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♥ Entra y siéntete en casa ...

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jueves, 11 de septiembre de 2014

Natalia II



Cuando Carlos entró a eso de media mañana en la habitación donde se encontraba ingresada Natalia descubrió la cama vacía. Se quedó tan sólo unos segundos parado mirando el lugar.

- Está en el baño cambiándose, le han dado el alta.
La aclaración llegaba de la acompañante de la paciente que compartía habitación. 

En un par de minutos se escuchó la puerta abrirse, La Natalia que recordaba resurgió de aquel baño, atrás quedó la imagen apocada, desganada y casi difuminada  del día anterior.  Ahora se veía radiante, luminosa... su sonrisa iluminó toda la habitación y el sonido de los tacones era el sonido del glamour y la elegancia que ella siempre portaba. La coleta recogía como de costumbre su melena. 
Se despidió de su compañera de habitación -una mujer mayor que apenas tenía fuerzas para hablar- y de su hija que la acompañó toda la noche.

- Deja que yo la lleve...   Carlos le cogió de sus manos la mochila y se despidió de los que allí se quedaban.

El tráfico era lento a pesar de no ser hora punta. Eso hizo que hablaran de Silvia. Estaba en el colegio. Carlos la llevó justo antes de pasarse por la cafetería y decir que no podía ir de turno de mañana.  Su amigo y compañero Antonio le cambió el turno sin vacilación. Carlos le había cubierto en mil ocasiones, era la primera vez en años que pedía un favor.

Al entrar en el bloque de Natalia, su joven y universitaria vecina salió al escucharla hablar. Se abrazó a ella y expresó lo contenta que estaba de verla bien, el susto que se había llevado y sobretodo no olvidó expresar la gratitud por lo que había hecho Carlos.


El camarero se quedó en la puerta y sin dar un paso dentro del piso dejó en el descansillo el macuto y comenzó a despedirse.
-¿Quieres que vaya hoy a recoger a Silvia?

- No quería abusar de ti... pero la verdad es que me vendría bien descansar hoy. Mañana debo de incorporarme al trabajo.



A las cinco y media Carlos y Silvia llegaron al piso. Natalia y la niña se abrazaron como si una gran desgracia hubiera estado apunto de suceder. Todo se percibía como muy dramático, Carlos notaba cierta sobreactuación pero lo achacó a "exageraciones de mujeres".
Natalia invitó a que Carlos entrara.  Estuvieron toda la tarde juntos y parte de la noche porque los tres cenaron juntos. También conoció al pequeño Pugui,  un perrito que estaba en el veterinario cuando ocurrió el terrible acontecimiento.  Natalia lo había recogido hacía apenas una hora. Él también estaba recuperado de la ingesta de caramelos de atrezo.
Carlos no estuvo ni un minuto más de lo que le correspondía, se marchó a casa con la alegría que sólo los enamorados conocen, de haber compartido momentos con una mujer que resultó ser aún mejor que como la imaginaba cada día al verla pasar.



___________________


Los días fueron pasando y la monotonía volvió a la vida de Carlos. Habían pasado varias semanas de todo aquello y desde el día siguiente a la maravillosa cena en familia, que había visto bien llamarla al final del día para preguntar si estaba bien, no tubo mas contacto con ella.  La veía pasar, con Silvia, y aquellos minutos volvieron a ser los mejores del día.
Se sintió en ocasiones triste, decepcionado,  había inventado ciertas expectativas que no llegaron a  nada. En aquellos momentos compartidos llegó a pensar que sería el inicio de una amistad, de un algo... pero presentía que ella estaba en otra esfera, él simplemente fue un buen ciudadano que hizo mucho más por ella que nadie había hecho antes.

El trabajo era todo para Carlos, en los últimos tiempos los fines de semana  Antonio y él se encargaban del cierre.
Uno de esos Sábados la sorpresa entró por la puerta a eso de las once de la noche.  Era Natalia. Se sentó en una de las banquetas de la barra. Antonio a pesar de no estar sirviendo a nadie dejó que fuera Carlos quien la atendiera.

- Hola, que sorpresa.

- Perdóname, he tenido un mes de mucho trabajo, cuando tuve el desmayo estábamos en plena campaña de Otoño y no la hemos acabado hasta hace unos días,  no suelo ser desagradecida, me hubiera gustado venir antes.

- No te preocupes.  ¿Que quieres tomar?

- No sé, algo fuerte.  Sonrió mientras que se quitaba la chaqueta sin levantarse de la banqueta.

Carlos se volvió y cogió algunas botellas, le preparó su mejor cóctel.  
Había poca clientela aquella noche, la culpa era de un concierto de un cantante internacional que cantaba en la cuidad, todos los noctámbulos estaban allí.

Silvia se había quedado en el piso de María la universitaria. viendo pelis de miedo con palomitas. La conversación no parecía tener fin.  En una de las ocasiones que Carlos atendió a clientes, Antonio se le acercó y le dijo que la invitara a cenar, él cerraría, no podía desaprovechar esa oportunidad, incluso le dejó su chamarreta, esa que no quería que nadie  tocara. Antonio demostró con ese gesto que era sin duda el mejor amigo que podía tener. Era una chamarreta de gran marca, moderna pero que podía llevarse en cualquier acto social que siempre se iba elegante.

Fueron a un restaurante digno de ella, Carlos había ido con algunas "novias", conocía al dueño que había sido su jefe, a los camareros que habían sido sus compañeros.  Eso hacía que todos lo trataran con amabilidad además que con confianza. Siempre le parecía el lugar perfecto para tener una cita perfecta. Y así fue, todo perfecto, el trato, la comida, el ambiente. Todo iba como la ceda hasta que a Carlos se le ocurrió preguntar por el padre de Silvia. En ese momento la expresión de Natalia cambió, el ceño se frunció, un gran nubarrón apareció sobre sus cabezas.  Supo en ese momento que había pinchado,  toda la noche perfecta se le iba por la alcantarilla.

- Perdóname, perdóname perdóname no debí preguntarte, no tienes que contestarme, por favor hablemos de otra cosa Natalia.

Aquella situación se volvió embarazosa, ella podía haber actuado con naturalidad, haber contado lo que fuera, pero no dijo nada. Aguantó unos minutos hasta que dijo que debía ir al baño. Cuando volvió sus ojos delataban haber llorado, Carlos intentó por todos los medios que la noche fuera amable, divertida, que se olvidara aquel entuerto.

A las seis de la mañana llegaron a los aparcamientos, él dijo que la acompañaría hasta su puerta, ella aceptó y agradeció todas sus atenciones. Carlos fue a salir del coche cuando ella le dijo que esperara.

- Debo decirte algo.

- Qué. El camarero volvió a cerrar la puerta del coche, era una noche fría.

-Es sobre Silvia, sobre el padre.

- No tienes que decir nada, de verdad, a veces soy un bocazas y meto la pata bastante. Es tu vida tu intimidad.

-Hace diez años terminé los estudios de arquitectura y fui a Francia, encontré trabajo por pocos meses pero para empezar me parecía fascinante. una noche me perdí y me topé con dos tipos, me acerqué a ellos para pedirle ayuda, para que me indicaran el camino hasta mi hotel.

Carlos intuyó  de golpe todo. No quería escuchar más. La miraba con ojos desencajados, muy abiertos, aterrorizado y avergonzado por la malicia de las personas.


- Ocurrió, no lo pude evitar, sé que no fue mi culpa pero costó asimilarlo, dejé el trabajo y volví aquí, tres meses después descubrí que estaba embarazada. Quise... ya sabes... pero no pude hacerlo. Silvia no tiene la culpa, es la alegría de mi vida. Aquella noche la tengo olvidada. Sólo cuando alguien se atreve a preguntar, como tú, me enfrento con el recuerdo, suelo decir que murió en un accidente pero no creo que deba mentirte a ti.  Eres una buena persona y me has demostrado ser un buen amigo.

- Lo siento, siento que tuvieras que pasar por algo así. lo siento, de verdad.


- No te preocupes, como te he dicho todo está olvidado, no hay resquemor ni cosas feas en mi corazón. Sólo está Silvia, nada más.

- Entiendo.

La dejó en su casa, Silvia estaba durmiendo con María, Natalia pasaría la noche sola, se despidió con un gracias y buenas noches, Carlos por un segundo pensó que podría entrar,  tomarse un último trago, en mitad de esos tragos podría besarla e incluso pasar la noche juntos... cuando terminó de divagar ya iba por la acera camino al coche, aquella noche lejos de sentirse en las nubes se martirizaba y sentía  un gran peso de culpabilidad por dejar que su mente se dejara arrastrar por pensamientos lascivos cuando ella le había confiado algo tan personal, tan serio, tan triste y terrorífico. 

El camarero en la penumbra de su dormitorio, en la otra parte de la ciudad apenas durmió aquella noche, viejos fantasmas que creía olvidados volvieron a resurgir.


.....   .......

Continuará...


5 comentarios:

  1. Inesperada la confesión de Natalia.
    Veremos si tienen futuro.
    Esto promete.
    Besos, buena noche Nieves

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  2. Ay no! Espero que no sea lo que pienso, acá espero, un abrazo Nieves!

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  3. Me he leído la primera parte, he pasado corriendo a leerme la segunda...¿Para cuándo la siguiente?????????¡Me encanta!

    Un beso, Nieves, y que pases una feliz semana!

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  4. Muchas gracias chicas, espero que os siga gustando el desarrollo de la historia.

    Un Beso Verónica.

    Un abrazo Cristina.

    Un besote Mercedes, ya puedes seguir el relato, Gracias!!!

    :)

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  5. Pobre Natalia, haber tenido que pasar por esa horrible situación......lo mejor que tiene a su niña!!!!!
    Mil besos!!!!!
    P.D. Voy a por la tercera que ando un poco atrasada jjjjjj

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Hola chic@s!!!!
Gracias por visitarme, por estar y compartir tus pensamientos....