Páginas

♥ Entra y siéntete en casa ...

♥ Entra y siéntete en casa ...

miércoles, 1 de febrero de 2017

Rarito y encantador




Era su tercer día en aquella primavera sureña,  primavera que bien podía ser verano atmosféricamente hablando.

Elegimos uno de los veladores que orillaban el estanque de patos.  El camarero no tardó en llegar y ambos pedimos infusión.  Yo miraba a lo lejos para ver venir a los amigos con los que había quedado, no eran nada puntuales y sus hijas no ayudaban a conseguir puntualidad sino todo los contrario.

Me eché en el respaldo del asiento mientras lo miraba como daba vueltas con la cucharita para que disolviera la poca azúcar que le había añadido.

Él me preguntaba cosas del lugar.  De lo que había sido en tiempos pasados,  preguntaba por los edificios, por el estanque, por toda la historia que guardaba aquel lugar que parecía estar en una burbuja en el tiempo.  A él le gustaba la naturaleza y le sorprendió  aquel trocito de vergel; de agua, animales y árboles centenarios en mitad de la urbe.   Le explicaba todo lo que sabía, que era mucho, porque yo había conocido aquel lugar cuando era propiedad de la gente pudiente del pueblo, como lo convirtieron en parque y como fue ganando en belleza y cuidados.  Noté como el pie de él rozó de forma cómplice y cariñosa el mío, justo en ese momento vi a los amigos que llegaban. Una de las niñas corrió a darme un beso  y justo en ese instante dejó caer al suelo el bocadillo que traía en sus manos. Los padres le riñeron y mi amigo se levantó para coger el bocadillo del suelo y ponerlo en un lado de la mesa.
La tarde fue avanzando despacito, las conversaciones aquellos días, con él, eran conversaciones nuevas, era un hombre de charla, de risas, de hacerte fácil lo complicado, de hacer cotidiano lo extraordinario, te hace reír con cualquier gesto o comentario  y creedme que eso no lo consigue en mí cualquiera.  Que yo soy risueña y en la gran mayoría de mis días la chispa está en mí, pero no voy por el mundo con la carcajada puesta. Tengo mis propios fantasmas y no confío en cualquiera, eso lo saben quien prueba mi desconfianza, mi frialdad y alejamiento, que no son pocos, de echo  no confío en la gran mayoría de la gente, no sé explicarlo muy bien solo sé que los miro a los ojos, tengo una breve conversación con ellos y de pronto la señal de desconfianza se activa, puedes hacer como la que no la sientes claro, pero tarde o temprano la verdad de  desata.   Imagino que soy rarita, peculiar y me siento cómoda con la gente que se salen del tiesto como yo, o que en algún momento se salieron de las normas establecidas,  tengo cierto imán para  la gente peculiar y él lo era,  o al menos lo fue, como yo,  y eso lo hace encantador.

Nos levantamos de la mesa para pasear un poco, no muy lejos, nos paramos en el estanque de patos con el pan del bocadillo que había dejado caer  la pequeña. Mi amigo con una mitad y yo con la otra. Hacía calor y dejamos a un lado la ropa que nos sobraba, me gustaba ver su tatuaje, una calavera que te susurraba su rebeldía, la que siempre tuvo y la que sigue teniendo aún siendo un hombre sencillo, bueno y valiente. Aquella tarde me contó todas esas cosas que a mi me gusta saber y que nunca encontraste a la persona adecuada para aprenderlas,  yo le hice mil preguntas y él me las contestaba todas, lo sabía todo del mundo natural, de la naturaleza, de los animales, del fuego, de los árboles, del viento, era un tipo que con el tiempo descubrí que estaba siempre listo para cualquier eventualidad. Lo llevaba dentro, era su instinto.   Las niñas estaban en los columpios con sus padres y nosotros le dimos de comer a los patos... 

Habíamos cenado fuera y cuando llegamos al hotel aún no era demasiado tarde.  Él entró al baño y después de pocos minutos  me llamó. Estaba frente al espejo, se había quitado la camiseta y me comunicó que se había tostado un poco por el sol.  Yo también tenía las mejillas rosadas por el sol.  No importa, le dije, te pondré un poco de cremita para que te alivie... ¿Vale?.  Se me ocurren otras ideas. Sentí su mano en el cintura y como bajaba por pura inercia e instinto. A mi también.  Nos miramos un instante hasta que soltamos una carcajada de las nuestras.  Yo lo abracé y me hundí en su tórax.  En ocasiones cuando pienso en él pienso en su olor, en su abrazo, en hundirme en su tórax riendo o sonriendo.  ¿Quieres reír conmigo?  Me preguntó medio en susurros. Me encantaba ese término esquimal para expresar  el acto de intimidad. 
Me cogió en brazos... salimos del baño y reírnos.

Varios días después en el almuerzo, intentamos omitir que aquel iba a ser nuestro último almuerzo juntos no sabíamos hasta cuando, ninguno quería hacer referencia a despedidas.  Actuamos como cada mañana, quizás especialmente cariñosos. Le puse  el queso fresco en la tostada y él me puso el azúcar en mi café.
Han sido unos días geniales. No los voy a olvidar nunca.  Pasamos muy buenos ratos echando pan a los patos. 
Sonreírnos. 
Si... Ahora cada vez que  pase por el estanque, cada vez que eche pan a los patos me acordaré de ti. Y sonreiré y esa sonrisa será tuya.










10 comentarios:

  1. Bien por los raritos y encantadores, no?
    Reír estimula la producción de endorfinas, te hacen sentir bien, alivia el estrés y a quién no le gusta reír???

    Besitos =)))

    ResponderEliminar
  2. A veces te leo y pienso en qué mundo vivirá ella?

    En el mío no pasan estas cosas.

    Besos.

    ResponderEliminar
  3. El relato está muy bien, pero eso de que le tenga que dar cremita, veo al maromo muy "floo". Si van a la playa se le desintegra.

    Besos Nieves.

    ResponderEliminar
  4. Y esa clase de recuerdos no mueren

    Besos

    ResponderEliminar
  5. Me gusta esa forma de vivir. La de crear constantemente buenos recuerdos para el futuro.

    Y la de aprovechar los momentos de eternidad aunque solo sea de tres días. Mejor eso que pasarse el tiempo pensando "¿Y si....?"

    ResponderEliminar
  6. Qué bueno tener a alguien con quien charlar y reir, y las ausencias sirven para que todo siga latente hasta el próximo encuentro, un abrazo Nieves!

    ResponderEliminar
  7. Momentos que quedarán al reguardo en la memoria, porque se vivieron con libertad, sin ansiedades de promesas y futuros.
    Un gran abrazo, Nieves.

    ResponderEliminar
  8. Muchísimas gracias por vuestros comentarios y venir a visitarme en cada una de mis hitorias

    Un abrazo graaaande :)

    ResponderEliminar

Hola chic@s!!!!
Gracias por visitarme, por estar y compartir tus pensamientos....