Si algo había aprendido en esta
vida era que lo importante no era dejar ir a la gente que se quiere sino
aprender a dejar ir el pedazo de ti que se quedó en esa persona.
Se dio cuenta mientras sentía como el que hacía de profesor de
yoga le apretaba los tobillos para provocar un estiramientos menos forzado.
Mientras, le daba las pautas para eso de no pensar en nada y ella
justo en ese momento le daba por pensarlo todo. Y ese todo se basaba en mil y
una imágenes de momentos tontos que se comparten con la gente que amas. Veía al
pequeño Gonzalo pedirle que le encajara la rueda de su coche de juguete
favorito. A Marta y su mirada de "estoy enfadaba con el mundo"
y su brillo en la mirada cuando le daba 20 euros para que pudiera ir a la
burguer con las amigas. A Pedro y sus espaguettis, como movía rápido el
tenedor enroscando la pasta, y ella jugando a ser más rápido que él.
También le daba por recordar momentos de esos... cuando él hacía
descansar la mano en su pierna, o le daba un beso en la mejilla después
de salir de la ducha con ese olor a gel de fresas o el suave movimiento de sus
cuerpos en mitad de la madrugada mientras compartían el mismo espacio en la
cama con vistas a las estrellas por culpa de esa ventana en el techo... Pensó
en uno de esos segundos de placer, mientras miraba la ventana con vistas a la
luna. Volvió a notar las manos en los tobillos. Aguantó la
respiración unos buenos segundos hasta que se removió como rabo de lagartija,
notaba que uno de sus pies se le quedaba dormido, con hormiguillas y cierta
sensación dolorida.
Terminó sentada con una pierna aquí y la otra por allí y recordó
al "maestro de Yoga" que ya llevaban hora y media de expansión
espiritual.
- No puedo levantarme,
tengo la pierna dormida. Demasiado rato en posturas imposibles. Alegó
con expresión de queja.
Él se sentó frente a ella y le quitó el calcetín tobillero
rosa con unas rayitas azules. Levantó el pie y le chupó el dedo
gordo del pie
- Pero que haceeees!!! No seas guarro!!!. Exclamó encogiendo la pierna y sintiendo esas hormiguillas
dolorosas.
- Anda, no seas
tiquis miquis, este es el trucho más viejo y efectivo para el hormigueo.
Y bueno ya sabes que yo soy muy guarro.
- Ya... ya.
Le miró si querer darle mucha importancia. Después de unos segundos
notó que ya volvía a sentir la pierna. La sangre volvía a circular. Creo que ya está bien, menos mal. Volvió
a su sonrisa habitual.
- ¿Quieres que despierte
algo más?
- No seas tonto...
Se levantó para ir a la ducha
- Pero porqué no? Mira yo
estoy bastante despierto
Le hizo parar y mirarle, efectivamente se le notaba bastante
despierto
- Creo que pusimos
claro la norma de tomarnos los momentos del Yoga en serio.
- Y me los tomo... las
clases de Yoga han terminado hace 10 min.
- Relájate anda...
dejémoslo para luego.
- ¿Para luego cuando?
Preguntó mientras veía como ella se quitaba el top y cerraba la
puerta del baño zanjando cualquier posibilidad.
- ¿Para cuando nena?
Preguntó a través de la puerta del baño
-Esta noche... a las 10h. cenamos. Tendrás tu postre
así que relájate, vete a casa y esta noche nos vemos en el Restaurante.
________
A las 10: 28 min decidió llamarla...
- ¿Queda mucho que esperar nena?
- No... Estoy
llegando.
Muy de ella, eso de decir que ya llega cuando todavía le queda maquillarse,
echar un zudoku y hablar dos horas con alguna amiga. Y él no podía pensar
con claridad, solo estaba centrado en el postre. Así que cuando la
vio llegar respiró profundo para que la cena fuera de esas bonitas e
inolvidable.
Ella estaba radiante. Le encantaba pasar estos
momentos con él. No había dejado de pensar en la cena y en el postre claro.
Había tenido tanta suerte en encontrarlo. No le pedía demasiado, simplemente
compartir la vida y esos momentos que siempre buscaban con la escusa perfecta
para echarse unas risas. Tenían la edad y madurez perfecta para omitir
aquellas actitudes quinceañeras que enmarañan la vida. Él era un hombre
sin demasiados proyectos, ni lujos. Ella imaginaba que por eso la quería
porque ella era así también, sin proyectos ni lujos. Solo tenía claro el
eterno ahora. Y ahora lo miraba y lo quería. Si. Y sabía que cuando
ella quiere, lo daba todo sin miedo, aún sabiendo que parte de ese
todo implicaba perder partes de ti que nunca se recuperan. Pero que
más da... La vida es eso.
Si algo había aprendido en esta vida era que lo importante
no era dejar ir a la gente que se quiere sino aprender a dejar ir el pedazo de
ti que se quedó en esa persona.
Una cena con postre seguro es algo difícilmente mejorable.
ResponderEliminarBueno, si. Dos cenas
Una pierna por aquí, y otra por allá, y ya está el lío armado. Tus personajes son de lo más enamoradizos, yo creía que gente de esa, ya iba quedando poca.
ResponderEliminarBesos Nieves.
Describes los recuerdos de forma que se pueden sentir.
ResponderEliminarY me pregunto... Si volviésemos a juntar esos pedazos que marcharon... ¿Cuántos "yos" saldrían? ^^
Besos
Hermosa historia, Nieves.
ResponderEliminarBesos 🌹 🌸
Había tenido tanta suerte en encontrarlo. De encontrar a alguien que sabe esperar sin impacientarse
ResponderEliminarBesos
Qué lindas experiencias..Un abrazo.
ResponderEliminarEl postre...lo mejor!!! :)
ResponderEliminarMil besos!!
Esa frase está espectacular! Un pensamiento muy sabio, un abrazo Nieves!
ResponderEliminarIgualito que las del yoga del gimnasio que da miedo verlas...
ResponderEliminarBesos.
Apasionada amiga, tus letras son bellas
ResponderEliminarGracias por compartirlas
Buen fin de semana
BESOS
..yo dejé un comentario aquí!
ResponderEliminarSeguro Lili ?
EliminarPues parece que no llegó 😣
Segura, porque me llegan los comentarios que publicas....en fin, de todas formas ya se me antojó el postre! jajajaja
Eliminarbuen finde Nieves =))))
Muchísimas gracias por estar en casa. Por compartir momentos y pensamientos.
ResponderEliminarun abrazo a tod@a
☺😊☺