Sus horarios son diferentes.
Cuando Manuel se levanta para trabajar aún la noche reina en las calles.
Se viste y se prepara sigiloso para no despertar a Irene que aún puede dormir
un poco menos de dos horas.
Lo
último que hace Manuel antes de salir de casa es darle un beso a Irene; suave,
imperceptible, para no despertarla... A veces se mueve un poco al sentir
el beso y esboza una sonrisa aún estando dormida, la mayoría de las veces
no se mueve, no se da cuenta de ese beso regalado. Sin embargo al
despertar nota el beso de Manuel en su mejilla, donde se queda todo
el día e irá con ella allá donde vaya.
La vida
de Irene también es ajetreada, a penas tiene tiempo para darse un respiro, pero
a veces en mitad del almuerzo con las compañeras de trabajo, mientras espera el
tren de cercanías para ir al trabajo o para volver a casa, mientras espera la
cola para pagar en el supermercado alguna compra... a veces en esos
momentos de pausa, siente ese beso de Manuel, sonríe, recuerda sus gestos
y sus muecas. Entonces siempre le llega una irresistible necesidad de
volver a casa pronto, de estar cerca de Manuel, de que le regale nuevos besos
que se transformen en sonrisas.
Amores de a poquito
ResponderEliminarBesos
Bien se podría decir que su hogar, en esos instantes, es el preciso lugar donde el beso estacionó su magia... ufffffffffffffff!!!! Esos recuerdos, esas sonrisas, esa complicidad... Yo es que la adoro :)))
ResponderEliminarTen un bello finde, preciosa Nievecita!!
Precioso relato. Besos.
ResponderEliminarPrecioso... Como esos besos
ResponderEliminarBesines
i love you much kisses
ResponderEliminarOhhhh qué dulce beso....me recuerda.....Mil besos!!!
ResponderEliminarHermoso!!!
ResponderEliminarAbrazo
MUCHIIIISIMAS GRACIAS AMIG@S
ResponderEliminarBesos y feliz semana
:D