Carolina no era religiosa, se consideraba atea convencida pero a pesar ello conocía los evangelios.
Sentada a los pies de la cama recordó el pasaje en el que dios prohíbe comer del manzano, ella no tenía dios pero tenía lo mas parecido a un novio que había tenido nunca, recordó sus palabras justo antes de marcharse a uno de sus viajes, nadie sabía donde iba, aveces se marchaba solo, otras con un amigo, a los cuatro o cinco días volvía con los bolsillos tan vacíos como se marchaba y sin comentar donde había estado ni qué había hecho.
"Podéis hacer lo que os plazca en la casa, te dejo las llaves a ti y a Fran, sólo te pido una cosa Carolina, que nadie excepto tú, -sonrió- entre en mi cuarto. No soporto que esta peña duerma en mi cama. Mi casa es vuestra, confío en vosotros"
Alguien le advirtió que Lorenzo estaba en el único lugar de la casa donde nadie podía entrar. Carolina subió las escaleras, 19 peldaños, un corto pasillo... la puerta estaba encajada, la abrió con cuidado, temerosa de encontrarse de bruces con algo que no debía ver. Lorenzo estaba acostado en la cama, sobre la colcha, su cabeza reposaba en la almohada, sus ojos cristalinos se entreabrían, había fumado lo suficiente como para que no se le entendiera lo que hablaba, balbuceó algo, Carolina se acercó y le pidió que tenía que marcharse de allí, podría dormir en cualquier otra habitación, lo ayudaría si no podía andar... Lorenzo le dijo que quería ver el cielo, las nubes y los gorriones y sólo en esa habitación podía hacerlo. La joven miró el tragaluz del techo, las nubes pasaban recorriendo de lado a lado la visión de la ventana del techo como si fuera una película animada. Miró a Lorenzo, podía decirse que era demasiado guapo, cuidaba su imagen escrupulosamente, moderno, simpático e inteligente. Tenía enamorada a un buen número de jovencitas, sus amigos le gastaban bromas al respecto que a él no le hacía ninguna gracia. A pesar de rozar la perfección para el género femenino no tenía muchas relaciones. Todas esas chiquillas dejarían de idolatrarle si lo viesen de esa guisa. Era una faceta de su personalidad que no conocían más que sus amigos íntimos, un grupo reducido de personas que comprendían o compartían ese humo embriagador.
Carolina desplomó su esqueleto sobre el colchón compartiendo en silencio las vistas. No insistió más en hacerle salir del dormitorio. Dejó de pensar en la prohibición... Cerró los ojos mientras escuchaba los versos que entonaba Lorenzo con cierto tono chamánico, hablaban de sueños, de vuelos y espíritus, de una tierra donde la palabra no existía, donde la comunicación estaba a otro nivel...
La voz y el tono del chamán se fue aclarando, paulatinamente el que había permanecido inerte comenzaba a moverse, a pasarse la mano por el flequillo, a subirse los calcetines y rascarse los ojos, comenzaba a ser el tipo que gustaba, su mirada color verde ya se apreciaba, sus hoyuelos en las mejillas volvían a ser simpáticos.
Dejó de entonar y sin dar una tregua le preguntó a la joven si podía pedirle algo, ella no entendía como podía tener tanta cara, ya le estaba haciendo un verdadero favor en dejarle reposar tranquilo "su viaje" en un lugar donde no podía estar, aún así la intriga pudo con ella, inclinando sus 45 kilos de ingenuidad hacia Lorenzo preguntó que era lo que quería. Él permaneció inmóvil, sólo sus ojos se movieron para mirarla, Carolina supo en ese momento la pregunta, la sabía sin más, los secos y agrietados labios de hombre habían permanecido inmóviles y mudos pero eso no impidió la comunicación, aunque ella esperó a que hablara. " Me preguntaba si podría besarte" "¿porqué?" preguntó ella, podría parecer algo absurdo, ñoño o estúpido preguntarlo pero la verdad era que no entendía porqué le pedía eso sabiendo que su amigo sentimental era el dueño de la casa donde estaba y de la cama donde yacía, porqué le pedía eso a ella y no a otra muchacha de las muchas que bebían los vientos por él y hubieran dado cualquier cosa por ese beso.
"pues porque si, porque este es el momento de nuestro beso"
Un gorrión se posó en el tragaluz, Carolina lo miraba con sorpresa cuando los agrietados labios de Lorenzo besaron los de Carolina. Ella se dejó besar, se dejó llevar por el momento. Pensaba que aquel beso le sabría a altruismo, a amistad generosa, que un furtivo beso sería más que suficiente para un solitario guapo, sin embargo, le sorprendió la discreción del beso, le supo a poco, a penas había dejado rastro. Tumbados, mirándose uno al otro dejaron pasar un minuto "quiero otro" susurró Carolina...
Sentada a los pies de la cama recordó el pasaje en el que dios prohíbe comer del manzano, ella no tenía dios pero tenía lo mas parecido a un novio que había tenido nunca. Lorenzo terminaba de vestirse, ella lo miraba satisfecha, él se anudó las botas y se sentó junto a ella a los pies de esa cama, uno junto al otro, él le cogió la mano "No te preocupes. Lo que ha pasado aquí, aquí se queda" "lo sé, y lo agradezco".
Podría decirse que tenía libre albedrío, en aquellos días no hizo nada especial, ni fiestas, ni almuerzos con amigos, ni nada que pudieran escandalizar a los vecinos... de todas las opciones posibles sólo hizo una cosa, la prohibida.
Podría decirse que tenía libre albedrío, en aquellos días no hizo nada especial, ni fiestas, ni almuerzos con amigos, ni nada que pudieran escandalizar a los vecinos... de todas las opciones posibles sólo hizo una cosa, la prohibida.
Un texto muy bien parido, voy a hurgar por aquí.
ResponderEliminarES que lo prohibido siempre es lo más apetecible... Si no caes, te quedas con la duda, si caes, te quedas con el remordimiento.
ResponderEliminarBesos
Me ha gustado mucho
Hay cosas que hay que hacerlas porque sí, porque no hay más remedio.
ResponderEliminarBesos Nieves
Espero que le fuera mejor que a Adán,jajaja.
ResponderEliminarBonito relato,Nieves.
Un abrazo.
Bueno, bueno, si me tienen que echar del paraíso, que sea por pasarlo muy bien...
ResponderEliminarNieves, otra historia que se las trae, por acá esperaremos, un abrazo!
ResponderEliminarUna nueva historia con muy buena pinta, estaré atenta a la continuación.
ResponderEliminarBesos
Me parece muy bien que Carolina se dejara llevar, al fin y al cabo lo que tiene por "Novio" cualquiera sabe lo que hace...
ResponderEliminarMil besos!!!
Lo que nos meten en la cabeza como prohibido, atrae y siempre encontramos "manzanas" que buscan tentarnos.
ResponderEliminarMuy buenas descripciones, me hizo acordar al cuarto cerrado de Barba Azul.
Un beso grandote, Nieves.
*Gracias Jordim :)
ResponderEliminar*Dorothy, Los remordimientos llegan si la historia no salió como imaginabas, no?
:) Mil besos!!
* Pues Si Jaal, tantos porqués y buscar motivos razonables siempre resultan una pérdida de tiempo.
Besos!!
* Yo también lo espero Tejón, porque a Adán las cosas le fueron REGU...
Un abrazo amigo!!
* :D Rubén que me haces siempre reír con tus cosas. Es triste pensar que el paraíso no sea para gente divertida eh!!!
UN abrazo!!
*Cristina, Vero, Tendreis mas detalles de estos personajes chicas. :)
Mil besos!!
* Patry, ese novio... tu lo has dicho! cualquiera sabe... o confía demasiado en su Carolina o le importa un pimiento.
Un besote !! :)
* Mirella, Barba azul... que gran personaje. quizás el dueño de ese cuarto tenga mucho de pirata... :)
Mil besos !!