* Ya te tengo calado.
Él la miró al escucharla y ambos sonrieron. Él había estado un
buen rato dando unos buenos argumentos. Sus dedos meñiques se buscaron en uno
de esos actos de furtividad. Aquella tarde era la primera. No era
su primera cita, si es lo que estabais pensando. Habían estado sentándose
en ese banco durante meses. Apenas tenían detalles por descubrir uno del
otro, pero claro, siempre hay algún detalle por descubrir. Recuerdo esa
frase... Nunca se termina de conocer a
alguien. La mente humana es compleja. Aquella tarde era la
primera, ambos habían descubierto esas facetas que no puedes conocer
en un banco del parque.
Por primera vez desde que se conocieron el silencio los envolvió a
la vez que sus meñiques se rozaron. Ella volvió un instante, en forma de recuerdos, un puñado de
horas antes. Apenas recordaba el camino y de lo que hablaron en el trayecto,
estaba demasiado nerviosa como para retenerlo. Su primer recuerdo es en
la habitación, sus besos mientras la desnudaba sin prisas. La habitación
estaba en penumbra, el sol se despedía entre los tejados urbanos. Ella
miraba los dibujos que el sol, las luces y sombras dejaban en el techo. Tenía
su olor impregnado en ella. Suspiró. Él le preguntó si estaba bien, si
estaba cómoda. Ella asintió, se giró hacia él y le confesó
que no se sentía tan bien desde hacía mucho tiempo, que estaba abrumada y
sorprendida por tanta expresión libre de cuerpo y alma.
Él no pudo evitar reír.
* ¿Acaso pensabas que
podía ser una especie de sicópata amante de los crucigramas y del té con limón?
Esa pregunta la hizo reír además de mantenerlos en conversación
prácticamente hasta la madrugada, recorrieron ese laberinto de conocimientos y
sensaciones abriendo nuevos senderos sorprendentes y maravillosos.
Si, aquella tarde era la primera después de haberse despojados de
sus ropas. Cuando hicieron el amor juntos, descubrieron la locura. A Ambos
corazones les costaba soportar tanta emoción. Les costaban respirar,
temblaban. El perfume de su piel transmitida uno al otro era como una
droga, aquel perfume se había incrustado en sus cuerpos. Cuando sus
meñiques se rozaron un puñadoo de horas después de haber saboreado el aquella mieles ambos sintieron que aquella sensación era compartida.
Necesitaban ese perfume para estar bien. Quizás se habían convertido en
unos adictos; él necesitaba el perfume de su
cintura, y ella habitaría como ser nocturno, sedienta, en aquella cama de mieles y cerezas. Ahora debían habitar sus días con esa locura.
Cuando se viven estas sensaciones se sabe que han descubierto la vida, a disfrutarla entonces, un abrazo Nieves!
ResponderEliminarHola Nieves.
ResponderEliminarTodas las "primeras veces" tienen algo especial. Sobretodo si traen cosas buenas.
¡Besos!
¡Que bueno cuando lo bueno es bueno para ambos!
ResponderEliminarQue les dure siempre.
ResponderEliminarBesos 🌹
Hola Nives , vengo del blog de Verónica por que me a llamado mucho la atención el nombre de tú blog
ResponderEliminaryo pense que me iba a encontrar cuentos de fabulas y cuentos de oriente , y me encuentro con una historia de amor que también esta muy bien , me a gustado mucho tú relato , y lo mejor de todo es que
el relato acaba bien , es que el amor es lo que tiene , te revitaliza , te rejuvenece a la persona y te hace sentir bien y feliz , que más se puede pedir ? te deseo una feliz noche saludos de Flor.
Muchas gracias Flor por tus palabras. Eres bienvenida a casa y puedes venir a leerme cada vez que te apetezca.
EliminarUn besito y... nos leemos :)
Me parece que va a se la primera de muchas. De muchísimas.
ResponderEliminarBesos.
Esos tonos otoñales encienden las pasiones.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué buena primera vez y las que faltan! :D
ResponderEliminarBesitos =)))
Muchas gracias por sentaros en uno de esos bancos de parque y leer esta historia a la vez que os la cuento.
ResponderEliminarBesitos :)