Él era
un hombre silencioso, en la oficina pasaba por un hombre solitario pero Clara
sabía que no era así, compartían cada día el desayudo a media mañana y el café
cuando la jornada se alargaba hasta la tarde.
Pedro
siempre parecía estar muy concentrado en su trabajo hasta que Clara se giraba a
eso de las 10:15 min para alcanzar su bolso marrón con flecos. Entonces Pedro levantaba
la mirada del monitor y observaba por encima de sus gafas como Clara se
colgaba su bolso y alisaba su falda de una forma casi imperceptible.
Pedro la esperaba, cuando pasaba justo por su mesa Clara se paraba
como sin prisa y Pedro le decía "
¿Nos vamos al desayuno?"
Les
gustaba ir al Bar de Alfonso, cuando los veía llegar comenzaba a preparar los
cafés y las tostadas. Ellos se sentaban en la mesa de la esquina, donde
en esas fechas del año llegaba el sol de la mañana templado y suave.
Pedro se paseaba discretamente por los pasillos de las mesas para buscar
su periódico favorito. A veces entraba al baño y cuando volvió Clara ya
le había untado la mantequilla a su tostada y le había dejado el medio sobre de
azúcar que siempre compartían.
Comentaban
las noticias del periódico, miraban los transeúntes que paseaban por la
acera mientras que saboreaban el mejor momento de todo el día.
Los
operarios del ayuntamiento preparaban esa mañana las luces que adornarían las
calles en Navidad.
"¿Qué
harás en Nochebuena?" Ella
preguntó a la vez que buscaba el dinero en la cartera para pagar.
"No
sé... cenar langostinos que ya están en el congelador, comerme los
mantecados que le compré a la hija de Azucena, beberme algo para que me entre
morriña y dormir"
Vivir
solo y no tener familia cerca era una pesadilla para Pedro, prefería no pensar
en esa noche.
"Porque
no lo pasamos juntos. Este año mi hermana y su marido vienen a casa. Podrías
venir, y así no tendría que aguantar en solitario las cosas de mi cuñado"
"Lo
pensaré" Respondió alagado Pedro
"
No seas tonto, no te lo pienses, siempre es mejor compartir los langostinos que
comerlos en solitario"
Ambos
se levantaron y sonrieron. En esta ocasión Clara pagó los desayunos
y volvieron juntos a la oficina. Al entrar dejaron paso a una mamá que salía
con el carrito de bebé, Clara pudo ver al pequeñín que dormía plácidamente. La
mano de Pedo rosó la suya por un momento. Notó el calorcito de su mano y no
pudo evitar cogerle de la mano.
"Diooooos, pero si tienes las
manos como témpanos de hielo!!!!”
Clara sentía el calor de las
grandes manos de Pedro, sentía dolor en sus manos al percibir el cambio de
temperatura. Se quedaron un instante en la entrada, Pedro ponía las manos
de su amiga entre las suyas para que recobraran una temperatura normal.
" Te voy a comprar unos guantes" Le dijo bromeando
"Los
tengo pero en casa, no pensé que bajarían tanto las temperaturas"
Clara sonrió.
"¿Mejor?
" Preguntó al cabo de unos minutos
"Siii"
Entraron
en la oficina. Pedro se sentó en su silla de cuero negro descubriendo
nuevas notificaciones.
Clara
puso su bolso en su lugar y atendió al teléfono que sonaba...
mientras atendía la llamada se giró un instante a la mesa de Pedro y lo
descubrió mirándola. Éste le guiño el ojo y ambos se sonrieron.
Él dejó
un momento el trabajo y buscó el número de teléfono de una de las mejores
floristerías de la ciudad.
Precioso relato. Buena semana. Besos.
ResponderEliminarOhhh me encantan esos detalles.....Mil besos!!!
ResponderEliminaris an honor to read you much kisses
ResponderEliminarHola paso hacerte una visita que preciosa historia me encanta con los detalles que gustan. Saludos
ResponderEliminarTe luciste compañera, habrá que tomar ejemplo de muchas de estas cosas.
ResponderEliminarBesos Nieves.
Muchísimas gracias por vuestras visita y compañía.
ResponderEliminarMil besos !!!
:D
Me encantan estas historias, Nieves, un abrazo!
ResponderEliminar