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♥ Entra y siéntete en casa ...

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lunes, 15 de noviembre de 2021

Suplentes

 


Mi red de confidentes y soplones de asuntos navideños me han informado de algo cuanto menos inquietante ...

Este año  Rudolf y sus compañeros están en huelga, unas cabras se han presentado como voluntarias para suplir  tan importante misión.  

Yo no me fio de estas cabras con fama de insensatas pero por otro lado tal y como está el mundo ... ¿Qué puede salir mal ?







miércoles, 27 de octubre de 2021

Aquellos miedos

 


Hace tiempo que me he rendido. Fui una amante de las películas de terror desde muy temprana edad. Desde que aquel viernes noche mi madre en calidad de hija mayor me dejó ver mi primer programa de la clave. La película con la que me bauticé ... "Los ladrones de ultracuerpos". A partir de ahí lo vi todo; Drácula, Frankenstein, el hombre lobo... clásicos y las del momento. Lo vi todo. lo bueno, lo malo, lo pésimo y las obras maestras, siempre en busca del miedo, de la inquietud, del insomnio, del mirar en la esquina del dormitorio o ese final de pasillo siempre con esa oscuridad tan extraña como para ocultar a él... mi monstruo.


Hace tiempo que me he rendido.  Y con cierta melancolía y pesar recuerdo mi miedo ancestral, el primigenio, el que me acompañó en toda mi infancia. 

Mi miedo nacía en un sueño que terminaba convirtiéndose en pesadilla. Se repetía constantemente, casi todas las noches. Llegaba interrumpiendo todos mis sueño.  De pronto ahí estaba, ese ruido, ese rugido, esa respiración  tras de mi.  Yo corría para escapar de sus fauces, sentía que era mas veloz que yo pero que le divertía hacerme sufrir,  llevarme al limite del terror hasta hacerme llorar.  Pensaba que me alcanzaría y que me arrastraría a su hedionda cueva en el infierno. Yo corría, gritaba y lloraba. Muchas de esas madrugadas terminaba en el suelo, sentía como caía en esos 20 centímetros de abismo que hay entre tu mullido colchón y el frío suelo. A veces llamaba a mi madre, llorando, otras lloraba en soledad o simplemente estaba paralizada del mismo miedo.  Ese es el miedo de la infancia, el cándido miedo de los 7 años.  Con el tiempo ese miedo se desvaneció cuando descubrí que ese rugido y esa fuerte respiración era el ronquido de mi padre que dormía en la habitación  adyacente a la mía.  Sus ronquidos irrumpían en mi mundo onírico dando rienda suelta a mis peores pesadillas. Y así poco a poco esta amante del cine de terror fue alimentándose de todas esas películas hasta llegar al triste punto de que ya ninguna me hace mirar ese negro rincón del dormitorio con el espanto de saber que me observa, que ese ser maligno   que fue creado en el mismo averno, me vigila esperando el mejor momento para succionarme al abismo.  Mi miedo murió con los años.  Hace tiempo  que me he rendido.



sábado, 2 de octubre de 2021

La piedra


 ¿Porqué se hacen ciertas cosas espontaneas y casi por instinto?

Yo tenía 9 años, la calle donde vivía estaba en obras, habían puesto alcantarillado nuevo  y aquel día  unos camiones inmensos habían derramado gravilla por todas las calles para poder asfaltar posteriormente. 

Permanecí un buen rato comiéndome el bocata de la merienda sentada en el suelo de la acera, tomando el sol de Febrero y mirando aquella piedra. Me preguntaba porqué la miraba. Porqué me llamaba tanto la atención. Había cientos, miles por no decir millones de piedra en toda la calle, sin embargo aquella piedra; inerte y muda llamaba mi atención, quería que la rescatara de su destino... el abrazador asfalto, y con él... su entierro y el olvido. Sin embargo, yo la había descubierto y ya pasaran los años que pasaran yo iba a saber que estaba allí.

El sol se ocultaba ya en el horizonte, tras las casas vecinales, hice una bola con el papel de plata que había envuelto el bocadillo, me levanté y fui hacia la piedra. La cogí  y la sentí por primera vez en mi mano. Sin duda fue mi primera vez, mi primera piedra.     Entré en  casa para hacer los deberes del colegio,  la guardé en el estuche de bolígrafos, durante años estuvo ahí, en toda la etapa de estudiante guardaba la piedra en cada estuche nuevo, después pasó a los bolsos, siempre la guardaba en uno de esos bolsillitos ocultos que tienen los bolsos. y ya en los últimos años en una caja, una caja que de normal va conmigo donde esté.


Llevo con ella y ella conmigo 40 años. Me he preguntado muchas veces porqué me llamó la atención. Porqué quería venirse conmigo y para que tuve el cuidado de no perderla nunca. Por que durante una vida se pierden mecheros, lápices, pendientes... Yo como tú he perdido muchas cosas, sin embargo la piedra sobrevivió a todas mis épocas. Os hablo de ella hoy porque en estos días no está conmigo pero está a buen recaudo. Siento que me ha dejado de pertenecer en estos días.   Si se pierde o no es cuestión de ella. Si quiere volver a mi o quedarse en el camino es cosa de ella y de las vibraciones de su portador... Ahora en estos días está en el camino, si... en ese camino


viernes, 28 de mayo de 2021

Estrellas




 Aquel verano me dediqué a la contemplación de las estrellas.  Por circunstancias que en este momento me da pereza contaros aquel verano tuve dos meses de vacaciones. Llegué a la costa un Sábado,  había familias con sombrillas y neveras tomando el sol. Tras un breve vistazo al mar me dirigí al camping para dejar mis trastos en el bungalow que habia reservado un par de días antes.


Aquél verano apenas abrí la maleta, pasé dos meses en bikini y pareo.  En la nevera solo hubo tarta y cerveza.   Pasaba las mañanas durmiendo, las tardes bebiendo y las noches achispada con las estrellas.  Él llegó un Martes cuando yo estaba bebiendo sentada en la mesita del porche,  con trenzas en el pelo y roja por el sol ya que el día antes dí un largo paseo para ver el faro que contemplaba en las noches solitarias desde la ventana de ojo de pez que había en el cabecero de mi cama, debo confesar que no era el mejor momento para descubrirme.   Se paseaba  con sus trastos de buzo todas las tardes  mientras yo me comía algún trozo de tarta  y volvía cuando estaba en  comunión con las estrellas y el cosmos.   Un Jueves a su vuelta me dijo que si me apetecía  cenar pescado. Acepté.  Ya no dormí sola mas ninguna noche.  Me despertaba desnuda, cansada y con ganas de sus desayunos.


Aquél verano vi un eclipse de luna, 48 estrellas fugaces y 2 objetos no identificados. Un lunes marché a casa. A mi trabajo de oficina, a mi cuarta planta de piso de ciudad, a noches sin estrellas ni lunas.  A días interminables y noches eternas.  Y el verano volvió a ser recuerdo y con el tiempo, sin darme cuenta, aquel verano fue engullido por las dunas del olvido hasta que perdí el sabor del pescado, el eco de su voz, su nombre y su tacto.


Cuando miro las estrellas y descubro alguna estrella fugaz no puedo evitar que un soplo a aire levante la arena dorada de las dunas del olvido y me deje al descubierto un recuerdo de aquel fugaz verano...




lunes, 26 de abril de 2021

Confines

 



Después de un largo viaje que en realidad le había parecido como un pestañeo, la gran puerta se abrió.  Y fue Dios quien la recibió en persona con su gran magnificencia.

Sintió su acogida como la madre que recibe a sus hijos, sintió su sonrisa y sus brazos acogedores.

" ¿Que me  traes contigo? " 

Sintió el corazón latir apresurado aunque ya no albergaba corazón en aquellas tierras. - No sabía que había que llevar algo-. Aún así contestó como si lo hubiera tenido claro toda su vida.

" Te traigo mi asombro. una capacidad ingente de asombro. Y créeme que en estos tiempos no es fácil portar este sentimiento en las tierras del hombre. Llego aquí después de toda una vida buscándote; en las olas del mar, en el viento del bosque, debajo de las piedras  y dentro de los bizcochos, nunca te encontré, te imploré que derramaras sobre mí algo de tu magia y nunca obtuve respuesta, ninguna señal, ni siquiera en mis horas mas oscuras... Y hoy me abres la puerta de tu casa y me recibes como si fuera lo mas normal del mundo y bueno... para mí no lo es, porque nunca creí en ti ni tú hiciste nada para que cambiara mi percepción de tu existencia.  Así que te traigo mi asombro, mi perplejidad,  porque imagino que lo sabes todo de mí y serás consciente de que nunca fui uno de los tuyos... sin embargo aquí estoy dispuesto a dar lo mejor de mí en esta eternidad que me espera,  en esta eternidad que tengo, que siempre tuve sin saberlo ".


Y  en algún rincón de  los confines del universo desconocido di mi primer paso en la tierra de los ángeles ...



miércoles, 31 de marzo de 2021

Ladrona de bocatas

 



Hace unos días mi Diana fue a dar su vuelta matutina con su mejor amigo, -mi padre-.  Aquella mañana a finales de invierno hacía frío, y ella además debía tener hambre, aunque en Diana no es raro, su cuerpo curvi la delata.

Como cada mañana ella corre buscando algún animalillo mientras que mi padre busca algún esparrago, nada hacía presagiar el acontecimiento que se avecinaba.  

Unos gritos repentinos alertaron a mi padre que buscó por inercia donde se encontraba Diana pero en ese instante no la vio. Se alertó.  Un par de segundo después la vio correr despavorida con una bolsa entre los dientes,  tras ella... un hombre corriendo desesperado tras ella.  "¡¡¡ Cojan a ese perro, me robó el bocadillo del desayuno !!!!!.  Mi padre abochornado al descubrir que el ladrón era su bonita y educada Diana no supo donde meterse. Sin duda era uno de esos momentos en que te gustaría que la tierra se abriera para meterte dentro. Yo no puedo evitar imaginar este cliché como una viñeta de Mortadelo y Filemón.

La perra intuyendo el peligro de la persecución al ver a mi padre fue hacia él. El hombre que llevaba uniforme de obrero se paró sudando y agotado, enfadado e indignado.  -Su perro me ha robado el bocadillo-.  Volvió a repetir.  

Mi padre le quitó la bolsa de las fauces de su cariñosa niña y se la dio al hombre pidiéndole perdón  a la vez que increpaba a su perrita.  Cuando llegó a casa le riñó y estuvo ese día sin su  dentastix de menta... y desde ese día desayuna antes de ir a dar su vuelta matutina. 





lunes, 15 de marzo de 2021

Memorias

 




A veces me siento destrozado, angustiado, con un sentimiento enorme de impotencia y... soledad.  Todos los días al salir del trabajo me paso a ver a mi padre antes de volver a casa, él está aún en su trabajo, en la misma plaza desde hace 38 años. Cada día me acerco despacio, con la misma incertidumbre.

Me siento en el asiento y me pregunta si estoy cómodo a la vez que empieza a limpiarme los zapatos, me cuenta que tiene un hijo pequeño y me narra las cosas que hacen juntos, los planes que tienen, me cuenta hasta el mínimo detalle, cosas que yo había olvidado y  que él recuerda a pesar de que no reconozca a ese hijo que lo tiene en ese momento frente a él.  Me parte el alma.

Me levanto dándole las gracias y le pago con un billete.  - no me des el cambio- . Me mira sonriente y me lo agradece. - Gracias Luis-.

Hoy recordaba mi nombre. Quizás mañana sea uno de esos días en los que me reconozca. Lo miro en la distancia antes de cruzar la calle. Parece mentira como a pesar de haber olvidado casi todo no olvidó su trabajo y no pierde las ganas de hacer lo que hizo toda su vida. 



sábado, 16 de enero de 2021

Biodiversidad urbana

 



Después de días de frío histórico el  sol brillaba en el cielo y calentaba mi espacio de contemplación.  Mi balcón. Ahí es donde vive Abril 20, el nísperos que sembré en pleno confinamiento. 

Y justo ahí es donde estaba cuando vi a uno de los gatos de los muchos que viven en la casa que llamo por razones obvias ' la casa de gatos' a veces maullan confundiendome, haciéndome creer que es llanto de niño .  En aquella ocasión uno de los gatos pequeños estaba en el balcón; la barandilla del balcón tiene una Maya casi invisible pero ahí está, yo la intuyo, la veo. 

Un gorrión se posa tras la maya. El gato intenta capturarlo . Mete sus pequeñas pezuñas entre los alambres . Es obvio que es intento fallido. Y no solo yo lo se, el gorrión también . Se pasea ignorando el peligro sintiéndose protegido. Da pequeños saltos llamando la atención de su potencial depredador. El gato se irrita, se altera, mete las zarpas una y otra vez entre los alambres.  No tiene nada que hacer, yo lo sé y el gorrión también.  Se pasea a un centímetro retando al peligro y cuando le parece bien revolotea hasta la parte superior de la barandilla, el gato ante mi sorpresa .... ¡ salta ! Y el gorrión vuela hacia el tejado y de ahí despliega sus alas ....vuela ... vuela .... hasta que lo pierdo de vista. 

El gato  maulla.  Se acabó la diversión y también mi entretenimiento, es hora de encender los fogones y cocinar. Después de días de frio histórico el sol brillaba y entraba por la ventana de mi cocina.



sábado, 9 de enero de 2021

Cuasi.

 



Aún no eran las 9 de la mañana.  Salí al balcón con la mágica idea de ver la calle pintada de blanco. Pero no, estaba como siempre, aunque hacía tanto frío que mi presencia en el balcón parecía un acto de individuo perturbado.  

Allí estaba yo mirado la calle mojada y la lluvia que caía lenta y silenciosa.  Miré por instinto  la ventana de la vecina y vi  una niña mirando la calle, con los ojos muy abiertos  imagino que con la mágica idea de ver las calles nevadas, pero no ... solo pudo ver  una mujer que la miraba desde su balcón que la saludó con la mano y una sonrisa.  

El frío me abrazaba mientras me doy cuenta que la niña también me saluda y pienso en que posiblemente nos separen varias décadas, demasiadas podría decirse, pero ahí estábamos las dos teniendo la misma ilusión.

La nieve se ha quedado en las montañas, muy serca de casa... pero no importa,  porque un día  estaré en casa y veré las calles cubiertas de blanco y la nieve caer sobre mi flequillo, y aunque sea una señora mayor y la nieve no resalte en mi pelo  blanco yo me sentiré niña, porque nunca dejé irse a la niña que fui, sigue estando en un rincón del corazón de piedra y plumas...

Quedaba mucho día por delante,  un fin de semana con pequeños caprichos y hogareño, quedaba mucho invierno, y si lo pensaba bien quedaban muchos inviernos... me estaba helando de frío.  Aún no eran las 9 de la mañana.