiene después de que le ocurra algo así.
Carmen asintió con la cabeza, se sobresaltó al escuchar un fuerte golpe en la ventana, dos gorriones revoloteaban buscándose uno al otro y en pleno cortejo se chocaron con el amplio ventanal.
Pensó en el motivo por el que su vientre era un lugar de muerte. Aquello no tenía nada de natural, no era nada natural que tus hijos se te murieran dentro. Por alguna razón su vientre no era una cuna sino una tumba para sus hijos no nacidos...
Jesús llegó corriendo. Tropezando con casi todo lo que se encontraba a su paso. No saludó ni a las enfermeras ni al celador que se encontraban en el pasillo justo en la entrada del Box de urgencias en donde se encontraba Carmen.
- Por que no me dijiste que tenías a nuestro bebé...
Carmen lo miró con frialdad, como si no le afectara aquella desgracia... Jesús la cogió de la mano y le dio un beso en la frente. Le susurró palabras de alivio y tranquilidad. Sabía el arduo camino que tuvo que andar hasta que llegaron a conocerse, sabía lo difícil que era para ella confiar en las personas. Pero él la quería y estaba preparado para cualquier envite del destino, sin embargo en algunas ocasiones como aquella descubría que no iba a ser fácil. A veces se eligen caminos complicados, caminos desconocidos que nos incitan a abandonarlo en los trayectos más angostos, pero que cuando llegamos por fin a ese recorrido amable y sin baches descubrimos el verdadero tesoro que guardaba esa elección.
Y cuando Jesús miraba a Carmen en esas tardes ociosas de los fines de semana descubría el sentimiento de la tranquilidad, el sosiego, el amor y agradecía la gran suerte que había tenido al encontrarla en su vida. Descubría igualmente los ojos tristes de la mujer solitaria con espíritu temeroso que se escondía tras su máscara sonriente y su verborrea fácil.
Vivían una vida sencilla, llena de pequeños detalles que llenaban de brillante luz sus vidas en una coqueta casita en las afueras. Él sólo aspiraba a liberarla de todas sus tristeza, de llenarla de alegrías y risas... y encontrar la redención de un alma que el hombre y sus pecados fueron vaciando a cucharadas.
Y cuando Jesús miraba a Carmen en esas tardes ociosas de los fines de semana descubría el sentimiento de la tranquilidad, el sosiego, el amor y agradecía la gran suerte que había tenido al encontrarla en su vida. Descubría igualmente los ojos tristes de la mujer solitaria con espíritu temeroso que se escondía tras su máscara sonriente y su verborrea fácil.
Vivían una vida sencilla, llena de pequeños detalles que llenaban de brillante luz sus vidas en una coqueta casita en las afueras. Él sólo aspiraba a liberarla de todas sus tristeza, de llenarla de alegrías y risas... y encontrar la redención de un alma que el hombre y sus pecados fueron vaciando a cucharadas.
"Quizás el sufrimiento y el amor
tienen una capacidad de redención
que los hombres han olvidado
o al menos, descuidado"
-Martin Luther King-
Pobre mujer, joder y que desgraciada y vaya de los sufrimientos que había pasado en su vida, pero bueno al fin y al cabo menos mal, que se tenían el uno para el otro.
ResponderEliminarBesos Nieves.
Dura historia la de Carmen.
ResponderEliminarUn relato muy bien escrito, te felicito de todo corazón.
Besos, buena noche
Muy loable la actitud de Jesús, su apoyo y comprensión. Pero Carmen deberá encontrar la "redención" por sí misma, en la aceptación de que lo que le pasó en la vida no es su culpa.
ResponderEliminarUn relato duro y bien contado, Nieves.
Besotes.
Veo que sigues en plena forma Nieves. Enhorabuena por seguir.
ResponderEliminarBesos.
Hay demasiado dolor en el mundo
ResponderEliminarBesos
Nieves, ojalá Carmen cuide y valore a Jesús que la ama de verdad, a veces la amargura no deja sentir con claridad, triste pero hermosa historia, esperemos que con final feliz, un abrazo!
ResponderEliminarbeauutiful blog i consider a magnific write kisses
ResponderEliminarGracias por vuestras visitas y comentarios.
ResponderEliminarMil besos amig@s!!
:)