Hace un par de días leí una de las historias de Susana de - Los martes, micro- y me hizo recordar algo...
Hace unos años, decidí comprarme una pecera y puse en ella tres pececitos color naranja, estaba encantada con ellos, los cuidaba, los alimentaba y le cambiaba continuamente el agua para que siempre tuvieran un ambiente limpio y relajante.
Pero un día uno de ellos hizo algo sin explicación. Coincidió que estaba cerca y pude verlo con mis ojos, en un momento... PLASH!! saltó fuera de la pecera quedando junto a ella agitándose nervioso en un mundo seco y asficciante para él, mientras, sus amigos de habitáculo parecían mirarles asombrados y perplejos, tanto como yo, que di un brinco para cogerlo y volverlo a introducir en su hábitat.
Aquel acto marcó un antes y un después de este pececito porque se ve que le cogió gusto a eso de saltar a la zona seca, a ese mundo extraño donde tan pronto caes una cosa te devuelve al agua, comenzó a hacerlo habitualmente, casi todos los días, cuando menos te lo esperabas te lo veías ahí, junto al marco de fotos de la familia, o en el suelo moviendo agitadamente su colita cuando ya hacía un ratillo de su salto al vacío.
Siempre tuvo suerte porque cuando nos dimos cuenta de su hobbie todos estabamos alerta, incluso alguna ves llegaba mi hermano y decía ¿ pero donde está el pez? al contar tan solo dos donde debía haber tres, lo buscaba por el mueble, por el suelo y siempre respiraba cuando lo encontraba.
¡Este pez es tonto de verdad, cualquier día vamos a llegar tarde y se va morir!
Un día llegó una visita a casa, recuerdo que traían a su hija, una niña encantadora con no mas de 5 años, super femenina y dulce, toda vestida de rosa, con dos largas trezas rubias con unas gomitas infantiles sujetándolas, sus padres hablaban maravilla de ella y su actitud lo confirmaba, se notaba que estaba muy bien educada. Desde que llegó notó cierto interés por la pecera y mi hermana la animo para que se acercara a verla... Y allí estuvo la pequeña no se cuanto tiempo mirando los peces, hasta que nuestro acróbata salto de la pecera, dando uno de sus mejores saltos, parecía que no podía dejar esta oportunidad de lucirse en público.
La niña puso cara de asombro, de sorpresa, de susto y con un acto reflejo le dio un golpe para alejarlo de ella dejándolo caer al suelo, cuando calló después de rebotar en su cuerpo la dulce niña se acerco a él y le dio un pisotón demoledor, dando por zanjado el problema del pez que le había atacado (según su versión).
Mi hermana y yo nos quedamos paradas, sin saber muy bien como reaccionar, intuíamos que este pez acataría un día por morir en uno de estos saltos acrobático pero creíamos que seria por falta de oxígeno, un día tardaríamos en darnos cuenta y se acabó pero así pisado como una cucaracha... eso jamás lo imaginamos.
Sus padres que casualmente vieron la escena se quedaron tan asombrados como todos y un silencio se mantuvo durante unos segundo.
¡ Pero niña que idea te a dado de hacer eso!
Explicamos el curriculum de este pececito fanático de los deportes de riesgos e intentamos que la pequeña no se llevara una riña excesiva de sus padres, que fue inevitable.
Desde entonces cada ves que veo pececitos en una pecera recuerdo a aquel que tuve y soñaba con salir de ella para recorrer aventuras y nuevas experiencias para volver a su casa siempre y contarle a sus compañeros lo extraño de ese mundo exterior aunque el precio fue caro... un día, no volvió.
Jajajja aanda con la niña, en el fondo se desató la rebeldía interior, claro, tanto vestirla de rosa no es normal...pobre pececillo, en realidad fue un suiida sin mucha suerte,le costó tela.
ResponderEliminarBesos, Nieves.
Digo, un suicida; con el frío no escribo bien .
ResponderEliminarEra un pez kamikaze. Anda que la niña esa, menuda joyita. no?
ResponderEliminarBueno, solo decirte que yo estoy encontra de eso de los pececitos en "casitas de cristal"... pero bueno.. xD Y que la niña se merecía la regañina, al menos según mi parecer. Quitar una vida no tiene que pasar así... ( y lo dice una persona a la que le cuesta matar al mosquito que molesta en la cocina... U_U)
ResponderEliminarBueno, eso!!
Un besote y que la reflexión del final estuvo muy bien =D
Cali
El pececito era un poco como Nemo...Quería ir con su papá jejeje. Y la niña solo reacciono al susto, mal, pero seguro que solo fue eso, una reacción...
ResponderEliminarBesos desde el aire
Yo creo que esa niña no se atragantará nunca con una espina,jejejeje
ResponderEliminarUn abrazo.
Jajajaja...pobre pez.. eso le pasa por osado..
ResponderEliminarEra un pequeño atrevido que queria experimentar nuevas sensaciones...
aunque sinceramente tampoco merecia ese final.. creo..
besitos mediterráneos..
A Todos:
ResponderEliminarReyes ~~ Goyo~~ Cali~~ Rosa~~ Tejón~~ Gala
Sin duda alguna este pececito no merecía ese final aunque su vida fue un continuo desafío a la muerte no creéis.
Quizás por eso después de todos los años que han pasado aún lo recuerdo.
Besos a Raudales chic@s :)
No merecia ese final, los niños.... Un abrazo
ResponderEliminarAunque no soy partidario de tener animales en casa, les he prometido a mis hijos comprarles unos peces, igual que lo que describes, una pecera pequeña, que no me sobra el dinero para un acuario y su mantenimiento, pero me acaba de dar un poco de miedo, no por el pez, porque mis hijos son un terremoto, y a saber su reacción si se le ocurre saltar a uno fuera y aterrizar en la jungla salvaje de mi salón.
ResponderEliminar* Lapilazuli, Resulta curioso como se libro en innumerable ocasiones de morir y el día que menos lo pensamos acabó con su vida el miedo de una niña encantadora.
ResponderEliminarEl destino resulta imprevisible...
Besos :)
*Ruben, la verdad es que tener una mascota cuando eres pequeño siempre viene bien, tienes que ponerle nombre, echarle de comer y cuidarlos, esas peceras son bonitas y económicas.
No creo que haya muchos peces saltadores de pecera, y si salta... cuando sienta el pánico de estar en la jungla de tu salón, no creo que ose saltar mas...
Un saludo y bienvenido a mi casa :)