Cuando llegué, mi primer contacto vecinal fue con aquella octogenaria mujer con la que mantuve tímidas conversaciones y terminamos agasajándonos con pequeñas delicias gastronómicas. Imagino que ella veía en mis ojos lo mismo que veo hoy en mi nueva vecina. La mirada de quien llega para quedarse.
Hoy soy yo la octogenaria. Mi joven vecina tiene toda la mañana la radio encendida y habla por teléfono con los amigos que dejó en algún lugar. Veo en sus ojos el amor y recuerdo el mio cincuenta años atrás, cuando mi oído era tan joven que lo escuchaba llegar, subir las escaleras del bloque y me ponía nerviosa cuando lo escuchaba abrir la puerta de casa.
La vida ha pasado rápido, un pestañeo, pero que el tiempo va a otra velocidad cuando vives con armonía y amor siempre lo supe, fue de las primeras cosas que descubrí a su lado. A veces quiero volver atrás, a aquellos años de juventud en los que todo se saboreaba con intensidad y un puñado de locura, cuando sentía que todo era nuevo a su lado y me abría paso a un mundo nuevo que para mí era como el Eden o como las grandes llanuras del oeste cuando aún estaban salvajes y podías elegir cualquier camino para hacerlo tuyo.
El tiempo no retrocede, se gasta en presentes. Y un día como hoy, descubres que eres la vecina octogenaria con una vida gastada.
Ponía las galletas en un plato cuando recordé que él me aficionó a las meriendas. Dos vasos de leche fría con galletas en la mesa de la salita, documentales de ciencia en el televisor. Le miro. Sigo viendo al muchacho que llevaba dentro. A ese muchacho que veía cuando le conocí cincuenta años atrás. El amor tiene esas cosas maravillosas, te hace ver lo que se es corazón adentro.
Ponía las galletas en un plato cuando recordé que él me aficionó a las meriendas. Dos vasos de leche fría con galletas en la mesa de la salita, documentales de ciencia en el televisor. Le miro. Sigo viendo al muchacho que llevaba dentro. A ese muchacho que veía cuando le conocí cincuenta años atrás. El amor tiene esas cosas maravillosas, te hace ver lo que se es corazón adentro.
"El tiempo no retrocede, se gasta en presentes".
ResponderEliminarUna gran verdad verdadera. Una frase bellísima
El tiempo no tiene importancia cuando los sentimientos se mantienen intactos, un abrazo Nieves!
ResponderEliminarHermoso relato, Nieves.
ResponderEliminarEl tiempo pasa, si, pero hay cosas que permanecen intactas.
Besos ☀
Muy bonito y entrañable.
ResponderEliminarBesos.
Qué bonito!
ResponderEliminarMuy Bueno
ResponderEliminarBesos
Que delicia de historia, una ternura total
ResponderEliminarMe encantó
Besos
Qué bonito Nieves!
ResponderEliminarBesos =)))