Todo el mundo que conocía a Bruno podría constatar que Nube llegó a su vida en el mejor momento.
Después de 7 años de relación tormentosa con una mujer que nunca lo entendió demasiado, había decidido separarse y comenzar una nueva vida, cambió de ciudad y de hogar, estaba encantado de vivir en una casa después de sobrevivir casi una década en un piso que más bien parecía una ratonera.
Cuando se trasladó a su nuevo hogar con su nueva vida apenas fue consciente de ello, pero después de varias semanas de una paz que sólo encontraban los monjes en el Tibet fue cuando tuvo la revelación de que era un verdadero superviviente.
Así que cuando Bruno miró los ojos de Nube en medio de aquel montón de mierda y con una cuerda al cuello supo que ella era otra superviviente y como él, merecía una nueva vida repleta de momentos de sosiego y contemplación.
Siempre le habían gustado los perros, su EX- se lo tenía terminantemente prohibido, él lo comentó alguna vez y ella con ese aire de leona sanguinaria respondía que si se atrevía a llegar con un chucho lo revoleaba por el balcón, él la creía, esa mujer los odiaba, les tenía una verdadera inquina. Bruno nunca llevó animales a "la ratonera".
Pero ahora... era libre para hacer y deshacer.
Lo primero que vio Nube en su nuevo hogar fue el jardín trasero, la manguera verde limón y los polvos desinfectantes, lo segundo el coche tipo ranchera, tan espacioso que apenas mareaba, y lo tercero su nuevo veterinario, que descubrió que no tenía ningún chip, comentó que era una perra de cacería y que su destino estaba marcado desde que nació, si no tenía chip ese perro no existía... y no habría consecuencias al abandonarlos en cualquier vertedero o cualquier destino aún peor...
Bruno no tardó en descubrir que a Nube le gustaban los libros, él que era un gran aficionado a la lectura, tenía una amplia colección de ejemplares y siempre encontraba ese ratito para leer. Nube siempre estaba junto al estante de los libros, cuando su nuevo amigo se sentaba a leer Nube se sentaba a su lado, los primero días gruñía, se quejaba, lloraba, Bruno pensaba que le dolían las heridas, que echaba de menos algo, que no le gustaba demasiado aquella casa. Entonces tuvo la genial idea de leer en voz alta, lo hizo para evadirse del llanto y fue entonces cuando Nube se calló y se tumbó en el gigantesco almohadón que Bruno le había preparado para que pasara sus largos ratos de siesta.
Con el tiempo descubrió que le gustaban los libros de misterio, los policíacos, por el contrario perdía todo interés por los de aventuras y románticos... Bruno tenía costumbre de comprar cada tanto algún libro y desde que Nube le acompañaba siempre elegía los libros para ella.
Un día volvían de su librería de confianza cuando decidieron atajar por el parque.
A mitad del recorrido un número indeterminado de perros trasteaba por un espacio limitado y cercado con unas vallas color teja. Bruno intentó recordar su nombre... si, pipican, ese lugar para que los perros de ciudad no tuvieran las calles sembradas con sus cositas. Él no tenía ese problema, el veterinario le había dado instrucciones y Nube que era una perra muy lista aprendió al vuelo que esas cosas se hacían en el rincóncito de la tierra en el jardín trasero.
Una vez allí Bruno tuvo la idea de soltarla y dejar que trasteara en aquel habitáculo, no estaría mal que se comunicara con otros de su especie.
Nube entró tímida, al principio ninguno la advirtió, ella olía todo, y escarbaba la tierra como a la búsqueda de algún tesoro. Bruno estaba alerta, por si algún altercado canino estallaba y tuviera que saltar para rescatarla.
No tardó mucho rato en que una señora, regordeta y con unos grandes pechos, detalle que era imposible pasar por alto, se le acercó y le dijo murmurando, como si fuera un gran secreto; "¿eres el dueño del galgo?"
- Si. ¿ porque?
-Ten cuidado con el weimaraner es peligroso... ha dejado preñada a mas de una despistada, es un salido de cuidado... y el dálmata ahí donde lo vez con el vuelo de una mosca se encabrita y monta un combate que ni Rochy, aquí hay que andarse con ojo, yo esterilicé a mi Roberta en cuanto me vino preñada dos veces. Y que conste que mi Roberta me dio dos camadas lindísimas que me aportó un buen dinerito extra, porque claro, ella es de categoría, tiene pedigree pero claro no tengo otro remedio que traerla aquí y se me aloca con esta chusma.
Bruno se sentía perdido, y su rostro no podía disimular su perplejidad, estaba descubriendo un micro-cosmos alrededor del pipican. Los dueños paseaban relativamente tranquilos por la periferia del cuadrilátero donde sus mejores amigos lidiaban una ardua aventura, porque de allí parecía que era difícil salir indemne.
La mujer sujetaba sus pechos con los brazos cruzados y a pesar de no haber escuchado una palabra a Bruno después de sus argumentos volvió a la conversación.
- Tú puedes hacer lo que te parezca muchacho pero ándate con ojo. ROBERTAAAAAAAA Vamonos a casa!!!
La mujer con su perra desaparecieron por el paseo de tierra, Nube parecía disfrutar, la había visto gruñir y aquel gesto le gustó, parecía que no iba a dejarse avasallar por ser nueva en aquel cuadrilátero.
- ¿Tienes fuego? Era una voz angelical, voz femenina y delicada, con un cierto acento de otros lugares.
- Lo siento... no fumo.
- Bueno! mejor, lo estoy dejando... pero en estos momentos de tiempo perdido me entran ganas de hacerlo.... - notó que su rostro enrojecía- fumar digo.
Bruno no hizo ningún gesto para evitar que la mujer alargara su vergüenza.
- Yo fumaba, lo dejé hace años, no deberías tener los cigarros en el bolsillo si quieres dejarlo.
- Ya... lo sé! pero aún estoy en esos momentos que la tentación es fuerte.
Después de un par de minutos de silencio la mujer volvió a hablarle;
- ¿Tu perra es el galgo no?
- Si. Hace poco que la tengo.
- Lo imagino, es la primera vez que te veo por aquí.
- La verdad es que no somos de venir por esta zona, hemos pasado de casualidad, veníamos de comprar un par de libros. Gesticuló para enseñarle la bolsa de papel que portaba en una sus manos.
Notó que la mujer miró a los lados para descubrir su acompañante; una esposa, un hijo, un amigo...
- Nube y yo.
La mujer pareció extrañarle la forma de tener en cuenta a su mascota.
- Lo siento... se nos hace tarde, tenemos que marcharnos ya. Bruno silbó discretamente, podría decirse que ese silbido sólo lo escuchó la perra y la mujer que tenía a su lado.
Nube se paró junto a él y se dejó poner la cadena, a Bruno no le gustaba nada ponérsela pero las normas había que cumplirlas.
- Yo también me iré pronto... encantada de conocerte -sonrió con amabilidad- Me llamo Emma -extendió la mano para estrechársela y formalizar aquel inesperado encuentro-
-Bruno!
Sus manos se estrecharon con no demasiada fuerza, notó que tenía las manos frías "Manos frías corazón ardiente" Pensó Bruno, aunque prefirió no comentar nada después de recordar que era una mujer fácil de ruborizar.
Se marcharon por el mismo camino que la señora tetona, tenía cierto temor en volverla a encontrar, Nube tenía prisas por llegar a casa y Bruno también.
Ya después de cenar estuvieron hojeando un poco los nuevos libros, la noche se presentaba inesperadamente fría. Nube estornudó. Bruno se preocupó y le comentó que esperaba que no le hubieran contagiado ningún virus raro alguno de los perros del parque. Lo mejor sería que no pasaran por allí más.
Nube al escuchar aquello empezó a gruñir, se levantó de su almohadón y empezó a quejarse y a llorar como aquellos primero días.
Bruno la conocía ya demasiado bien... ¿ no me digas que quieres volver?
Nube inclinó la cabeza y agachó las orejas...
- Bueno iremos... pero que conste que eres tú la que quieres ir. A mi no me ha gustado nada ese sitio.
Nube volvió entonces a tumbarse y escuchó atentamente el prólogo de uno de los nuevos libros.
Nieves mañana lo leo que voy a preparar la cena.
ResponderEliminarBesos
MUY BUENA HISTORIA, HABRA QUE VER SI NUBE QUIERE IR POR ELLA O POR BRUNO
ResponderEliminarABRAZOS
Una historia preciosa. Casi me ha emocionado, porque he vislumbrado en la inteligencia de Nube, muchos gestos y actitudes de mi noble perra de aguas Carlota.
ResponderEliminarUn placer.
Un abrazo.
José.
Que bonito, y que hermoso nombre Nube :D, lo tendré en cuenta, da un aire muy suave a la historia. Un abrazo Nieves
ResponderEliminarNieves, parece ser que Bruno se libró de una mandona y consiguió OTRA!!! ja ja ja, un abrazo!
ResponderEliminarCuanta movida en el pipican!!jaja preciosa perra, parece mentira cómo nos entienden los perros y la compañía que dan...
ResponderEliminarMil besos!!!
Nieves me ha hecho mucha gracia lo de la señora tetona (genial)Hay que ver lo dispuesta que es.
ResponderEliminarBonito nombre para una perra, ¡Pobrecilla! que suerte haber dado con Bruno, seguro será feliz con él.
Me ha encantado.
Besos
Me alegro que os gustara la relación entre Bruno y su perrita Nube.
ResponderEliminarAhora os amplio un poco más el horizonte del pipican. Deseo que disfrutéis leyéndolo amig@s
Mil besos!!
;)