Creedme
que para alguien como yo que creció bajo el manto de la iglesia católica no fue
complicado acercarme temerosa al pecado.
Al
principio solo me tumbaba a su lado, saltaba la verja, la ventana del comedor,
subía las escaleras y me tumbaba a un lado de su cama. Le escuchaba.
Parecía cansado, siempre parecía cansado. Con sus rastas y plumas en el
pelo, con su gato siempre tan cansado como él. Siempre pensaba porqué un hombre
elige a un gato de amigo animal " Amo a este gato porque veo al
tigre que fue en la otra vida". Lo decía siempre susurrando, como el
que confiesa un secreto.
Él me
dejaba estar allí junto a él todo el tiempo que quisiera. Me hacía
preguntas. Cuando me di cuenta había vaciado sobre aquella cama toda mi alma.
Y fue entonces cuando estaba vacía de todos mis miedos, cuando derribó
todos los muros de normas y moralidades, cuando pude reconocer al diablo de Jersey.
Para
entonces ya me había enamorado, para entonces ya llevaba sus plumas
en el pelo, ya había saboreado alguna que otra vez sus besos, habíamos
compartido noches de clubs de jazz y sabía lo que quería y necesitaba solo con
mirarle a los ojos.
Para entonces
yo ya era de otoños, de aperitivos de domingos y tardes de sofá, cuando me di
cuenta ya estaba tan cansada como él.
En aquellos días apreciábamos las
pequeñas cosas. No necesitábamos dinero, ni coches para viajar ni demasiada
comida para sobrealimentarnos. Todo era fácil y en ocasiones era yo la que proponía,
la que preguntaba, la que dejaba que se tumbara a mi lado en esas noches que
elegíamos quedarnos dentro de casa, alejados de las noches y sus criaturas de alcantarilla.
Para
entonces él me miraba desde su delicioso lado de la cama, con sus ojos
brillantes y divertidos, acariciaba a su gato y escondía su bonita sonrisa que me pedía noches interminables. Me miraba y podía reconocer con facilidad
el nuevo rostro del diablo que Jersey. Habíamos dejado de buscar, pocas cosas eran
importantes. Nunca más nos hemos divertido tanto como aquellos días en que nuestros bolsillos estaban vacíos y nuestro espíritu lleno de ideas y ganas. Nunca fuimos tan libres como cuando el diablo de Jersey iba con nosotros, cuando sabíamos que siempre llegaría el amanecer... a salvarnos.
Parece una buena vida.
ResponderEliminarEso de apuntarse a lo que intentan convertir en pecado y solo es disfrutar de las mejores posibilidades que ofrece la vida.
Como dice la frase "las mejores cosas de la vida no son cosas"
Cuando uno vive el momento de pan, amor y cebollas, todo es hermoso y termina cuando nos incorporamos al mundo.
ResponderEliminarBesos
Sigue teniendo la pinta de una buena novela.
ResponderEliminarBesos.
Aprovechar los bueno, que lo malo ya viene solo. Voy a leer la otra parte.
ResponderEliminarBesos Nieves.
Apreciar las pequeñas cosas esa es la esencia de la vida....sin necesitar dinero..sólo el uno y el otro...es maravillo...hay que saborearlo intensamente..Me ha encantado Nieves!!!
ResponderEliminarMil besos!!!
A mi parecer lo sencillo lo pequeño da un gusto sin igual.
ResponderEliminarYo tambien amos los gatos, quizas por su curiosidad o por que van a lo suyo.
Besitos
En buena compañía lo demás deja de tener importancia.
ResponderEliminarMuy bueno, Nieves, tu arte crece y crece a diario.
Besos
La buena compañía, hace que el momento sea lo mejor.
ResponderEliminarMe encanta Nieves....continuará?? =)))
Besos :D
Borges dijo: "DIOS CREÓ AL GATO PARA QUE EL HOMBRE PUDIERA ACARICIAR AL TIGRE"
ResponderEliminarYo amo los animalitos y los gatos me encantan
La historia me gustò y me queda la intriga si continùa
Bien fin de semana
Besos
Me intriga lo del "diablo de Jersey", pero la historia tiene todos los condimentos de una etapa fácil de la vida que no hay que perder en el tiempo, debe servir para mantener la llama encendida, un abrazo Nieves!
ResponderEliminarBueno... como veo que os gusta... El diablo de Jersey se quedará un poco más con nosotros...
ResponderEliminarGracias !!!
Mil besos :)