Eran las tres de la madrugada
cuando la tormenta se desató sobre la ciudad.
Ella abrió los ojos tan pronto escuchó el primer trueno. Su
hogar se iluminaba, contaba el tiempo entre luz y sonido, así sabía si la tormenta se
alejaba o como aquella noche cada vez estaba mas cerca.
Se agarraba fuerte a la almohada y cerraba los ojos cada vez que
escuchaba el retumbar de los cristales de las ventanas.
Aún no eran las cuatro de la mañana cuando el móvil sonó.
Era él.
- Sé que estás despierta.
Siento no poder estar esta noche a tu lado para protegerte de tu miedo.
Ella le contestó y estuvieron un rato mandándose mensajitos.
En momentos así, en noches como aquella descubría lo importante
que es tener a alguien a quien abrazar en las noches oscuras y
tormentosas. Alguien que está ahí en plena madrugada y recorrería en 10
minutos los dos kilómetros que les separaban sin dudarlo si ella se lo pidiera. Alguien que quiere cuidarla y
que le dice que no se irá de ella nunca. Y lo demuestra con creces. En
momentos como estos descubre lo absurdo de ciertas elecciones y lo fácil
que es quedarse donde se está bien. Donde no hay complejos, donde todo es
libertad y armonía, donde simplemente se es. Si, aquella noche en mitad de la madrugada quería
estar en él, en silencio, abrazada a su cuerpo de titiritero.
Aquella noche cerró los ojos soñando que estaba entre sus amorosos brazos y
recordando sus letras de calma y tranquilidad.
A la mañana siguiente se despertó cansada de no haber dormido
demasiado. Se incorporó y puso los pies en el suelo. Bajó del
colchón y de los sueños de madrugada. Quizás todo lo que había pensado aquella
noche de rayos y truenos solo era producto de la soledad de la madrugada.
Pero él a media mañana le dio los buenos días. Ella sonrió como la que ve su
propio arcoíris.
Las tormentas sino tiene uno un buen agarradero se pasa mucho yuyu.
ResponderEliminarBesos Nieves.
Saber que ese alguien existe mejora en mucho la vida.
ResponderEliminarEse arco iris al final es el broche perfecto del relato.
ResponderEliminarBesos.
Que bello amanecer le trajo la tormenta, precioso
ResponderEliminarBesos
Es muy importante para ella.
ResponderEliminarPrecioso, Nieves.
Besos 🌷🌷🌷
En Sucre algunas tardes el cielo se ponia negro y los rayos y los truenos le ponian color a la ciudad de los locos
ResponderEliminarBesos
En las tormentas, como en la vida, siempre termina escampando. Y es una gozada tener a alguien para amparar en lo uno y con quien compartir lo otro.
ResponderEliminarBesos.
Precioso, aunque yo no soy de las que teme a las tormentas, a mí me calman.
ResponderEliminarBesos
A mí me asustan los vientos, que traen desastres tras ellos, de todos modos es bueno tener con quien compartir esos momentos de miedo, aunque sea en el teléfono, yo tengo mi almohada extra, un abrazo Nieves!
ResponderEliminarMuchas gracias por vuestras visitas y comentarios tan amables.
ResponderEliminarOs quiero mucho amig@s
Mil besos :)
No me gustan las tormentas eléctricas, pero si hay de quien abrazarse, que truene!!! jajajaja
ResponderEliminarBesos =)))