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viernes, 5 de abril de 2013

Footing




Juan era un buen tipo, la  vida le había traído una racha de las malas, aquel año se había separado, se quedó en paro y vivía nuevamente en casa de sus padres.

38 años y volver a estar en el punto de partida no era fácil de llevar...
Sus padres vivían en la costa del sur del país.   Cuando se casó se fue a vivir lejos del mar y el regreso a tierras con sabor a sal le recordaba a su niñez y adolescencia,  épocas no muy dadas al recuerdo.
Todos los del pueblo lo tenían como el tipo malhumorado que apenas saluda cuando te ve. La verdad era que su miopía le coartaba para reconocer a los vecinos  ya que desde la década de los 90 no paseaba con tanta asiduidad aquellas calles ...

En la llegada del buen tiempo se compró un chándal y unos deportes de los buenos para levantarse casa día y hacer footing, el deporte matutino le relajaba y le aclaraba las ideas,  se dirigía a la  playa y a correr, recorría varias playas, cada día llegaba mas lejos, cada ves quería correr un poco mas.

Un día ya en pleno verano y temporada de turismo llegó  al recodo de mar donde siempre daba la vuelta, era temprano y la marea estaba baja, bordeó el recodo, un recorte de acantilado que entraba en el mar y solo era visible con la marea baja, era un rincón precioso y  le dejó perplejo con su belleza mientras lo recorría ...  Ya  al llegar a la siguiente playa empezó a  toparse con los veraneantes, el chiringuito estaba abierto y decidió tomarse un refresco, el sol brillaba justo encima de su cabeza y todo hacía presagiar un día de los mas caluroso...

Cuando la playa estaba  tan concurrida que comenzaba a ser agobiante decidió retomar el camino de vuelta...   cuando llegó al acantilado descubrió que la marea había subido y que ya no se podía seguir  a pie. 

- PUFFF, dar la vuelta y coger el camino por la carretera le haría dar un rodeo de campeonato!!! pensó Juan.


Así que en un arriesgado ímpetu tuvo la idea de atravesarlo nadando,  tan sólo eran unos metros, y después de echar un vistazo al mar vio que a mitad del camino a nado había una piedra donde podría descansar si estaba cansado.
No se lo pensó dos veces,  una carrera mar adentro y a nadar...

Llegar a la altura de la piedra fue fácil y rápido, demasiado sencillo, no quería arriesgarse demasiado así que decidió subir a la piedra y descansar unos minutos y proseguir con la misma facilidad.
El paisaje sentado en la piedra mar adentro era espectacular,  el sol secaba rápido su piel y las olas chocaban con la roca...
Entonces fue cuando vio la cuerda....   Una cuerda balanceándose a ritmo del mar, bordeaba toda la roca y se perdía mar adentro. Juan ni corto ni perezoso agarró con fuera la cuerda y empezó a tirar, con fuera, mucha fuerza, al principio  se traía cuerda con facilidad pero conforme pasaba el tiempo la cuerda se hacía mas pesada, pensaba ya en abandonar y proseguir  su camino cuando  algo surgió de las profundidades,  salio de golpe, como una ballena que sube a la superficie para tomar aire, pero no era una ballena, no, era un Buzo,  respiró fuera de la máscara de oxigeno y  se quedó allí parado sin decir nada mirando  a un tipo chiflado sentado en una roca en medio del mar y que no tuvo otra idea que recoger la cuerda con la que se guiaba para no desorientarse.
Juan se quedó paralizado,  había estado tirando del buzo... que horror, que vergüenza !!  Se puso en pie sobre la roca y dijo:

- Adiós!!

Se tiró de cabeza con energía y ganas dándose un barrigazo total ya que el estilo de natación era mas bien básico.  Llegó al otro lado del acantilado cansado pero sobretodo avergonzado ya que creía haber reconocido el rostro tras las gafas de buceo...
Mañana tendrían otra historia mas para contar de Juan el huraño malhumorado...
A Juan no le importaba, dejaba que hablasen de él, en un pueblo tan pequeño las noticias escasean y él era el nuevo, la novedad, el que volvió después de 20 años, algún día él dejaría de ser la novedad y todo volvería a la normalidad... siempre había sido así.





8 comentarios:

  1. Pues que hablen, total, qué más da, más vergüenza me da a mí que me adelanten los niños cuando hago footing.

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  2. Que gracioso el relato, me ha gustado mucho porque a medida que lo iba leyendo pensaba en un final tragico y me ha alegrado ver el desenlace comico.
    Pero cuanto ingenio y cuanta gracia que tienes.
    Un abrazo.

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  3. Uff, menos mal que llegó al otro lado y todo quedó en la anécdota del buzo. Haga lo que haga lo van a criticar,así que hace bien en pasar de todos..... Como siempre me has sorprendido, fenomenal Nieves!!

    Mil besos!!!

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  4. Una extraña y entretenida historia, qué imaginación Nieves! cómo te envidio, alguna vez yo supe tenerla pero se perdió con los años, me ganó la realidad, un abrazo!

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  5. Eso le pasa por hacer deporte. Pero a quién se le ocurre !!

    Abrazo Nieves.

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  6. Nieves, muy bueno.
    Que pase de los demás, siempre la pagan con el último que llega.
    Besitos

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  7. Me parece que era un tipo demasiado poco convencional para el ambiente en el que por las circunstancias le había tocado vivir. Digamos que lo había perdido todo...¡menos su personalidad!

    ¡Me encantó la historia! Un beso, Nieves, y feliz semana!

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  8. MUCHAS GRACIAS A TODOS por vuestros simpáticos comentarios, que siempre me hacen esbozar una sonrisa.

    No puedo dejar de deciros que esta historia está basada en echos reales, aunque el personaje es ficticio, el momento buzo ocurrió en la vida real, hace ya muchos años y cuando me lo contó su protagonista no me pude reír mas, es mas aún cuando lo recuerdo no puedo evitar reír....

    Muchas veces la realidad supera cualquier ficción..

    Mil besos :)

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