Era demasiado pronto para enzarzarse en cenas y citas nocturnas pero el comentario de Marco no daba pie a ninguna otra opción ni escusa barata de última hora.
"Esta noche mi Lucy prepara una de sus cenas de viernes, te
presentará a Natalia una de sus amigas. Es simpática y... guapa. Es una de esas
chicas divertidas, te caerá bien. Así que no te vistas muy formal y pásate por
casa a eso de las ocho y media. Y no traigas vino ni chorradas de
esas".
Durante toda la tarde estuvo dudando de ir o no. Pero
pensó que si no iba tendría que estar escuchando mil comentarios durante toda
la semana del porqué de su escaqueo, así que a las nueve menos cuarto llamó al
timbre de la dirección que le había mandado por mensaje de texto junto a un
comentario muy de Marco " No
me falles cabrón"
Había un número importante de comensales, vecinos y amigos del
pueblo. Imagino que en un pueblo tan pequeño todos deben conocerse bien. Natalia
resultó ser un encanto de mujer, que aparentaba menos edad de la que le confesó
tener y pese a que ninguno de los presentes parecía ser "bicho raro" ella no encajaba
en aquel pueblo, parecía demasiado brillante y con una mente muy urbanita como para vivir en aquel pueblo con un puñado de calles.
Pero el caso es que allí estaba. Le miraba, le sonreía y le
trajo un par de veces un botellín de cerveza fría. Llevaba un vestido
azul con un estampado indefinido y unas botas como para hacer el camino
de Santiago. Las uñas pintadas de azul y los labios de un rosa que no se
iba por mucho que bebía y comía.
...
Aquella noche esperaba con ganas el sonido del timbre. Ella
llevaba su vestido verde y esas botas todo terreno. La dejó pasar en
casa tras darle un par de flores silvestres que había cogido para ella un rato
antes. Ella no preguntó el motivo, lo sabía. Había pasado un mes desde
la noche que se conocieron. Puso las florecillas en un vaso con agua
y pasaron una discreta e intima velada de Miércoles noche. A las diez
ella fue para la cama, se quitó las botas, se puso en mitad de la cama de
rodillas esperando a que él entrara en el dormitorio. Entonces ella se quitó el vestido,
se quedó tan solo con sus bragas rosa. Esperó con esa sonrisa amplia y
divertida a que él llegara a ella. A los dos le gustaba el sexo. A ella
el sexo con risas y él nunca se había reído tanto en una cama hasta que la
compartió con Natalia.
Se desveló en la madrugada, se fumó un
cigarro en el porche. Al entrar la luz tenue de lamparita de noche iluminaba el
cuerpo de la mujer. Se paró un instante y pensó que solo le quedaban
cinco meses para disfrutar de aquel pueblo que se había convertido
inesperadamente en su hogar y ella... en su trocito de paraíso. Una pequeña punzada anexa con la idea de no volver a ese lugar de donde vino le martilleó el
pensamiento. Se quitó los pantalones. No llevaba más ropa. Desnudo se acurrucó
en ella.
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Bueno, cinco meses dan para mucho...
ResponderEliminarBesos.
Acá ya viene un misterio, por qué tendrá que partir en cinco meses? Esperemos la continuación, un abrazo Nieves!
ResponderEliminarCinco meses es poco y todo un mundo; depende de cada cual,
ResponderEliminarBesos Nieves.
Cada loco con su tema...sólo cinco mesessssssssssssssss???!!
ResponderEliminarBesos =))))
Los pequeños paraísos no duran mas de cinco meses, luego se tornan en grandes infiernos
ResponderEliminarBesos
y es que indiscutiblemente el rosa y el azul son síntomas del hallazgo y de una buena e íntima conexión, duren lo que duren, fallezcan cuando tengan que fallecer:) Lo mejor es disfrutarlo, disfrutarse.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo :)
Poco tiempo o mucho según se mire.
ResponderEliminarBesos 🌹
Qué disfruten sea el tiempo que sea!!! A dónde se tienen que machar??
ResponderEliminarMil besos!!! Buen finde!!! :)
Un mes entre la oferta de cama y la cama. Rápido no van. A ese ritmo en cinco meses cinco encamadas...poco.
ResponderEliminarEspero que después de sexo satisfactorio con risas la cosa sea mas seguida.
Y nunca es obligatorio irse de donde está el paraíso.