Ella nunca fue valiente. Se empeñaba en serlo pero no lo
era. Vivía una vida sencilla, familiar y hogareña. Nunca necesitó de grandes
viajes, proyectos de ensueño, ni propuestas de cambio.
A ella le gustaba su vida tal y como estaba, aún sabiendo que deseaba
ciertas cosas tan inalcanzables como soñadas.
Solía coincidir con Fernando en la cafetería de la Calle donde
trabajaba. Él la alagaba con gracia y ella coqueteaba sutilmente.
Nunca llegaban a más. El respeto y la inseguridad de ambos hacían
que pensaran que cada uno tenía su propia vida, incluido algún amor escondido
entre lo cotidiano y lo conocido. Así se lo preguntó uno de esos
días entre el café y el croissant con margarina.
Ella se ruborizó, porque el único hombre que le decía cosas
bonitas era él. Ella respondió con un tímido " No... no tengo a nadie esperándome,
bueno ningún hombre" - volvió a ruborizarse-
"Eso
me da ciertas esperanzas. A veces nos enredamos demasiado y no sé si estamos
jugando o va la cosa en serio". Aquél día la
conversación tenía tonalidades distintas.
"¿Tienes miedo de
quemarte?" preguntó ella con cierta seguridad mientras daba un bocado a su croissant.
"Claro,
¿Tú No?" Expandió su tórax en una respiración profunda.
“Bueno... a veces.
Pero he aprendido que el fuego de la pasión quema tanto como el hielo de la
soledad. Y a la soledad le temo" Helena tuvo su dosis de
verdad en aquel momento.
"¿A
la pasión no le temes?
“No, para nada. ¿Me
estas diciendo que tú si? Me sorprendes!!! “
Esbozó una amplia sonrisa.
"Si
la desato contigo seguro que no. Eres la única mujer que se queda conmigo más
de 15 min. sin perder la sonrisa y mirándome a los ojos"
*
Fernando cerró la puerta con media vuelta de llave. Ella lo
miraba con ojos brillantes y alegres.
“¿Quieres
un vaso de agua, una cerveza, quieres tomar algo?
Dijo mientras dejaba las llaves de casa en la mesita de entrada y dejaba
en una silla su bandolera.
"No...
gracias"
Se acercó a ella y le atusó el cabello. Acarició su mejilla y la
besó. Tropezaron con todos los muebles hasta llegar a la habitación donde
el huracán de sus besos y sus manos se recorrían e hicieron
despojarse de sus ropas. "¿Estás
segura de querer quemarte? le susurró él a los pies de la cama mientras
bajaba la cremallera de la falda de Helena. ”Ya estamos en las brazas tontito..."
Él la miró tumbada en la cama con aquella deliciosa ropa interior
negra. Ella abrió sus piernas y él se deslizó lentamente sobre ella hasta
llegar a su boca para poder besarla de nuevo. "Me gustaría tenerte así toda la vida".
*
Ella soltó una carcajada y fue entonces cuando volvió a la cafetería,
cuando volvió de su ensoñación. Fernando estaba allí como cada mañana alagándola
con gracia y ella coqueteado sutilmente. Nunca llegaban a más. El
respeto y la inseguridad de ambos hacían que pensaran que cada uno tenía su
propio amor escondido entre lo cotidiano y lo conocido.
Y en verdad lo tenían.
Él lo sabía cada mañana cuando
despertaba entre sábanas blancas y pensaba en ella. Recorría toda la ciudad para coincidir en el
espacio y el tiempo justo para su café del descanso.
Ella lo sabía cada mañana
cuando miraba el reloj de la oficina constantemente para no llegar tarde al desayuno en
aquel bar que nunca le gustó demasiado pero era donde la casualidad les hizo
coincidir, donde cada mañana compartían risas y conversación, donde cada mañana
compartían sus cafés con gotas de amor y cobardía.
Hermosa historia romantica amiga
ResponderEliminarBesos
A veces tenemos miedo de equivocarnos y echarlo todo a perder
ResponderEliminarBesos
El miedo a que se termine esa perfección del amor ideal, un abrazo Nieves!
ResponderEliminarAy... cuántas oportunidades perdidas para convertir los sueños en realidad...
ResponderEliminarSi pudiera volver al pasado...
Besos.
Después de esa ensoñación solo queda una posibilidad.
ResponderEliminarElla se levanta por la mañana, se pone ropa interior negra y toma la iniciativa.
A quemarse toca.
Y ya a ciertas alturas del camino el quemarse no duele.
EliminarNo nos da miedo perder.
Puede que si quedaran un día en tu Hope... puede que él terminara preguntandole el color de sus bragas y ella terminara por decirselo
:)
Besitos !!
Esa idea es buena.
EliminarTomar la iniciativa para conseguir lo que se quiere es una forma de controlar la propia vida.
Fueron felices a su manera. 15' al día y una ilusión es mejor que no tener nada.
ResponderEliminarDe ilusiones no se vive Roberto. Se vive de realidades.
EliminarQuien vive de ilusiones termina intoxicado de desepciones.
En la vida se gana o se pierde
se toma o se deja pero debe ser insano tener que vivir para 15 min. de espejismos de felicidad.
¿ No crees?
Besitos :)
Qué pena dejar pasar la oportunidad y también la posibilidad de amar.
ResponderEliminarSiempre hay que tener una pizca de aventurero en las cuestiones del corazón.
Besos, Nieves.
Gracias a todos por vuestros comentarios siempre tan acertados.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz domingo
:)
Ilusiones que no siempre sirven.
ResponderEliminarNo sé ultimamente pienso mucho así.
Besos
ES que hay que animarse a ....tomar la iniciativa y ver qué pasa! ;)
ResponderEliminarBesos Nieves =)))
No pueden estar así eternamente.
ResponderEliminarLa ensoñación nada tiene que ver con la realidad, y de llevarse a cabo esa relación se podrían encontrar con cosas qué quizás no fuesen cómo en un principio se habían imaginado, también podría ocurrir cómo no fuesen incluso mejor.
Besos 💐 🌸
Muchísimas gracias por vuestros comentarios. Un abrazo y un besos a tod@s
ResponderEliminar:)