Aún no eran las 9 de la mañana. Salí al balcón con la mágica idea de ver la calle pintada de blanco. Pero no, estaba como siempre, aunque hacía tanto frío que mi presencia en el balcón parecía un acto de individuo perturbado.
Allí estaba yo mirado la calle mojada y la lluvia que caía lenta y silenciosa. Miré por instinto la ventana de la vecina y vi una niña mirando la calle, con los ojos muy abiertos imagino que con la mágica idea de ver las calles nevadas, pero no ... solo pudo ver una mujer que la miraba desde su balcón que la saludó con la mano y una sonrisa.
El frío me abrazaba mientras me doy cuenta que la niña también me saluda y pienso en que posiblemente nos separen varias décadas, demasiadas podría decirse, pero ahí estábamos las dos teniendo la misma ilusión.
La nieve se ha quedado en las montañas, muy serca de casa... pero no importa, porque un día estaré en casa y veré las calles cubiertas de blanco y la nieve caer sobre mi flequillo, y aunque sea una señora mayor y la nieve no resalte en mi pelo blanco yo me sentiré niña, porque nunca dejé irse a la niña que fui, sigue estando en un rincón del corazón de piedra y plumas...
Quedaba mucho día por delante, un fin de semana con pequeños caprichos y hogareño, quedaba mucho invierno, y si lo pensaba bien quedaban muchos inviernos... me estaba helando de frío. Aún no eran las 9 de la mañana.
Es cierto que la ilusión por ver nuestro entorno nevado nos indica que aún anida dentro de nosotros el niño que fuimos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Por acá había noticias muy alarmantes de la gran nevada en Madrid, parece que se fue derritiendo nomás, ya verás otras en tu invierno, mi verano, un abrazo Nieves!
ResponderEliminarEste invierno es muy frío, mejor en casa y con la que nos está cayendo por todas partes mucho mas.
ResponderEliminarFeliz Año, Nieves.
Besos ❤️💜💙
¡Hola Nieves!
ResponderEliminarQue nunca se pierda la ilusión, es la energía de la vida.
¡Besos!