Le dijo
que desde que vio la casa por primera vez imaginó tener en ese rinconcito su
cama. Le llevó todo un verano encontrar a alguien que le hiciera la
reforma de abrir el techo para hacerlo ventana. Y poner justo bajo el
techo inclinado una cama rústica y nada convencional.
Él no era
nada convencional y ella aunque intentaba serlo... tampoco lo era.
Cuando
abrió los ojos era ya madrugada. Se había quedado dormida en algún momento de
la noche en el sofá. Él le preguntó si quería que la llevara a casa. Ella no
pudo evitar pensar en él, porque le piensa casi todo el tiempo. Notó que
tenía frío, se frotó los ojos con las manos mientras pensaba que no quería
volver a casa, con frío y guardando el último pensamiento para su esposo que
desde hacía algunos meses se había trasladado a otra ciudad por motivos
laborales. Así que miró a ese amigo con el que había compartido cena, charla y
película de viernes noche y le dijo que se quedaría con él aquella noche.
Ella se
hizo bolita en la cama y se giró hacia el lado contrario de donde se encontraba
él. Miró un rato la ventana del techo, las estrellas brillaban
silenciosas, como ellos. Él apagó las luces en forma de cadeneta que él
mismo había creado, porque sabía que a las chicas les gustan esas tonterías, entró
en la cama y se acurrucó en ella. Ella se dejó. Él le dio un beso en el
hombro y se aseguró que estuviera cómoda y bien tapadita con las sábanas de
primavera. Sabía que no podía aspirar a mucho más. Le había propuesto mil veces
que deseaba hacerle el amor. Que ella se lo hiciera a él.
Pero por alguna razón que no alcanzaba a entender ella siempre lo
rechazaba, lo esquivaba, algunos días más seria y contundente otros de forma
más jocosa y distendida. Ella buscó las manos de él y la enlazó con la suya.
Tenía las manos heladas. Él se acercó un poco más para darle calor, ella
le dio un beso en la boca. ¿Quieres
hacer el amor? Ella no
dijo nada, miró las estrellas nuevamente. En silencio. Él tampoco dijo nada
más. Y ella se sintió lejos, lejos de cualquier camino. Pensaba
que estando allí, aun con la premisa de no tener ningún tipo de
intimidad, era como una especie de antídoto contra esos pequeños deseos que se
atrevía a fantasear. Sabía que el desamor la acompañaría siempre. Que tendría
que aceptar que por fin había encontrado un esposo que le daba una vida estable
y sencilla, con quien ir a las cenas de empresa y las de familia, con quien
hacer planes para el fin de semana, que por fin tendría una vida estable con
pareja, e igualmente aceptar sin dramas ni lloriqueos que en
aquella relación había comodidad y no mucho amor.
Allí estaba, hecha bolita, con el calor de un hombre que la deseaba y que la abrazaba para darle confort y compañía en una noche regalada, allí estaba con esa pequeña punzada de tener ese pensamiento secundario permanente, ese sentimiento tan patético como conmovedor de lo imposible. Aquella noche se sentía lejos, lejos de ese hombre que era su esposo. Ella no era nada convencional, y de pronto, mirando al que compartía cama aquella noche, se preguntó como se trata a un amor así, imposible del todo, eso era totalmente nuevo, nunca había saboreado el néctar de lo infiel y ella que no es nada dada al melodrama, recuerda que le atrae la idea de verse arrastrada por la posibilidad de un romance de esos bonitos, de esos que todos escuchan como relato de cuento con cierto regusto a envidia, que ella nunca tuvo amores demasiados entregados pero esta vez pensó haber encontrado a ese hombre con el que compartir la vida según viniera y robarle tiempo al destino para tener noches de amor y deseo. Ella no tuvo amores románticos que la hicieran sentir que la amaban de verdad. Pero esta vez quiso soñar que si…
¿Crees
que se puede querer a dos personas a la vez?
Yo creo
que si. Estoy convencido, solo que la gente no suele confesarlo.
Contestó él a pesar de haber estado calladito un rato largo allí en la cama en
mitad de la madrugada.
Ella
quería creer que era así. Porque quería seguir adelante. Dejar a un lado
todo ese sentir, sacar ese imposible de cuajo. Quería descubrir nuevos
amores, nuevos deseos y tentaciones, dejarse llevar por el coqueteo y la locura
de los momentos que la gente como ella viven sin complejos, sin perspectivas de
futuro y sobre todo sin demasiados compromisos. Y sabía que había
alguien, alguien que despertaba en ella cierto interés, curiosidad y deseo,
deseo de pecado, de puertas rojas, de esos de querer tener la oportunidad
de abrazar y besar ese amor loco, amor censurado, amor mmmmm de risas y de
juegos y de todas esas cosas de amantes deseados, soñados y fantaseados. Lo tenía allí junto a ella aquella noche. Era un
tipo como ella, sin complejos ni perspectivas de futuro en esto del amor.
Se
quedó dormida un rato con la certeza de no querer hacerlo, quería esperar,
ella siempre fue pasional, una chica sin suerte en el amor pero fiel a
sus sentimientos. Quería esperar a ese momento en el que sin miedo se
descubre que sus mentes coincidían en tiempo y ganas, sin miedo ni mañanas.
Sonrió al pensarlo. Sonrió porque sabía que no era mujer de melodramas
ni de patéticos imposibles, ella era de avanzar, de risas, de historias alegres. Así
que después de sentir el cuerpo de ese amigo acurrucado en ella, en mitad de la
madrugada acarició su nuca deslizando su mano hacia zonas mas divertidas. Él
sorprendido decidió esperar, no mucho, hasta que su "indio" despertó. Aquella noche comenzó una de esas historias alegres, de risas. Y terminaron
siendo como el recreo que se espera con ganas, donde se desataban todas
sus diabluras, esas que solo se hacen con ese tipo de gente que se adentran a
estancias no convencionales y que te dan el aliento justo para avanzar...
Lo he leído bien y despacito, pero al quedarse hecha una bolita, a mí todavía no me ha quedado claro si hubo fornicio, o no hubo fornicio; igual soy muy cortito y no me entero de nada.
ResponderEliminarBesos Nieves y que pases buen fin de semana.
Rafa querido, hubo fornicio. De ahí que terminaran siendo como ese recreo que se esperaa con ganas. 😊
EliminarBesitos 😊
Elimina
No se puede amar a dos personas, eso es imposible.
ResponderEliminarQuerer si.
Besos
Un sueño hecho realidad, bien por esa chica con ilusiones, un abrazo!
ResponderEliminarApoyo esa decisión. No hay que descartar cualquier posibilidad de hacer la propia vida mas agradable.
ResponderEliminarY añadir recreo siempre es un acierto.
Describes tan bien que un@ puede verlo.
ResponderEliminarBesos 🌹
Oh, que tema...... como cuento va pero, en la realidad .... si nos pasa a nosotras pataleamos años por el cretino que nos engañò.. en fin
ResponderEliminarPensarè que despuès de todo es una solo historia
BESOS
Él supo darle el tiempo que necesitaba con paciencia y terminó siendo correspondido.
ResponderEliminarBesos, Nieves.
Yo también quiero ese recreo....
ResponderEliminar:)
Besos.
Yo creo que debería preguntar al marido a ver que piensa xD
ResponderEliminarSin duda es un tema controvertido, porque en estas historias por regla natural siempre hay quien sufre...
ResponderEliminarMe alegra mucho veros por casa y comentar vuestros pensamientos.
Besitos !!
:)
..ese recreo está de pensarse! ;)
ResponderEliminarBesosssssssssss