Supongo que era cuestión de tiempo, lo estaba viendo venir, y ha sido esta noche no se si producto del hastío social, por el calor tropical o por esa intuición de tener una mezcla de certeza y miedo de que esos negros nubarrones ocultarán el sol y el arcoiris durante tiempo indeterminado... el caso es que esta noche, más bien al alba me levanté de la cama y me dirigí sin prender luces al hueco de la escalera, me coloqué frente al baúl; grande y pesado, de madera y bronce forjado. Lo toqué en la oscuridad, lo acaricié un instante antes de prender la bombilla de cuerda del bajo techo. La luz era tenue pero suficiente. Fui apartando tesoros pequeños y brillantes, los mapas, las piedras, manuscritos, sombreros y el ron ya añejo... y por fin allí estaba, tal y como la recordaba.
Salí al balcón, el sol aún estaba en el horizonte y los ciudadanos aun dormían, desplegué la bandera como la que iza el estandarte de su propia revolución. Un inesperado viento matinal la hizo moverse golpeando los hierros del balcón. Mi barco, mi hogar, mi bandera negra con la calavera y dos tibias en aspas... Hoy izaba mi propia bandera que no podía ser otra que la pirata, la de los náufragos que renacen en su propia isla, la de los guerreros que luchan por su propio destino, la de los pies negros y la piel con sabor a sal, creadores de historias, aventuras y como no... buena cerveza.
Vivimos en unos tiempos en los que en cada balcón y azotea se intuye la lucha y la desobediencia, la rebelión de los balcones es cada vez mas visible.
Ahora que el viento rule por donde sea. Avante toda
Hola Nieves
ResponderEliminarMuchas banderas, una misma humanidad.
Saludos.
me gusta tu blog es interesante
ResponderEliminarfeliz noche para ti