Era tan pequeño el sueño que adveraba el corazón de la persona que tenía frente a ella, que no tuvo que realizar gran ceremonia, no utilizó sus ungüentos, ni siquiera tuvo que sacar las aves del corral, ni siquiera hizo abrir el libro de la sabiduría, se quedó cerrado con la tapa de cuero y la espiral grabada en el centro.
Era tan insignificante lo que le haría feliz que tan sólo ahuecó su mano y sopló sobre ella. A pesar de los 37 grados de aquel anochecer, el vaho blanquecino, humeante, se quedó unos segundo en el hueco de la mano.
Susurró y sopló hasta que el vaho se expandió hasta desaparecer en la habitación.
Es tan simple su deseo que nadie se ha dado cuenta, nadie excepto ella, que se siente nueva y renovada, con la idea de haber encontrado el sueño de su vida en el momento que menos esperaba.
La hechicera, sabedora del regalo que había hecho, desapareció con la discreción habitual, - nadie dio importancia su llegada, ni tampoco su marcha , tan sólo era una muchacha más de la ciudad - , sabía que aquel remolino de sueños cumplidos se expandió y se dirigió hasta llegar a la perdona adecuada.
Un gran relato e historia, Nieves.
ResponderEliminarUna hechicera buena? espero que si, las otras me causan un gran rechazo.
Besos, buenas noches
Qué bueno sería una hechicera para la humanidad Nieves! Estamos en tiempos violentos, solo podemos desear realizar pequeños sueños, como tu protagonista, un abrazo!
ResponderEliminarLas brujitas buenas existen, no como ésta propiamente, pero de alguna manera hay personas que son como si te rociaran con un hechizo mágico y te cambia la vida...
ResponderEliminarMil besos!!!!
Me encanta tu estilo
ResponderEliminarte he descubierto de casualidad
te sigo
un abrazo desde el mar de Miami
Una brujita buena... Discreta, sin espavientos que regala felicidad sin pedir nada a cambio.
ResponderEliminarDesde luego, si hubiera más de esas muchos serian felices al poder realizar sus sueños.
A mi me da que todavía quedan buenas personas, como brujitas o haditas buenas.
Las otras, las que salen por la tele no hacen nada sin que les enseñes la visa. Y esas no son brujitas, son brujas.
Me ha encantado tu cuento mi niña.
Besitos mediterráneos