Cuando
aquella mañana dominical le propuso poner el bote de cristal en la estantería
del salón, supo que aquello implicaba muchas cosas, entre ellas, la más
importante... un comienzo, no sabía exactamente de qué, pero un comienzo
era.
No pudo evitar recordar otro tiempo, tiempo lejano en el que los
dos tuvieron un bote parecido.
No pudo evitar recordar aquella tarde lejana en la que entró en casa contenta. Como era ella. Siempre dispuesta a contar
las diferentes conversaciones que había tenido con las diversas personas con la
que se cruzaba a lo largo de todo el día.
Precisamente esa tarde llegaba más temprano que de costumbre
y eso la hacía estar más radiante aún.
Tenía ganas de contarle que había visto a Juan y que habían
planeado para el fin de semana. Irían a su casa en el campo, a las afueras de
la ciudad.
Tenía ganas de contarle que en el trabajo había conseguido
acabar con todo el papeleo acumulado y que por fin estaba al día después de dos
meses estresantes.
Tenía ganas de contarle que había visto los juguetes perfectos
para los niños de su vida y que posiblemente no se demoraría demasiado en
"escribir la carta a Santa claus".
Tenía ganas de contarle todo lo sucedido... que encontró el
paraguas que perdió, estaba en la oficina, que el camarero de donde desayunaba comunicó que iba a ser padre, que había comprado los caramelos que le
gustan tanto a él, esos que le suavizan la garganta y alivian la tos del fumeteo...
Entró en casa contenta. Dejó la bandolera en la silla de la
entrada, la bufanda naranja y el paraguas rescatado del lugar de donde van las
cosas perdidas. Entró al salón y lo vio sentado en el balcón fumándose un
cigarro, con el periódico en la mesita como de haberlo estado leyendo. Ella fue
a la cocina y abrió el frigorífico mientras comenzaba a contarle con su alegría
y energía habitual.
Le puso un botellín de cerveza en la mesa y dijo: "Ya sé que solo es Martes pero
creo que hoy es un buen día para una cervecita furtiva".
Seguidamente cogió el abridor y plum... abrió los botellines. Se sentó y le contó un poco, hasta que descubrió su mirada de otoño triste. Se notaba que
intentaba disimular, que quería escucharla y sentir que la vida era una
aventura tal y como la relataba ella, su chica de cuentos y cascabeles, su
chica de pies fríos y corazón... caliente.
Ella lo notó, cualquier persona hubiera notado esos ojos de
recuerdos antiguos y melancolías enquistadas. Ella entonces reaccionó,
dio un trago a la cerveza y dijo como si fuera uno de esos arrebatos de ella.
¿Por qué no abrimos el
bote? Ya sé que no es Nochevieja. Pero que más da. Este año el bote está lleno y creo
que hay más papelitos blancos que rosa... - hizo una mueca divertida-
Debemos
esperar.
Ella sin apenas prestarle atención fue al salón, cogió el bote de
cristal de la estantería y lo puso en la mesita, dobló con cuidado el periódico
y colocó en el centro de la mesita el precioso bote de cristal, dentro un buen
puñado de papelitos doblados, rosas y blancos.
Si lo
abrimos ahora, que haremos cuando volvamos a casa después de la fiesta de
fin de año...
Bueno, siempre se
puede innovar, se pueden hacer otras cosas y mucho mas divertidas. - Hizo
una vez más una de sus muecas- Se me ocurren un par de ellas en este momento.
Se quedaron un instante en silencio. Mirándose, sonrientes. Después ella le
preguntó si en algunos de esos papelitos blancos estaba ella. Él no pudo
evitar reir. ”No lo
sé, imagino que sí... en un año hay muchas posibilidades de que hayas
hecho algo guay". Ese guay sonó forzado, no era una palabra de
él sino de ella y él la utilizaba en momentos distendidos para provocar simpatía.
Ella se relajó poniendo las manos en la mesa y la cabeza apoyada
en ellas, a la altura del bote miraba con ojos brillantes todo su
interior, con una media sonrisa provocada por el recuerdo de todos sus
papelitos, papelitos rosa.
En un momento él le preguntó si le parecía bien tener el bote, sacándola de la ensoñación del recuerdo.
En un momento él le preguntó si le parecía bien tener el bote, sacándola de la ensoñación del recuerdo.
Era una tradición, un juego que inventaron hace muuuuchos años. Cada vez que les pasaba algo divertido, sorprendente,
chulo, guay... algo que valiera la pena recordar, lo apuntaban y lo metían en el bote de los recuerdos. El día de fin de
año cuando volvían de la fiesta de Nochevieja, se metían en la cama, los dos y
el bote y cada uno leía los papelitos del otro. Después hacían el amor
con los recuerdos y sensaciones de todo un año.
Ella sabiendo lo que implicaba aceptó.
Ella sabiendo lo que implicaba aceptó.
Bueno, estaría bien tener el bote para que nos recordara todas esas cosas casi siempre insignificantes, que un día, en un momento, nos hacen felices. Él puso el bote en la nueva estantería de un nuevo hogar con naturalidad y ella sabiendo que aquel día sería un domingo hogareño debido a las lluvias y tormentas, Lo animó a que la acompañara a la cocina, le
ayudara aún sabiendo su poca experiencia gastronómica. Él tenía experiencia en muchas
cosas, era maestro en muchas materias de la vida pero en la cocina era un
espanto. Allí pasaron la mañana, entre harina, salsas y sartenes. Entre
risas, cariños y besos.
La mejor terapia.
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http://encuentrosantesdelalba.blogspot.com.es
Me ha gustado la idea del bote.
ResponderEliminarPero abrirlo una vez al año me parece poco. Propongo apertura trimestral...eso si, con el mismo final.
Muy bonita tu historia, me gustò mucho
ResponderEliminarBesos
Guille, Pues si te gusta la idea adelante. En estas cosas de los juegos las reglas de pactan, se inventan :)
ResponderEliminarYa imagino que el final no lo cambias. Ni tú ni nadie en su sano juicio. :)
Besos
Cantares, Gracias por pasarte, me alegra que te gustara Ana :)
Besitos
Es muy imaginativo. Todos debemos tener un bote!!!
ResponderEliminarMuy bonita historia .
ResponderEliminarBesos
Es una idea muy original.
ResponderEliminarAunque prefiero no pensar en qué habría en mi bote...
Besos.
Leches botes, como en la Primitiva y la Bonoloto. Cada uno con lo que le haga más feliz, con eso se lo maneje.
ResponderEliminarBesos Nieves.
Eso del bote me ha parecido algo muy original y a la vez para sentir, al recodar lo que se nos va, por estos vivires que tenemos.
ResponderEliminarPreciosa la historía.
Besitoss
Qué idea tan original!!!
ResponderEliminarMe gusta....pero para abrirlo más seguido y sí, también con el mismo final jijijiji
Besos Nieves =))))
El bote terapéutico necesario en esos días terribles.
ResponderEliminarPero no es para todas las parejas.
Besos
Hermosa historia. Nieves, lo del bote genial.
ResponderEliminarBesos
Una pareja que no deja que se marchite el amor, un abrazo Nieves!
ResponderEliminarAMIG@s ... creo que tenés que hacerse con un bote inmediatamente y comerzar a llenarlo con el primer papelito con eso que os hizo felices hoy...
ResponderEliminarMIL BESOS !!!
Bonita historia!! Habrá que probar lo del bote para que no se escape ningún momento feliz...
ResponderEliminarMil besos!!
Ya te digo Patry, es una idea que al parecer os ha gustado mucho. Ahora hay que pactarla y hacerla.
ResponderEliminarBesitos :)