Poco importaba lo que eran fuera de casa, si tenían más o menos relevancia
social uno más que otro. Cuando llegaban a casa y se quedaban a
solas en la intimidad de casa eran Mariela frente a Hugo.
A Hugo le gustaba llegar un poco mas tarde que ella, a veces se
demoraba a posta, solo para que cuando llegara a casa pudiera verla en camiseta y
bragas después de haberse duchado tras todo un día de trabajo. Le
gustaba verla sonreír cuando le sentía llegar, le gustaba, aunque a veces fuera
él el que tenía que acercarse a ella para obtener su beso en la boca. Le
gustaba sobre todo los viernes por la noche, cuando tenían tiempo para
trasnochar. Y las siestas del Sábado cuando a ella siempre se le ocurrían
esas cosas que solo se le podían ocurrir a ella.
A Mariela le gustaba mirarlo llegar sin que se sintiera observado.
En ocasiones pensaba que lo quería demasiado y si algo debe no saber un hombre es lo mucho que se le
quiere, siempre debe tener esa duda que se convierta en su pensamiento intimo.
Los Sábado en la siesta siempre lo miraba durante un buen rato y terminaban descansando en el sofá
viendo alguna peli, a ella le gustaba recostarse en él o dejar que él
descansara en ella.
¿Puedo maquillarte los ojos? ¿Ahora? Solo un poquito...
Hugo se dejaba pintar con esa sombra de ojos negra, sabía lo mucho
que le gustaba a ella, aunque a él le pareciera ridículo y se sintiera como un
mapache... pero a ella le gustaba tanto, le divertía y Hugo sabía que
aunque fuera "un mapache patoso" ella se volvía aún mas
apasionada.
Su cuerpo inmóvil y desnudo espera a que la tormenta se
desate, se deja llevar por la marea y por todas esas imágenes que ha estado pensando
casi todo el día. Hugo se deja de igual forma, sexualidad pura y
profunda. Hasta que Hugo con su cara ennegrecida por la sombra de ojos
impregnada por todo su rostro descubre cuando ella se deja volar unos
segundos, exhalando un profundo y largo suspiro con la satisfacción
dibujada en sus ojos, verdes y hermosos como toda ella.
Mariela lo miraba y reía, le acompañaba a la ducha, terminaban compartiéndola
y la vida continuaba a poquitos, con su estrés diario, con todas sus decepciones,
con todo sus días locos con sus locas gentes. Todo volvía a ser vida cotidiana
y amable.
Todo volvía a ser vida y en ella un refugio en los brazos de
Mariela, en los brazos de Hugo.
El amor de una sola de las partes no basta, no es suficiente.
No se regala el alma a quien no está dispuesto a regalar la suya.
No puedes abrirles todas tus puertas, a quien sólo te abre una ventana.
El amor necesita pasión, ayuda, amidtad, entrega y lealtad .
Necesita tiempo, risas y largas charlas...
Para que nos entendamos…
“El amor es un dialogo, no un monologo”.
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http://encuentrosantesdelalba.blogspot.com.es/
Nieves, me gustó la historia y también la reflexión al pie, pienso que cada una debe tener un destinatario, un abrazo!
ResponderEliminarUn amor bilateral...
ResponderEliminarBesos.
Lamentablemente dura tan poco, los ajetreos de la vida te quitan hasta los fines de semana.
ResponderEliminarBesos
Hombre eso de esperar en camiseta y bragas mola bastante, sobre todo en verano va bien.
ResponderEliminarBesos Nieves.
Me gustan las mujeres que andan por casa en bragas y camiseta. Mucho.
ResponderEliminarMe gustan las parejas que saben jugar.
No me importa que me pinten. Con ese final mas que no me importa, me gusta.
Los quereres desequilibrados conducen -mas pronto que tarde- al naufragio.
Una historia de las que me gustan.
Me apunto a ese tipo de recibimientos...Saludos
ResponderEliminarYo comenté este post.
ResponderEliminarSeguro eh...
Grrrrrrrrrr
Muchas gracias por compartir este casita mía con mis historias y ocurrencias...
ResponderEliminarFeliz Domingo, felices días...
Besos a raudales :)