Creedme que le llevó un buen
rato reconstruir los últimos acontecimientos hasta llegar a esta mañana de miércoles.
No era que hubiera perdido la memoria o la voluntad de sus actos,
sino que todo había sido tan inesperado que necesitaba ese momento de pensar, asentar
todos sus pensamientos y poner hueco en su mundo para todo aquello tan nuevo,
tan loco y excitante.
La ciudad estaba en ferias, pocos eran los que trabajaban aquella
jornada, y los que lo hacían estaban con ganas de volver a casa pronto. Ella se
despertó temprano, la calle que observaba aún estaba solitaria. Lo miró un
instante mientras se levantaba de la cama y se colocaba una de las camisas de
su recién estrenado amante. Optó por no ponerse nada mas. Solo la camisa.
Él aún dormía y eso era anormal en él porque solía dormir de cuatro a
cinco horas. Eso sí, las siestas no las perdonaba. Pero claro, aquella noche toledana bien valía dormir la mañana. Cuando abrió los ojos
su joven amante estaba junto a la ventana. La miró. Sabía que no llevaba
nada debajo de su camisa. Se le intuía todo. Pudo ver parte de su pecho por la manga holgada
al levantar el brazo. Volvió a tener ganas de hacerlo.
Ella pensó en los planes del día. Pensó en como aquel hombre
llegó a su vida de una forma tonta y como de una forma natural e instintiva fue
quedándose en ella, de como sin darse cuenta fue acostumbrándose a
sus cosas, de como escuchaba sus palabras y leía sus letras y como le
gustaba jugar a decirse todo lo que pensaban hacerse uno al otro. Pensó
en todos aquellos días que compartieron tiempos muertos y los convirtieron en deliciosos
momentos de complicidad y risas. Porque ellos eran de reír.
Siempre lo habían sido cada uno en su pequeño mundo doméstico, así que
juntos la tontería y los juegos tenían garantía.
Aquél encuentro fortuito y casual no pasaría en vano, aquel tiempo
era su tiempo, coincidían en pensamiento y riesgo. Sin ninguna prisa pero con
ese poquito de miedo que daba tanta locura.
Entonces él la llamó de esa forma que solo él la llama.
Entonces ella volvió a la cama y se recostó toda sobre él.
"nos estamos enamorando un poquito". Ella sabía que la
mejor opción era que no fuera así, pero cuando la química y el instinto se
desatan debes dejarlo fluir, es la mejor opción. Ella que no era demasiado
enamoradiza, ni demasiado loca, ni demasiado dada a las relaciones esporádicas
sabía de lo importante y mágico que es vivir cuando se dan estas
circunstancias. Le gustaba como le decía todas esas cosas, cosas que son
susurros como melodías en los jardines más alejados del Edén. ”No
te pares... “ Susurró ella con voz con cierta somnolencia mañanera. “no olvides que estoy cerca de la tercera edad y
necesito un respiro".
¿De qué tercera edad hablaba? Apenas
se había dado cuenta de eso, era más joven que cualquier chiflado de cuarenta, que resultaban ser unos muermos. Su corazón era joven, más joven que el de ella, y tenía mucha locura en su
alma, a ratos aún más que en la de su ricura de muchacha.
Cuando se dieron cuentan siguieron acabando esa botella de placer
y extasis que durante tanto tiempo solo fue deseos y fantasías de seres
libres, con poco miedo y mucha locura.
Estoy de acuerdo en que la edad que cuenta es la del corazón.
ResponderEliminarTotalmente.
Besos.
Vamos para no andarme con rodeos, y al grano; que estos chingan más que las pavas del Canadá.
ResponderEliminarBesos Nieves.
Magnífico relato, Nieves.
ResponderEliminarLa edad tiene su importancia, la andropausia por ejemplo.
Besos 🌹
Me gustan las mujeres con ropa que les queda grande, en la intimidad de una casa, en la confianza de estar con quien desean estar.
ResponderEliminarEs que esa es una de las mejores sensaciones de la vida
EliminarBesos !!
Encantador relato querida Nieves
ResponderEliminarUn beso grande
La edad es la que el corazón te dicte....
ResponderEliminarBesosssssssssssssss =))))
Muchas gracias por vuestros comentarios y por vuestros encantadores comentarios siempre. Me hacen pensar y me hacen reir según ... ;)
ResponderEliminarMil besitos !!
Sed felices
Me había perdido este cuando no tuve internet! Hermoso relato de amor y encuentro, un abrazo Nieves!
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