Después de días de frío histórico el sol brillaba en el cielo y calentaba mi espacio de contemplación. Mi balcón. Ahí es donde vive Abril 20, el nísperos que sembré en pleno confinamiento.
Y justo ahí es donde estaba cuando vi a uno de los gatos de los muchos que viven en la casa que llamo por razones obvias ' la casa de gatos' a veces maullan confundiendome, haciéndome creer que es llanto de niño . En aquella ocasión uno de los gatos pequeños estaba en el balcón; la barandilla del balcón tiene una Maya casi invisible pero ahí está, yo la intuyo, la veo.
Un gorrión se posa tras la maya. El gato intenta capturarlo . Mete sus pequeñas pezuñas entre los alambres . Es obvio que es intento fallido. Y no solo yo lo se, el gorrión también . Se pasea ignorando el peligro sintiéndose protegido. Da pequeños saltos llamando la atención de su potencial depredador. El gato se irrita, se altera, mete las zarpas una y otra vez entre los alambres. No tiene nada que hacer, yo lo sé y el gorrión también. Se pasea a un centímetro retando al peligro y cuando le parece bien revolotea hasta la parte superior de la barandilla, el gato ante mi sorpresa .... ¡ salta ! Y el gorrión vuela hacia el tejado y de ahí despliega sus alas ....vuela ... vuela .... hasta que lo pierdo de vista.
El gato maulla. Se acabó la diversión y también mi entretenimiento, es hora de encender los fogones y cocinar. Después de días de frio histórico el sol brillaba y entraba por la ventana de mi cocina.