TREINTA Y CINCO días después su vida permanecía tan normal
como siempre. Durante las primeras semanas estuvo alerta, como un coyote en la
pradera, esperando llegar... si, lo inesperado. Pero con el tiempo las palabras de Carmelo fueron pura anécdota, con el tiempo se relajó, siguió viviendo, lo olvido todo...
Aquella tarde de jueves abrió el cajón de uno de los muebles del
salón de Lucas cuando encontró cantidad de bocetos de dibujos, eran de una
mujer, de una mujer que sin duda era ella.
Lucas era un poeta, lo conoció en la cafetería París Nocturna. El pobre
era Noruego, no conocía bien el idioma, ni entendía demasiado la gastronomía
del país que le acogía, solo comía pescado, era como un hombre
gato.
Ella trabajaba en una imprenta pero los jueves iba a casa de
Lucas, a ayudarle en esas cosas que los hombres poetas Noruegos no saben hacer,
le cocía algún botón, le cocinaba comida para campeones y de vez en
cuando leía en primicia esos poemas que escribía de su mundo atormentado, sobre
la lluvia en los cristales o sobre amantes secretos escondidos en hostales de
barrio...
Aquel jueves en cuestión Lucas estaba en casa curándose de la
gripe, la fiebre lo había machacado, dos días atrás tuvo que
meterle en la bañera para que se le bajara los cuarenta y tantos grados
de temperatura que llegó a tener. Ahora estaba mejor.
Cuando entró en el salón y descubrió a la mujer con los dibujos en
la mano se ruborizó, todo el que hubiera estado presente se habría dado cuenta. Ella los metió en el cajón y él se sentó en el sofá con su piel blanca y
pálida, como a punto de desfallecer... Ella se acercó a él, puso
su mano en la frente y notó que no tenía fiebre pero él tenía esa carita de
"estoy muy malito".
Convivir aunque sea a ratos con un poeta trae ciertos riesgos que
apenas aprecias mientras se viven.
Son gentes atormentadas, que escriben de lo que tuvieron
o con lo que sueñan tener pero que nunca tienen. Son gentes
delisiosas que te envuelven en sus bufandas de poemas y en sus lunas de
madrugada, y de pronto en un abrir y cerrar de ojos Lucas tenía el
sujetador en la mano y ella agarraba al pequeño Lucas aún dentro de sus blancos
calzoncillos. ¿Qué había pasado para llegar a ese punto? .
Eso era lo que pensó un instante, breve instante hasta que ella se dejó
caer como la que no quiere la cosa en el sofá, pierna por aquí, brazo por allí,
choque de narices, boca, lengua, dedos, ombligos, cejas,
uñas de gato, dejó entrar la poesía.
La luz de neón parpadeante de la tienda de discos iluminaba la
habitación cuando ella abrió los ojos. Se vistió y dejó a Lucas dormido
en la cama de muelles chirriosos.
Y durante semanas estuvieron en esas. Los muelles chirriosos
de la cama de un poeta siempre tienen mas encanto que los de cualquier otro
solitario. Ella empezó a pensar en los jueves. Deseaba esos días, podría
decirse que lo que comenzó siendo una tontería se fue consolidando en su
corazón.
Andaba presurosa cada jueves y paraba un minuto para coger aire
antes de llamar al timbre, esperaba que la puerta se abriera y él le diera su
beso de bienvenida. Siempre fue así hasta que uno de esos jueves abrió
una encantadora mujer de pelo rubio y ojos profundamente azules.
Se presentó como la esposa de Lucas y ella sin saber que hacer limpió la casa aquella
tarde como la chica de la limpieza que nunca fue. La esposa era una mujer encantadora que agradeció el servicio que prestaba a su desdichado marido, la invitó a un delisioso té mientras le mostraba los dibujos de Lucas, los dibujo que hacía para no olvidarla mientras estaban separados.
El mundo se abrió ante sus pies, el mundo la tragó en ese instante cuando descubrió que aquellos bocetos no eran de ella...
El mundo se abrió ante sus pies, el mundo la tragó en ese instante cuando descubrió que aquellos bocetos no eran de ella...
No volvió a aquella casa nunca pero si a París Nocturna, donde un sábado
noche coincidió con el poeta noruego, el solitario, el de la cama de muelles
chirriosos, el que la envolvió en poemas y el que como la luna también terminó
teniendo su lado oculto.
Se sentó en la mesita donde estaba ella y le dijo… perdóname, estas semanas sin ti he descubierto que te quiero mas que a ninguna otra. No estoy enamorado de ella. No hubiera pasado nada entre tú y yo si existiera otra... ¿Lo entiendes?
* Si. Lo entiendo. Dijo
ella tragando saliva en seco y no creyendo nada.
* Podemos
seguir como antes...
* No creo que sea
posible, yo no te quiero. El orgullo habló por ella
* Pero nos hemos acostado, Hemos hecho el amor muchas, muchas veces ¿Tú lo haces sin amor?
A ella le recordaron aquellas
palabras a los argumentos quinceañeros.
* Claro, lo hago por
diversión. Nunca imaginé que te tomaras en serio nuestras tardes de Jueves.
* Creí
que lo nuestro era algo bonito. Amistad, compañía y sexo divertido.
Aquella noche llegó a casa compungida, con un peso en el pecho, no
llegó a llorar, hacía años que ningún tipo la hacía llorar, desde aquel capullo
que prefiere olvidar. A estas alturas ella ya no pedía mucho. Un amigo
sincero, con el que compartir la vida según viniera y de vez en cuando dejarse
llevar, dejarse caer como la que no quiere la cosa y hacer el amor sin pedir ninguna clausula adicional, solo para recordar lo divertido que resulta hacer esas cosas con alguien que valga la pena. Solo eso,
pero cuando descubres la mentira y la estrategia, cuando dejas de creer
en la persona, en tu amigo, en tu amante... cuando ocurre eso, no hay
ruptura más segura.
" te provoca ternura y terminas acostándote con él. Le das el premio"
Si, así era ella.
" te provoca ternura y terminas acostándote con él. Le das el premio"
Si, así era ella.
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Cuantos corazones rotos con historias vividas como esta
ResponderEliminarBuen fin de semana
Besos
El noruego cabrón los cuarenta y tantos grados de fiebre que tenía, era de un recalentón que le dio, y hasta que no se la chingó ni fiebres ni hostias. Estaba más caliente que la plancha de un sastre.
ResponderEliminarBesos Nieves; muy buenos los relatos.
Rafa... me haces llorar... de risa con este desglose de la historia. Eres único!!!
ResponderEliminarBesoooos
La sinceridad no existe en el sexo ocasional.
ResponderEliminarBesos
Jajajaja una carcajada solté al leer a RAfa! jajajajaja
ResponderEliminarPues vaya con la historia......pero así sucede muchas veces, ni llorar es bueno!
Buen fin de semana Nieves, besos =))))
El vidente la clavó.
ResponderEliminarY Lucas, también...
:P
Besos.
Pagar para que alguien te diga que "algo extraordinario te va a suceder"... siempre ocurren cosas fuera de lo común y más a una chica que está pendiente de encontrar el amor.
ResponderEliminarOjalá que después de lo del noruego no se vuelva desconfiada, pero sí observe mejor al otro.
Besotes, Nieves.
Nieves, esos rincones que adornan tu blog y tu entrada son tuyos? Son una hermosura, renglón aparte, esta historia tiene en la vanidad de él y la esperanza rota de ella más en común que la mayoría de las historias de amor, yo te quiero, yo tampoco, una pena, un abrazo!
ResponderEliminarLa autoestima no hace perder momentos
ResponderEliminarAbrazo
No cristina, Tengo una casa muy bonita pero las fotos son elegidas de la web.
ResponderEliminarMuchas gracias por estar ahí siempre comenando y disfrutando de mis trocitos de historias...
Besos y abrazos amig@s mi@s :D
una historia cercana a algunas realidades.
ResponderEliminarEncamarse con un noruego siempre tiene su aquel.
Me ha gustado lo del pequeño Lucas. Espero que no tan pequeño...o mejor; juguetón.
Guille, Gracias por comentar con tan buen humor, cualquier nacionalidad termina teniendo su aquel cuando se desata el erotismo, :) El pequeño Lucas seguro que se divirtió :D
ResponderEliminarY tal y como me comentas en la otra entada, si resultas ser un chico tan bueno serguro que encontrarás una Susana que le de un premio al pequeño Guillermo, aunque... siendo fiel a los argumentos de la historia hay que ser malote para conseguirlo :)
Un besote !!!