La niña Adela tenía 7 años, estaba jugando en la puerta de casa,
calle sin asfaltar de un barrio pobre, cercano a un descampado, cuando le
entró hambre y sed. Recordó Adela haber dejado una manzana hasta
con un pequeño mordisco en la cocina de casa.
Decidió entrar en casa, sus padres no estaban en ese momento.
La casa era como otra cualquiera, con su pequeño jardín con flores. Cuándo
entró en la cocina descubrió que una extraña claridad lo inundaba todo.
Entonces dudó ante el umbral de la puerta. Aquella claridad que entraba
por algún lugar marcaba la sombra de la manzana olvidada un par de horas
antes. Se quedó paralizada un rato, intuyendo algo, ese algo que los
niños tienen, le hiso recelar. Eran dos o tres metros, coger la manzana
y marcharse de nuevo... Pero se quedó allí bajo el marco de madera.
Pensó entonces que era una niña mayor, que no eran tiempos de
fantasías o de historias de brujas, y se decidió... De aquella decisión se
arrepintió toda la vida.
Al entrar en la cocina y coger la manzana giró hacia donde estaba
esa luz, provenía de la ventana. Luz muy fuerte que le hizo poner la mano en
sus ojos para protegerse... y entonces distinguió... Vio al hombre FEO.
Había un hombre muy alto, encorvado, intentando entrar por la
ventana, Vió que estaba rompiendo la tela del mosquitero. Lo que le
aterró era que no portaba unas pinzas o herramientas para cortarlas, la mano
del hombre feo era una pinza.
Era una cara horrenda, la pequeña se quedó paralizada con la
manzana en la mano que... cayó sobre el suelo de baldosines blancos.
Aquel hombre la miraba con ojos hipnotizadores, con la cara
deformada, como aplastada, la misma cara que uno hace cuando quiere hacer una
mueca cuando se aplasta los carrillos.
El hombre feo poco a poco iba abriendo el mosquitero... El
hombre era tan alto que a pesar de que la ventana se encontraba a dos metros
del suelo parecía ir encorvándose para poder ir entrando por la ventana,
poco a poco, ignorando a la niña que paralizada lo miraba. La niña descubrió
que aquel ser, aquel hombre feo, quería atraparla y entonces la niña dio un
GRITO, un grito enorme, se pudo escuchar en todo el vecindario. Sus
amigas también la escucharon y su mejor amiga entró rauda para ayudarla,
la vio en la cocina aún petrificada. Su amiga también se
sorprendió por el resplandor blanquecino. Pudo ver a aquel ser gigantesco
que ya había roto toda la tela, respirando raro, respiración que parecía
máquina. La niña salió corriendo, agarró de la mano a su amiga Adela pero
tan pronto salieron al jardín florido Adela cayó al suelo desplomada.
Los perros comenzaron a ladrar, cuando los mayores llegaron a la
ventana ya no había nada.
¿No había nada porque ellos no podían verlo?
Ahí estaba el hombre, el gigante de más de dos metros, encorvado,
con la cara de un monstruo y la mano como una pinza.
Los mayores se atusaban el pelo, llamaban a la policía, llamaban
al médico... Tenían mucho miedo. Entonces llegaron más vecinos.
- ¿¡Lo
han visto! ¡Lo han visto!?
Algunos de esos vecinos aseguraban haber visto un grupo de luces
azules y blancas que se perdían por los campos traseros del barrio.
Algo había querido entrar en su hogar y al verse descubierto había
emprendido el vuelo, como sabedor de que los niños pueden ver
prácticamente todo.
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Y él dijo: "Que se haga la luz" Y la luz mostró su magnificencia.
ResponderEliminarEl vello erizado me has dejado y eso que una tiene ya su edad.
ResponderEliminarBesos
Nieves, te estás especializando en relatos terroríficos y de ciencia ficción, tengo una sana envidia, mi imaginación está muy achatada! Un abrazo!
ResponderEliminarY lo que no ven, lo imaginan.
ResponderEliminarEra Rajoy.
ResponderEliminarQuería robar la casa.
Besos.
GRACIAS !!!
ResponderEliminarFeliz semana amig@s
:)
Los niños tiene un sexto sentido para todo esto....pienso que ven más allá que los adultos.
ResponderEliminarMil besos!!