Deja de llorar de una maldita vez. - Le dijo una voz rotunda -
Ella se cubrió la cabeza con las mantas y se quedó dormida.
Nunca había sentido que algún hombre la quisiera de esa forma que los hombres quieren a las mujeres. Ninguno le regaló flores ni le habló de futuro. Siempre tuvo la sensación de ser como una isla en mitad de alguna parte en la que los hombres perdidos se refugian un tiempo, algunos más que otros, según sus heridas y tristezas. Ese resultaba ser el momento en que podía escuchar alguna palabra amable y amorosa dirigida a ella. Se acostumbró a ser isla, a ver llegar y marchar a los hombres que habían intentado vaciar su corazón de sal a cucharaditas. Se acostumbró a su almena cerrada en su isla perdida. Esa era su vida y lo que conoció a pesar de las maravillas que algunas mujeres le habían contado.
Un día un hombre llegó y abrió su puerta, la puerta de su almena cerrada en su isla perdida, aquel hombre recorrió los laberintos de las sirenas, minotauros y duendes de las mentiras. Llegó a ella, la miró a los ojos y le abrió la puerta.
Tenía tanto miedo a salir de aquel lugar que la hacía sentir tan protegida de todo, que tan solo podía mirar la puerta abierta a un mundo lleno de maravillas, nunca pensó que estuviera reservado un trocito para ella. Y así cada día se quedaba un rato mirando la puerta. Y así cada día volvía a su cama, con los ojos cansados de llorar. Nunca debió soñar con ese trocito de mundo. El mundo es para los que luchan. El mundo es para los que apuestan. El mundo... no es para los cobardes.
Hola Nieves.
ResponderEliminarParece un cuento, pero un cuento triste. Espero que algún día la protagonista reúna el valor necesario y que merezca la pena.
Besos.
Hay que intentarlo siempre, aunque no salga. Porque el que lo intenta y lo hace bien sabe que el fracaso no es culpa suya. Siempre queda algo bueno. Y si no se aprende para la próxima vez. Un beso! Escribes muy bien!
ResponderEliminarDemasiadas mujeres transitan por esas situaciones, esperemos que cada día sean menos-
ResponderEliminarQuedan marcadas a fuego
Besos
La cobardía hace perder oportunidades.
ResponderEliminarBesos
El problema fue que ese hombre partió, no se quedó a su lado para ayudarla y animarla a dar el gran paso, a veces necesitamos de una mano que nos invite a vivir, un abrazo Nieves!
ResponderEliminarNo basta con abrir la puerta, hay que traspasar el umbral.
ResponderEliminarUn abrazo.
La realidad supera la ficción por desgracia! Mil besos Nieve!!
ResponderEliminarDeja de llorar de una maldita vez. levantate y sal
ResponderEliminarGracias...
ResponderEliminarOs escucho atentamente. Gracias :)
Triste pero bonito y cierto...el valiente vive hasta que el cobarde quiere!
ResponderEliminarBesitos =)))