Las palabras fueron como avispas.
Si, a veces las palabras suele causar ese efecto. Pero ella
con sus grandes OjOs y sus nuevas camisetas de primavera no dijo nada. Siguió
adelante sin más... En su vida imperfecta.
Ella era como el verano. Soleada, siempre preparada para la
diversión, apacible como los largos atardeceres y fresca como el helado de menta, de menta con chocolate. También tenía
sus tardes de tormentas, de esas que siempre terminan en arcoíris. Si
claro, podía ser una verdadera cabrona con apariencia de ama de casa ociosa,
como Carol -Una de las protagonista de esa serie de los zombis- sin embargo ella
había decidido hace años estar a otro nivel.
Aquella tarde uno de sus mejores amigos le hizo una visita. Café y
bizcocho de naranja. Si algo tenían esas visitas eran que le hacía sentir brillante. Podía ponerse en posturas cómodas, esparramada en el sillón y
olvidar si estaba peinada o no. Después de varias horas de esas charlas
inteligentes, espirituales y si, alguna tonta y divertida, acabaron sentados en
el suelo. Ella le pintaba los dedos de los pies a él del mismo azul
que llevaba ella.
No te preocupes, le dijo él mientras miraba como ella le pintaba
las uñas... La
respuesta no es importante, es probable
que no la sepas o te mientan al responderla, la gente miente de una forma
recurrente. Lo importante es la pregunta, que
hagas la pregunta, porque tú misma tienes las respuesta.
Ella lo miró agradecida, y él la hizo reír con una de sus cosas.
Cosas tontas de amigo que tiene como ella sus propias reglas y su propia
visión del mundo y sus vidas, vidas imperfectas que juntos por esas cosas
curiosas del feeling, parecían perfectas.
-Terminé... espera un
momento para que termine de secarse.
Se quedaron en silencio. Si algo le gusta a ella era compartir
silencios. No hablar de estupideces cuando por un momento todo parecía
estar dicho. Y en ese silencio ella se incorporó hacia delante, él no se movió, permaneció
semi-tumbado en el suelo, ella se deslizó hacia él, él se acercó y le dio un
beso en la boca, suave, silencioso. Esa clase de beso cómplice que sólo
él le daba.
Las palabras fueron como
antídoto para las avispas.
Si, a veces las palabras suele causar ese efecto. Siguió adelante sin más, en su vida imperfecta posiblemente para la mayoria... pero tan perfecta para ella y los suyos... esos que comparten café y bizcocho una tarde cualquier sin ningún motivo especial, simpletente porque sí.
Qué inteligente ese amigo, lo importante es hacerse la pregunta correcta, ahí estará la respuesta, un abrazo Nieves!
ResponderEliminarGracias Cris ;)
EliminarPuede que el misterio de la sabiduría es saberse hacer las preguntas adecuadas.
Un Gran abrazo amiga !!
¿Pero se requiere de más justificación para reunirse a charlar un buen rato que tomarse un buen café y un trozo de bizcocho? Un abrazo.
ResponderEliminarLos ratos de charla cálida con alguna amistad son impagables.
ResponderEliminarContestar es fácil, se trata de responder al estimulo/pregunta.
Saber preguntar es el secreto.
A mí me parece maravillosa.
ResponderEliminarDe verdad.
Besos.
Un encanto ambos.
ResponderEliminarBesos 🌹 🌸
Que texto tan precioso! Realmente me sumergí en todas las palabras...
ResponderEliminarCafé, bizcocho y besos, nada mejor que eso.
Besos <3
Diálogos y gente como esta, ya no abundan demasiado.
ResponderEliminarBesos Nieves.
Me encantò tu relato, mi vida es imperfecta y se que no la voy a reparar
ResponderEliminarBesos
Muchas gracias por la visita :)
ResponderEliminarMe haceis sonreir con cada uno de vustros comentarios
Mil besitos :)