Desde
que Juan vivía con ella en el tercero C de uno de los bloques de pisos con más
historia de la ciudad, ella bajaba las escaleras tan rápida como un hámster,
las mismas escaleras que Juan había bajado un par de horas antes para ir a
trabajar. Sólo cuando llegaba a la zona de los buzones en la planta baja
resoplaba con disimulo y paraba junto a su buzón color naranja, naranja
pasión, naranja amor, naranja familia... desde que Juan vivía con ella
abría cada mañana el buzón para leer las cosas que él le escribía en
servilletas de papel dejándoselas allí para que ella lo abriera y fuera leyéndolo
por la calle, con pasos lentos, ensimismada en aquellos trozos de papel que
ella guardaba en su bolsillo antes de entrar en la oficina donde
trabajaba a penas a dos manzanas de casa.
Cuando
volvía a eso de las dos lo primero que hacía era cambiarse el calzado y guardar
el trocito de papel en una carpeta celeste con un pequeño corazón que ella
había pintado con un bolígrafo rojo.
Se
dirigía a la cocina y preparaba el almuerzo para cuando llegara Juan a eso de
las tres y media. Él al llegar le daba un beso y ayudaba a poner la mesa
aunque casi siempre ella lo tenía todo organizado, comentaban lo vivido en la mañana, y
compartían el ratito de sobremesa, ella volvía a la oficina a las cinco, él ya
se encargaba de fregar y ordenar la cocina, bajaba un rato donde los
amigos, para eso de las ocho volver a casa.
Ella le
sonreía durante el rato que descansaba en el sillón antes de volver al trabajo,
siempre pensaba que pondría en el papelito que le esperaba en el buzón.
Qué era lo que habría pensado esa mañana entre visita y visita, entre llamada y
llamada.
A las
cinco menos cuarto ella volvía a calzarse, volvía a bajar las escalera como un hámster
y abría el buzón... su cara se iluminaba y salía a la calle... Juan se
asomaba por el balcón y la veía leyendo ensimismada, a pasitos cortos,
y al revolver la esquina, justo en ese momento se guardaba el papelito después
de haberle dado un beso.
Le
regalaba esas pequeñeces porque sin ella en su vida habría un GRAN vacio.
Un gran detalle que dista mucho de ser una pequeñez...
ResponderEliminarHERMOSO DETALLE!!!
ResponderEliminarQue lindo regalo diario.
Oh Nieves me ha encantadoooo, esas "pequeñas grandes cosas" son las que nos enamoran y hacen que siempre haya ilusión....maravilloso!! Mil besos!!!
ResponderEliminarQue romantico
ResponderEliminarPrecioso
Besos
Una manera de llenar nuestro vacío dándole felicidad a quien amamos, la mejor manera, buenísimo, un abrazo Nieves!
ResponderEliminarTodavía queda gente con esos detalles, y me parece genial. Por cierto vaya buzones más bonitos, con tanto colorido.
ResponderEliminarBesos Nieves.
MUuuuuuchas gracias amiog@s!!!
ResponderEliminarUn beso a tod@s!!!
:)