Yo no soy bruja ni profeta por lo que no puedo sacar conclusiones de lo acontecido así que sin mas preámbulos te lo voy a contar...
31 de Diciembre. Faltaban un par de minutos para las doce de la noche y a mi me dio por contar mis uvas. Algo que sobraba porque eran de estas preparadas en latas. Pero yo las conté... las conté otra vez... una vez más... " Uy que tengo trece uvas... ¿Y ahora que hago, me la como, la dejo?" Mi único acompañante de la noche no supo que decirme, o quizás no me acuerde de lo que me dijo porque para entonces ya habia empezado los nervios de los cuartos. " Bueno ya veré lo que hago" pensé en el último segundo.
Aquel año por circunstancias, pasaba la navidad lejos de mi familia, incluida la Nochevieja. Mi familia estaba a 700 Kms de distancia; como yo, ellos también estaban con sus doce uvas, con los nervios y la risa nerviosa que causa ese momento. Las campanadas fueron sonando una a una y nos fuimos comiendo todos al mismo tiempo cada una de nuestras uvas... hasta llegar al dilema.
Todo se fraguó en el mismo momento, en el mismo tiempo... Yo decidí dejar la décimo tercera uva abandonada en el plato. Y a 700 kms uno de los once miembros de mi familia que estaban reunidos descubrió justo en esa última campanada que tenía once uvas en el plato.
Al día siguiente contandonos como nos había ido la noche cada uno en su lugar, entre una cosa y otra apareció la anécdota con mis uvas, y entonces descubrimos este curioso acontecimiento.
Y en este punto, no puedo negar que es momento loco y kafkiano lo único que se me ocurre pensar así de golpe es lo mismo que se te ha pasado a ti por la cabeza. Que la uva que sobraba en mi plato es la uva que faltaba a 700 kms.
La naturaleza humana necesita darle explicación a todo, y en una noche tan especial con tanta tradición de rituales para que todo salga bien en el año en blanco que tenemos por delante algo tan peculiar como esto no pasa desapercibido, sin embargo la lógica te dice que no le des muchas vueltas a esto porque corres el riesgo de que tu cabeza explote dándole importancia a algo tan absurdo como una uva de más o una uva de menos... ¡Qué más da !. Pero la vida trae estas cosas, es un echo que ocurrió y pase lo que pase este año será... el año de la uva.
Un año, las dos personas que estábamos en casa nos quedamos dormidas y cuando nos despertamos ya habían dado las campanadas. Fue un año de lo más normal. Mucho más que el de la pandemia, desde luego.
ResponderEliminarUn abrazo.
Habrá que llamar a Iker jajaja
ResponderEliminarBesos