Yo
quiero contigo - pensó como la que confiesa una de esas cosas
inconfesables- Quiero volver a aquella adolescencia donde las tretas aún
no habían agrietado mi corazón ni mis sueños. Desearía perderme y no encontrar
el camino de vuelta. Llegar a ti como la que llega al centro del
laberinto, hundirme en tu tórax, que tus brazos me abracen y sentir tu
arrullo, esas palabras sanadoras que despejan todos los miedos.
Sentir como me acaricias el pelo. Y mientras, mi corazón late tan fuerte
que parece desbocarse.
Hoy me
pinchan y solo sale amor. Muero por
sentir como exploras mi silueta, porque cuentes mis lunares y debas
comenzar de nuevo al perder la cuenta de tan suave tarea, me muero por saborear
tu aliento de sueños y certezas.
Siento como te mueres por adentrarte en mi cueva de aventuras
y tesoros. Y yo... yo me muero por verte surcar en el vaivén de los
deseos, sentimientos y pecados, por verte navegar corazón adentro. Me
pierdo en tus ansias y tus ganas... Ven, Ven y abrázame mientras me dices
tus cosas.
Podría decírselo, así tal cual, pero prefiero guardarlo, mantenerlo para mí, como tantas otras cosas.
Podría decírselo, así tal cual, pero prefiero guardarlo, mantenerlo para mí, como tantas otras cosas.
Que bonito, me gustan tus apasionadas letras
ResponderEliminarBesos
Y vivimos recordando los momentos y las palabras que pensamos en ese instante y que no las dijimos
ResponderEliminarBesos
Este es uno de esos relatos en los que no encuentro palabras que hagan justicia al texto. Corto pero muy intenso... Uno siempre desea tener una cueva a la que poder acudir asi de pronto.
ResponderEliminarNo está tan agrietado su corazón si puede recordar este lenguaje de pasión. Podrá tener una coraza protegiendo sus íntimos anhelos; pero hay otra más profunda e inviolable que guarda sus esencias juveniles, y por tanto, incontaminadas del mercadeo adulto de amores regidos por pautas contables. Me encanta levantarme y lamer sus sueños sentimentales, desayunarme con esos manjares ya olvidados tras años de dietas de supervivencia emocional. ¡Enséñenos su idioma cordial de pureza amorosa!, que casi todos, hemos perdido en las escaramuzas del camino; quizá así podamos entendernos con el mundo por donde la guerra aún no ha pasado.
ResponderEliminarQue puedo decir... No hay nada mejor que hablar el mismo idioma y descifrar los mismos códigos.
EliminarSaludos Antón :)
Lo mejor de nuestros recuerdos siempre lo guardamos como un tesoro. Un tesoro que a nadie importa. Saludos.
ResponderEliminarAlguna vez los sueños se harán realidad, ese momento marcado por el destino, ignorado por ahora, un abrazo Nieves!
ResponderEliminarSi así lo prefieres que así sea... pero la alternativa no parece ser mala cosa.
ResponderEliminarLo que daría por poder volver a sentir como en mi adolescencia...
ResponderEliminarBesos.
Quizás está el temor de que cuando se digan todas las palabras, la realidad muestre cuánto se ha idealizado.
ResponderEliminarMuy bonito y sensible, Nieves.
Besos.
Los árboles, mudos testigos de nuestros deseos y sueños en la infancia, se dejan tocar, recorrer pos los nervios de su corteza o su oquedades, y quién sabe si. al paso de los años, podrían , mejor que nosotros, hacer balance de nuestra vida.
ResponderEliminarBuen texto. Un saludo
DE ella, me gustaban sus pecas, esas que se sumaban de su nuca hasta su coccix. SDiempre en el otro, o la otra, hay algo de su piel que nos emociona, como el caso tuyo de los lunares. UN abrazo. Carlos
ResponderEliminarGRACIAS A TOD@S por visitarme y compartir vuestras cositas conmigo
ResponderEliminarUn abrazo amig@s :)
tener alguien asi, saber que existe en el mundo al mismo tiempo que nosotros, eso es la gloria.
ResponderEliminar