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♥ Entra y siéntete en casa ...

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miércoles, 14 de octubre de 2015

Oscuridades




La niña subió las escalera compungida y haciendo pucheros...
Su madre varios peldaños adelantados la animaba a no pararse en mitad de las escaleras y a que dejara de lloriquear.
Abrió la puerta de casa, la esperó con los brazos cruzados  y justo en el momento en que la niña entró en el umbral  le dio un fuerte golpe en la cabeza a la vez que balbuceaba: "Entra, que eres una inútil que no sirves para nada"



Marina abrió los ojos en mitad de la madrugada como si aquella bofetada acabara de recibirla. Se incorporó en la cama, las luces del alba apenas entraban por la ventana, miró el reloj y aún quedaba una hora para que el despertador sonara...
Juntó sus rodillas con la barbilla intentando calmarse. 
La mano de Jaime pasó con delicadeza parte de la columna vertebral de la mujer que apenas reaccionó.

Jaime sabía bien lo que ocurría, esperó unos minutos, esperó a que ella volviera a tumbarse en el colchón para dejarse abrazar, sentir su beso en la frente y alguna palabra de alivio antes de que el día comenzara y los fantasmas de la noche volvieran bajo las camas y entre las grietas...

Marina sabía que no iba a ser un bien día,  lo supo mucho antes de que despuntara el día. En el trabajo estuvo incómoda, desconcentrada y deseosa de que llegara el momento de volver a casa.  Y fue en el camino de vuelta, cuando en el último momento decidió volver a casa andando.  Era una buena caminata,  cerca de una hora andando, pero pensó que le vendría bien, se despejaría y haría algunas compras por el camino. 
Había pasado ya los jardines de la aurora cuando vio una cría de pájaro en el suelo, bajo un árbol, lo cogió entre sus manos con sumo cuidado, miró hacia arriba y pudo ver a sus hermanos que asomaban el pico entre las ramas y los palitos del nido que su madre habría construido con su fortaleza e instinto.

Marina volvió a mirar al pajarito que abría el pico pidiendo comida.  Fue entonces cuando se percató de que no había nadie observándola. Tenía el animal alado ente sus manos sin que nadie lo hubiera advertido. Apretó al animal ente sus manos, fuerte, fuerte, sintió un pequeño crujido, imperceptible al oído pero entre sus manos supo en ese instante lo que había hecho.  Miró al pajarito  una vez más, inerte, silencioso, con su pequeña cabecita pendulante, aún tenía el calor de vida entre sus manos.  Aún así no sintió nada, vio llegar a mamá gorrión cargada de alimentos e ignorante del destino de uno de sus polluelos.  
Marina esbozó una extraña mueca difícil de descifrar,  y tiró sin mucho aspaviento al  pájaro inerte junto al tronco del árbol.

Cuando llegó a casa a eso de las ocho y media de la tarde Jaime la esperaba con ganas de pasar lo que quedaba del día junto a ella, la saludó y le habló de una forma más amorosa de lo que era habitual, sabía que cuando tenía esas pesadillas tardaba algunos días en alcanzar la armonía en su vida cotidiana.
Ella fue directa al baño para lavarse las manos. Jaime la abrazó. La hizo sonreír con algún comentario divertido. Estaba tan enamorado de aquella mujer que con tan solo mirarla a los ojos sabía que era la mujer más sensible y emotiva del mundo. Había tenido suerte en encontrarla, en ocasiones Jaime sentía que lo miraba con ojos tristes, pesados, como si no estuviese allí con él sino en algún momento de ese pasado que tantas grietas abrió en su alma y por donde se siguen colando las bofetadas de una mujer a la que se llamaba madre.

Marina se acostó tarde, se cepillaba los dientes para ir a dormir, se miraba en el espejo del baño mientras Jaime ya descansaba,  observaba el reflejo de su rostro en el espejo, apacible, tranquila, con esa sutil belleza de mujer cuidada... tuvo que sacudir su cabeza para apartar las plumas que brotaban  entre los mechones de su melena...  

- Que te pasa?  Jaime le preguntó al verla agitarse camino a la cama

- Me quito los mechones de plumas...   balbuceó
-  Bueno... duerme verás como mañana no estarán.  Jaime despertó aturdido sin saber la hora que era. Marina estaba soñando... pensó






11 comentarios:

  1. La infancia nos marca, si no fue buena, nuestra vida no lo será tampoco, es una triste historia que tiene similitud con tantas otras que vemos por ahí, muy buen relato Nieves, un abrazo!

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  2. Hay traumas que marcan a un hombre o a una mujer para toda la vida. Hay madre que nunca debería llegar a ser madre, porque solo la palabra, ya le viene largo.

    Besos Nieves.

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  3. Qué pena que hayan madres que no merecen llevar ese nombre.....Sorprendente relato Nieves!! Mil besos!!!!

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  4. Hay pesadillas que se curan y otras no, ni teniendo al lado alguien que te despierte.
    Un abrazo,Nieves.

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  5. Hola saludos.Que relato es muy conmovedor me encanta es tan parecida a la infancia de hace algunos años precioso.

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  6. Espeluznante, tierno, tiene de todo
    La infancia nos va dejando marcas y fantasías imborrables
    Que cuento!
    Besos

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  7. Cuando no se es querido ni aceptado, cuando se le descalifica y golpea, ese niño tendrá un gran trauma y le será difícil amar y entregarse.
    Tremendo final, Nieves, muy bueno.
    Un abrazo.

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  8. A veces nos arrancamos una espina haciendo daño a terceros inocentes.

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  9. aprecciate much your blog kisses

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  10. Os agradezco enormentenete vuestras visitas y tanto cariño.

    Besos !!!

    Feliz fin de semana :D

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Hola chic@s!!!!
Gracias por visitarme, por estar y compartir tus pensamientos....