Era sábado en la mañana, el día favorito de la familia del amor. Gustavo estaba despierto desde el alba, había ido a correr y volvió con los churros de la cafetería Acosta. Irene había hecho los cafés mientras Gustavo se duchaba y la pequeña Lucy había llegado a la cocina con su muñeca entre sus pequeños brazos.
Irene
preparó la mesa para el desayudo; las tazas, el café, la leche, y los
churros en el centro de la mesa. La pequeña se sentó en su silla y cogió uno de
los churritos más pequeños, su madre Irene no tardó en ponerle su tacita con la
leche.
Gustavo
llegó de su ducha y se sentó junto a la niña, comentaban y hacían planes para
el fin de semana.
El
olor a café hizo despertar a Mario, aún en pijama con en torso descubierto se
acercó a Irene dándole un beso en los labios. "Esta noche te eché de
menos" Le susurró discretamente. Ella como
muestra de gratitud por su generosidad le devolvió otro beso.
- ¿Papá podemos ir al
pescar hoy con Gustavo? La niña puso esa
carita que sabía poner tan bien para pedir cosas.
-
Claro!!! Tenemos cebo de la semana pasada. -Aclaró el
padre a la niña- Se acercó a la mesa dando un golpe amigable en el hombro de
Gustavo.
Irene
se sentó frente a ellos. Desayunaban hablando del día de pesca que les
esperaba.
- ¿Tú vendrás mamá?
- Si... claro
Desayunaron
sin prisas, y juntos lo organizaron todo para estar camino al pantano a
eso de media mañana.
El
día era favorable, el sol calentaba el día y las familias asentadas a la orilla
de las aguas dejaban poco tramo a elegir.
- Allí !! Junto al árbol!!!
Vamos tío!!! - La niña cogió la mano de
Gustavo y se fueron adelantados
Mario,
el marido de Irene la cogió de la mano y fueron paseando entre las hierbas
altas y las flores silvestres. Él entendía que su esposa pudiera amarlo y
cuidarlo toda la vida al igual que a Gustavo.
Gustavo
era hombre silencioso, tranquilo, un tanto bohemio. Era un buen hombre y
cuando Irene conoció a Mario él ya estaba en su vida. Mario lo entendió,
supo que si quería a Irene, si quería ser su esposo y su compañero de vida
Gustavo tenía que pertenecer a su familia. Y así ocurrió. Irene se
enamoró de Mario, se casó con él y tuvo a su linda hija Lucy, pero ella
quería a Gustavo, siempre lo quiso, soñó con poder tener un hijo con él y tener
una relación romántica pero Gustavo era un hombre olvidadizo en estas
cosas del amor, era un hombre de esos que se deben descifrar, que pese a su
peculiar personalidad una vez que descubres su corazón no se pueden dejar, quieres, amas y deseas que esté en tu
vida por encima de todo.
- ¿Está mejor
Gustavo, volverás hoy a mi cama? Le preguntó
Mario a su esposa antes de llegar donde estaban Lucy y Gustavo
- Si, creo que si. Se acercó a su marido para andar abrazados.
Cuando
llegaron al sitio dejaron todos los bártulos y pusieron las cañas.
Irene se acercó a Gustavo y le dijo algo acompañado de unas risas y un beso en
los labios. Formaban una familia extraña, alternativa, algunos lo
llamaban poliamor, ellos lo llamaban familia.
Eso es amor, lo demás burreras.
ResponderEliminarBesos
texto lleno de ternura y donde vive aun la esperanza,muy agradecidopor compartirlo , mis saludos. jose ramon.
ResponderEliminarHoy en día hay familias conformadas de diversas maneras, debemos aceptar la elección de los otros
ResponderEliminarTierno relato
Besos
Muchisimas gracias amigos y amiga :)
ResponderEliminarUn saludo y abrazo!!!
Feliz semana
Todo un ejemplo el de Mario, amar por encima de todo.....
ResponderEliminarMil besos!!!
Una manera diferente de vivir en paz y amor, habrá que aceptarlo, la honestidad escasea, un abrazo Nieves!
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