Allí estaba, después de meses esquivando tus cuándos, tus ansias y tus ganas.
No es
que dejaras de ser, sabes que te amo, lo puedes ver en mis ojos, en mi mirada
que no guardan secretos para ti.
Tardé
en volver porque estaba entretenida en el camino. Decidí perderme en uno de
esos laberintos de poesías y de sueños, de nubes inalcanzables y de nuevos
aires que me removieron el cabello y distrajeron mi alma.
Vuelvo
a ti… a tu mirada que es hogar, a tus manos que
tan bien conocen mis límites, a tu verborrea fácil que tanto me divierte.
Y después de meses, acaricio las sábanas perfumadas con ese ligero
olor a ti, me deslizo por tu cama como si fuera un lago sagrado, me abrazo a tu
almohada mientras te escucho, mil historias y pensamientos creados en
todo el tiempo que me alejé de ti.
Deambulas
por el dormitorio en penumbra mientras la luna se hace dueña de la madrugada.
Agosto se despide con noches calurosas, paseas con mis calzoncillos
favoritos, enciendes un cigarro y seguimos conversando, me preguntas con cierto
temor a mis respuestas; soy amable, generosa, sonríes al descubrir que
sigo siendo la misma atolondrada romántica que añorabas.
Da una
última calada al cigarro antes de abandonarlo en el cenicero de cristal.
Me mira, esboza esa mueca tan peculiar, esa que reconozco justo antes de
besarme, te entregas a mí como un naufrago a su viejo barco, nos deslizamos por
tu cama y nos exploramos reconociendo las curvas de nuestros cuerpos desnudos...
Y entre tus brazos, volvemos a sabernos unidos, amantes que retoman,
enroscados por las risas de momentos de juegos y la pasión de momentos tan
intensos en los que perdemos el control olvidando el tiempo ausente,
escucho tus susurros de deseo entrecortado por el frenesí de mis besos,
muerdes mi boca antes de abandonarte.
Allí
estaba, desnuda a tu lado después de una noche en vela, con las luces del alba
iluminando las calles del pueblo, sabes que te amo, que soy tuya aunque tarde
en volver, aunque me entretenga en laberintos imposibles...
Compartimos
ducha y un medio desayuno. Vuelvo a casa con el sol despuntando en el
horizonte. Me tumbo en mi cama durante un rato para darme un respiro
antes de volver a mi vida cotidiana, a mi vida sencilla y modesta. Y
vuelvo a mi mundo con el recuerdo de esas cosas tan intimas y lascivas que
aunque tuviera oportunidad de contarlas con sabría como hacerlo.
No sé
el tiempo que tardaré en volver, realmente nunca lo sé, nuestros encuentros son
espontáneos y aturrullados, se marca por el instinto y las ganas. Podemos
deambular dando tumbos por un mundo lleno de distracciones, nos creernos llenos
y completos pero siempre volvemos uno al otro.
Siempre vuelves buscando en mí el antídoto a tus rarezas.
Siempre vuelves buscando en mí el antídoto a tus rarezas.
Siempre
vuelvo buscando en ti la calidez de un compañero de vida.
Vuelvo
a ti como las aves retornan a sus orígenes, el instinto nos guió, sin reproches
ni porqués...
Sé
quien eres, ya te conocí Rana.
Precioso relato!!! No se pueden describir mejor esos momentos de reencuentros.....maravillosoooo!!!! Mil besos
ResponderEliminarYa veo que sigues con esa imaginación tan fabulosa. Muy bueno; no te canses y que pase pronto ya el puto verano. Ozú que calores.
ResponderEliminarBesos Nieves.
Volver, siempre se vuelve, a los seres que se aman...
ResponderEliminarUn abrazo.
aprecciate much your blog . kisses
ResponderEliminarMe encantó!
ResponderEliminar:)
Un placer volver a leerte. Besos
Muchas gracias por estar ahí y volver a mis cuentos después de las vacasones, espero que lo pasarais muuuuy bien.
ResponderEliminarMil besos!!!
Hermosa historia Nieves, completarse cada vez sabiendo que son libres de elegirse, un abrazo!
ResponderEliminarTe ha quedado genial, felicitaciones.
ResponderEliminarBesos
Gracias Chicas ; Cristina y Vero
ResponderEliminarOs deseo un feliz fin de semana, mil besito!!!
:)