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Era una leyenda antigua, algo sacado como de un cuento de hadas o de una vieja canción.
Todo el mundo hablaba del cazador porque todo el mundo le tenía miedo.
La gente siempre temía que volviera, y cuando lo hacía, daban gracias al cielo por haberse llevado al niño de otra familia, quizás sintieran un poco de remordimientos por ello, pero no duraba mucho.
Todo el mundo tiene sus propios problemas, no es ni bueno ni malo, es así...
Cuando le toca a otro, no? El miedo nos invita a escapar, a no querer ver, muy bueno Nieves, un abrazo!
ResponderEliminarVengo del blog de María Cristina y me ha encantado tu Espacio; por lo cual, si no te importa, me hago seguidor de tan bello blog.
ResponderEliminarAbrazos.
El egoísmo humano: mientras no me toque a mí que los demás se arreglen... pero algún día me tocará ¿entonces qué diré?
ResponderEliminarBreve y contundente, Nieves.
Besazos.
Es curioso el comportamiento humano, así nos va...solemos mirar para otro lado cuando creemos que el problema no es nuestro...Triste realidad!!!!
ResponderEliminarMil besos!!!
Cuando la desgracia o la mala fortuna le toca a otro es fácil sentir una especie de alivio por no haber sido a ti a quien le tocó. Y al que le tocó es fácil que se pregunte porqué a él y no a cualquier otro.
ResponderEliminarEl silencio parece ser como un escudo de protección aunque todos saben que ahí fuera "en los bosques" está ese ser, esa sombra que nos arrebatará la alegría y las risas en cualquier momento...
Muchas gracias por vuestras visitas y comentarios.
Y esta vez sobre todo a Pedro Luis, espero que nos leamos durante mucho tiempo.
Mil besos !!!
Hay un dicho tan justo, el dolor que menos duele es el ajeno
ResponderEliminarAbrazos