Yo
nunca lo vi como gato de callejón... pero puede que lo fuera porque yo siempre
fui de gatos de callejón, puede que en el fondo incluso yo también lo fuera,
por eso conectamos tan rápido y encajamos de forma tan natural y escurridiza en
nuestras respectivas vidas.
Si...
me cuido, soy mujer de libros, de maquillarme, de ir bonita a los sitios, de
nunca dejar de estudiar, de asegurarme que todos los míos estén bien. Soy de evolución
continua, nunca me estanco ni en momentos ni en lugares.
Pero sí
suelo estancarme en los corazones, nunca he tenido claro si yo los
encuentro a ellos o ellos me encuentran a mí, solo sé que cuando coincido con
alguno enseguida sé que es uno de los míos.
Ese
tipo de personas que cuando llegan a casa se ponen la camiseta mas vieja y los
pantalones mas dejados, no se gastan el dinero por mucho que tengan en cosas
caras para alardear, les gustan los bares pequeños, más bien cutres y de
barrios, de esos que te conocen por tu nombre y te preparan el desayuno sin
preguntar porque ya saben lo que te gusta, son dejado para sus cosas,
perezosos para ciertas tareas y remolones para ir a según que lugares pero
dispuestos para tomar cervecitas con los amigos. Ese tipo de personas que
vuelven a casa los sábados de madrugada disimulando su chispa, que
parecen ir a lo suyo, que son independientes y parcos en palabras pero cuando
los necesitas... cuando los necesitas pueden recorrer cualquier desierto de
hielo o fuego hasta llegar a ti.
Si...
me cuesta contar mis cosas y ser protagonista, me gusta pasar desapercibida
aunque nunca lo consigo, me gusta sonreír y aparentar que voy a lo mío, hace
tiempo que me cansé de ir mendigando cachitos de amor y noches de luna, aprendí
que me merecía esas cosas bonitas que siempre se me escurrían, dejé de perder
el tiempo y ahora solo quiero ser yo con mi edad, mi piel y mis noches de luna.
Pero no
suelo ver la edad ni la piel de nadie, me quedo con la gente con alma, con la
gente rota, con los que no piden nada, con los rebeldes con o sin causa, con los
raros, con los que preparan bocadillos imposibles, con los que se levantan a
las cuatro de la madrugada para apuntar algo en un papel, con los que les da vergüenza
decir te quiero, con los que te piden amor sin miedo. A los que tardan
una vida en tomar una decisión y los que deciden sin pensar más allá del deseo
del momento. Y entre todos siempre hay uno... el más gato, el más negro, el más
loco, el más serio, siempre hay uno...
Yo
nunca lo vi como gato de callejón... pero puede que lo fuera porque yo siempre
fui de gatos de callejón, puede que en el fondo incluso yo también lo fuera.
Eres gatita...
ResponderEliminarBesos.
Si así son los gatos de callejón, yo también.
ResponderEliminarBesos
Vaya, un corazón que escribe.
ResponderEliminarEstoy de enhorabuena.
No suelen abundar.
Cuídalo mucho.
Qué lindo lo que dijo Toro ahí arriba, me uno a ese piropo del alma, un abrazo Nieves y que nunca te falten los gato de callejón!!!!!
ResponderEliminarLos gatos de callejón llegan a ser viejos sabios. Y cuentan de ellos que tienen siete vidas, así que preparate...Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias por vuestra vicita y comentarios siempre tan amables, Un fuerte abrazo amig@s.
ResponderEliminarMil besos!!!
:)