Tan
solo llevaba unos días en casa. Una visita de algunos días. Anunció ella unos días antes de su llegada.
El caso
es que había olvidado mi vida antes de su llegada, la recordaba lejana, como un
sueño a pesar de que tan solo podría remontarse a algunos días antes. Ahora
cuando estaba en casa no había silencio. Cuando llegaba a casa
podía escuchar el sonido de la música tras la puerta.
Cuando metía la llave y le daba la media vuelta para entrar en casa,
tenía una sensación extraña, podía olerla, a su piel, a su esencia.
Los
viernes llegaba mas tarde de lo habitual, ya era media tarde cuando
solía entrar en casa, solía soltar en uno de los rincones del salón
mis cosas y quitarme los zapatos que llevaba puesto desde las 6 de la mañana.
La encontraba sentada junto al balcón, leyendo esos libros
que he tenido años olvidados en la estantería y que ella se empeña en decir que
son un tesoro de letras... me acerco a ella y le doy un beso. Ella
me mira pidiéndome otro beso. Entonces le doy ese beso en la boca que a
ella tanto le gusta. Voy a la cocina para prepararme algo pero entonces
descubro que ella ya me lo preparó. No estoy acostumbrado a eso.
Voy al salón con la bandeja y me siento frente a ella.
Tiene
un vestido blanco, vaporoso, casi translucido desde mi perspectiva, tiene las
piernas cruzadas. Está más delgada desde la última vez que nos vimos. La
luz de la tarde deja poco a la imaginación. Sé que no lleva sujetador...
Mira lo que pone aquí....
Y me
lee algo, algo que a penas escucho, mi mente está en otras cosas.
Bebo, como y miro... y todo está delicioso.
¿Quieres salir esta noche?
SI!! ¿Donde me vas a
llevar? Su entusiasmo era como el de una niña
No sé... ¿Donde quieres ir?
Al bar ese de tus amigos. Al que
fuimos el otro día.
¿No te gustaría ir a otro sitio mejor,
uno más elegante, con gente más... normal?
Nooo... me gustó. Vamos, nos reímos,
nos tomamos unas cervezas y volvemos pronto. Ya mañana hacemos planes más
en serio.
Cuando
volvemos a casa, no demasiado tarde como ella pronosticó vuelvo a sentir esa
sensación de rareza al subir las escaleras acompañado. Sintiendo el roce de
las manos de mi amiga, siento sus manos en la cintura, como mete su mano
en el bolsillo trasero del pantalón. Sonríe al ver mi cara, me da un beso
en la mejilla y ya junto a la puerta de casa la beso. Me gusta.
Su lengua, húmeda y fresca, hace un movimiento peculiar. Ninguna mujer me
ha besado así. Nunca.
Cuando
entramos en casa, nos dirigimos a la cocina, bebemos agua. Me
pregunta si tengo hambre y yo le digo que mucha, entonces abre el frigorífico y
saca una tarta. Tarta de manzana que hizo aquella tarde, mientras me esperaba.
Parte una porción. La coloca en un pequeño plato y me pregunta si
prefiero cuchara o tenedor. Son esos detalles de la vida domestica
que aún desconocemos uno del otro. Tenedor.
Desaparece
de la cocina, se marcha por el pasillo. Escucho el ruido de la ducha. Mientras
me como esa maravilla de tarta tengo el horrible pensamiento que en unos
días, no sabía cuantos exactamente marcharía. Friego el plato. La
costumbre. Cuando paso por el baño está libre, me doy una ducha fugaz.
Cuando llego al dormitorio ella ya está dentro de las mantas, aún
hace fresco por las noches. Me pongo el calzoncillo y me acuesto. Estoy
cansado. Después de unos minutos, estando ya en duermevela, siento
como se acurruca en mi, pasa su mano suave y fría por mi barriga, uno de
sus pechos rosa mi cuerpo. Ella es natural, se deja llevar por lo que
siente sin miedo ni vergüenza. Aunque sé que tiene miedo a que yo crea
que quiere más de lo que pueda ofrecerle. Yo no puedo ofrecerle mucho, tengo
miedo a que se enamore y sufra. Tengo miedo a embrollos sentimentales. A no
saber como manejar una situación distinta y complicada, como todas en el
terreno del amor. Me dice cosas que no me ha dicho ninguna mujer. Quiero
verla y sentirla como una amiga, como una hermana a la que se quiere y se cuida
toda la vida. Hace tiempo que me di cuenta que ya no puedo vivir
sin ella. Y ella no puede vivir sin mí. Ella respeta mis decisiones y sé
que hay momentos en que le cuesta... Soy el unico hombre en su vida. Con el
único que comparte cama y besos en la boca. Acepta todos mis conflictos
morales, ella es demasiado sentimental, demasiado libre, demasiado
impulsiva y se deja llevar por lo que su corazón le grita. Y según
lo que alcanzo a escuchar en esos susurros temerosos de meter la pata, es que
me quiere, me ha elegido como el hombre de la segunda mitad de su vida.
Y poco le importa si tengo alguna que otra novia. Si la quiero como
amiga fraternal o como amante pasional. No le importa que no diga nada,
que en pocas ocasiones le diga cosas picantes. Ella eligió. Ella no
quiere mucho más de que lo que tenemos, quiere amistad, quiere hermandad,
quiere amor, quiere confianza, verdad y pasión. Quiere compartir risas y
lágrimas, triunfos y derrotas, noches desatadas y tardes de desgana,
quiere compartir secretos, cotilleos y leyendas urbanas, quiere vivir sin
miedo, sin esperas, sin lógicas razones, sin las normas de la
gente, sin leyes de los de fuera. Ella quiere compartir el mundo conmigo,
quiere compartir vida y cama, hacer el amor sin mirar el calendario.
Espera pacientemente a que quiera explorar su cuerpo, que la piense, que
la desee y que entre en ella, que nos sintamos uno en cuerpo como uno
somos en mente, y que en ese momento nos veamos reflejado en las miradas y
veamos el niño que fuimos y sonriamos y ríamos y nos sepamos amados. Mi
vida con ella es mucho más fácil. Y mientras la vida pasa, yo intento
desanudar todos mis nudos... Ella me piensa, yo soy su deseo, me quiere y me ama, y me espera, lleva mis tiempos y mis ritmos, soy su tarta de manzana, su pecado, su aliento. Ella ya eligió.
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Posiblemente todo hombre pensaría lo mismo y creería que es verdad, mas solo el tiempo y las aguas dirán la verdad
ResponderEliminarBesos
Puede ser un sueño que hecho realidad.
ResponderEliminarUn beso.
Aqui ando leyendo ttus apasionadas letras
ResponderEliminarBuen fin de semana
Besos
El amor es tan cambiante como la meteorología. Adquiere formas impensables si lo aceptamos con libertad. Sin la necesidad de ponerle nombre y apellidos. Un abrazo.
ResponderEliminarOye, son la pareja perfecta.
ResponderEliminarQue les dure infinito.
Besos.
Si parece que ambos están conformes con lo mismo. La situación es la ideal. Hay que explotarla mientras dure.
ResponderEliminarEstán hechos el uno para el otro.
ResponderEliminar¿Se darán cuenta?
Hermoso relato, Nieves.
Besos 🌹
Iba a comentar y me encontré con la porción de esa exquisita tarta! Como exquisita debe ser ella con sus sentimientos a flor de piel, esperemos que él la valore y no la pierda, hermoso relato, un abrazo Nieves!
ResponderEliminarA veces el miedo a sufrir hace que se pierdan cosas maravillosas que vivir, hay que arriesgar!! Él le ha preguntado si ella quiere? ¿Por qué tiene miedo a que se enamore y sufra? No me gusta la actitud de él.
ResponderEliminarMil besos!!!
Muchísimas gracias por leerme y comentar tan amablemente cada una de mis historias. Sois geniales y os aprecio mucho amig@s
ResponderEliminarUn gran beso ;)