Damián es un hombre de
cincuenta y tantos, listo como uno de esos animales de bosque, silencioso
y observador, tan audaz como discreto. Eso lo había hecho
sobrevivir de ciertos episodios no muy afortunados.
Hacía tres meses que la venía observado. Llegó a la zona de bungalós
a principios de verano. Pensó que era una turista más. Pero el verano terminó y
se quedó, como tantos que no pueden pagarse el alquiler de un hogar como dios
manda, aunque debo decir que en estos bungalós se vive de maravilla.
Ella se pasaba todas las mañanas a comprar el pan y alguna cosilla
extra, se puede saber mucho de una mujer con esas cosillas extras, había
dejado de comprar preservativos, ahora compraba chocolate y clínex. No
hacía falta especular mucho para tener la certeza que había pillado esa cosa,
ese jodido virus que se pilla una o dos veces en la vida.
Cuando le pagaba la compra en la caja, casi siempre con
monedas sueltas podía ver los ojos de la mujer. Definitivamente eran ojos
que lloraban. Damián conocía bien esos ojos porque sus hijas también
habían pillado el virus alguna vez. Hasta su mujer lo pilló, aquello fue
lo que los unió para siempre. Damián sabe que las lágrimas son poderosas, que
no son marcas de debilidad, las lágrimas hablan con más elocuencia que diez
lenguas, son mensajeras de ese dolor silencioso y abrumador, de esos
sentimientos indecibles.
Las mujeres suelen estar especialmente bonitas bajo los efectos de
ese virus, a pesar de su sufrimiento, a pesar de esos días malos. Suelen
tener un brillo especial y una sonrisa que no se va en todo el día.
Damián cogió los clínex para pasarlo por el censor. "No deberías comprar tantos
clínex señorita". Ella lo miró con sorpresa.
"Perdone mi atrevimiento,
pero reconozco cuando una belleza como usted está pasando por ciertas
tristezas" Ella sintió vergüenza, se ruborizó a la vez que sintió removerse
todas sus mareas.
"No se apure señorita,
quiero ayudarle. Tengo hijas y una esposa que tuvieron los mismos ojos que
usted tiene. Reconozco esa belleza tanto como el pena que lo
provoca" Salió del mostrador dejando las compras de la mujer
abandonadas. ”No se preocupe de
eso, venga, acompáñeme un momento"
Damián entró primero, ella lo seguía. La dirigió a una
especie de almacén, había muchas cosas, objetos de todo tipo, nuevos
aparentemente sin estrenar y otros tan viejos que el óxido goteaba en el suelo.
"Mire señorita, le voy a
regalar estas cebellas" Ella sonrió. "Pronuncié bien" Dijo justo cuando las bajaba de
donde colgaban. "Estas
cebellas son especiales, quiero que se lleve este ramillete y que lo
cuelgue en su cocina, y que hoy mismo pruebe la mitad de una de estas
cebellas. Estoy convencido que se
sentirá mejor" La mujer desconcertada miraba al hombre. "No hace falta que me cuentes
los motivos de necesitar tanto clínex solo necesito que deje algo en esta habitación, como
trueque de las cebellas, no me lo de a mi, déjelo por ahí, en el primer
hueco que encuentre" Ella se miró, no tenía mucho que
dar. No podía dar sus anillos, ni los zapatos. Dejó el sujetador, el
pudor hizo que lo metiera en un cajón.
"Esta bien señorita,
salgamos" Dejó salir a la mujer primero y él la siguió dirigiéndose
de nuevo al mostrador. Hoy al ser un día especial no le cobró la compra.
Varias semanas después la mujer como cada mañana a eso de las 8 AM
compró el pan y otras cosillas.
Damián sonrió al verla llegar al mostrador.
“¿Va todo bien señorita?"
Ella afirmó con la cabeza y sonrió dejando marcado esos
bonitos hoyuelos infantiles. Le recordó a su nieta de 9 años.
Aquella pregunta había sido pura retórica, sabía que las cebellas
harían su efecto, eran tan fuertes que la harían llorar tanto al cortarlas que
no habría lágrimas para más. Damián sabía de sobra que al igual que
los grandes edificios no se construyen de un día para otro. Los grandes
amores o los grandes olvidos tampoco.
por regalarme la foto de tus cebollas
Buena lección y consejo para dejar a un lado las penas; te hartas de pelar y comer "cebellas", y luego ya no te quedan lágrimas. Creí que lo que le pasaba en los ojos, es que los tenía secos, y eso es muy jodido, te lo digo yo, que lo sé de muy buena tinta. Yo creo que cuando vayan tomando más confianza, ni cebellas ni hostias, ya que entonces comprará los preservativos a punta pala.
ResponderEliminarBesos Nieves.
¡Hola Nieves!
ResponderEliminarFantástico, uno de los mejores relatos que te he leído.
Besos
Muy original Nieves! No sé si lo tenés planeado, pero deberías compilar tus relatos más logrados y publicarlos para deleite de más gente, un abrazo!
ResponderEliminarAy Nieves! aunque sea por llorar mucho, pero yo aquí me quedo! :P
ResponderEliminarMe ha encantado.
Besos =)))
Genial!!!
ResponderEliminarMe ha gustado muchísimo.
Tierno a más no poder.
Besos.
un cuento precioso.
ResponderEliminarel tiempo acabará lo que las cebellas han empezado.
Yo sabía aquello de "a las penas, puñalás"...¡pero lo de las cebellas es nuevo!
ResponderEliminarUn relato muy positivo y original, Nieves. Me ha gustado mucho.
¡Un beso!
Buen remedio, el de las cebellas! Muy buen observador Damián.
ResponderEliminarMil besos!!
Gracias,Nieves, recién llegado de mi escapaduca me encuentro emocionado por lo que me toca.
ResponderEliminarUn beso.
Las lagrimas tienen algún remedio, solo hay que encontrarlo- Abrazo
ResponderEliminarBelleza y ternura a partes iguales.
ResponderEliminarBesos.
Muy bueno
ResponderEliminarBesos
cebellas, hay varias que deberé regalar...
ResponderEliminarpero olviden esas penas y sean más bellas...
Maravilloso relato inspirado por las cebollas de nuestro común amigo...Encantada, Nieves, un placer...es cierto que funciona!
ResponderEliminarUn beso
Hermoso e ingenioso relato.
ResponderEliminarNieves me ha encantado.
Besos 🌸 feliz dia
Muchisimas gracias por vuestras palabras tan amables y abrumadoras. De verdad que me haceis muy feliz.
ResponderEliminarBesitos y feliz fin de semana amig@s
¡Hola, Nieves! Llego a tu casa siguiendo las indicaciones de nuestro amigo Tejón. ¡Que relato tan bonito! Sencillo y lleno de ternura, no es facil conseguirlo.
ResponderEliminarCon tu permiso voy a curiosear un poco más.
Encantado. Saludos
Enhorabuena por el resultado me ha encantado, no esperaba encontrar una lectura tan bella esta tarde.
ResponderEliminarGracias.