Te observo con tu mirada de regaliz y tus fuertes manos de explorador experimentado, tu perfil dibujado como una silueta en mi horizonte.
Me recuerdas a un diablillo ensimismado que ilustras mis capítulos mas divertidos.
Tienes la típica belleza del niño de barrio y te invento en la mirada reflejos de ese río tuyo, de algún lago misterioso o algún tesoro oculto en un territorio que nunca pisaré.
Qué linda escena sentada con tu pichichus y rodeada por las plantas, Nieves, luego viene el ensimismamiento, vaya a saber uno si el horizonte estará más cercano, un abrazo!
ResponderEliminarNo sé por qué no existen los verbos enmimismar y entimismar. Cosas mías, no te preocupes.
ResponderEliminarUn abrazo.