Mentiría si se dijera que echó de menos en algún momento al trocito de carne estúpida.
Los días... los tiempos pasaban cargado de emociones, de experiencias... Llegó un momento en que no anhelaba más de lo que ya poseía.
Las largas temporadas en los áticos de lujo fueron a menos, prefería su cabaña de madera.
Los insaciables amantes se quedaban dormidos sobre las suaves sábanas de raso esperando a Victoria, esa mujer con dotes exquisitas y extraordinarias, para ella, el hombre que pernoctaba en su refugio era a quien ansiaba.
Habían pasando quizás demasiados años, el rostro del muchacho ya era rostro de hombre.
Su piel seca y astillada era como la de cualquier leño apilado para el fuego.
Victoria mantenía su blanca y tersa piel, sin marcar, sin desperfectos, -la ocultaba bajo ropajes amplios y coloridos-.
Arrastraba los 50 kilos de hombre hasta el lodo y lo embadurnaba en él.
El hombre la examinaba con esa mirada ausente y perdida con la que solía mirarla en no pocas ocasiones.
Después la hechicera le entonaba palabras mientras el lodo secaba en su piel oscurecida por el sol, por andar medio desnudo como un animalillo salvaje del bosque. Le retiraba el lodo con un liquido elemento que más parecía leche aguada que agua clara. Lo trataba con exquisito cuidado y delicadeza, le susurraba palabras que sólo él entendía, le peinaba como si fuera a un gran evento... cuando volvían a la cabaña por el estrecho sendero, victoria delante, los 50 kilos detrás, sólo podían escuchar los sonidos de los pájaros, ranas, ratas, el serpentear de rectiles poseedores de perfectos venenos...
Al llegar, Victoria abría la puerta y dejaba pasar al que la seguía, descubriendo que volvía a tener el pelo enredados entre su ojos, descansando en la nariz y las puntas volvían a estar mordisqueada por sus dientes ...
Él se quedaba balanceándose justo al lado de la puerta, Victoria le recriminaba que no se quedara allí, que cerrara la puerta y se preparara para retozar un rato. Sólo entonces el hombre deambulaba como equilibrista en la cuerda floja, dejando en el camino sus sandalias, se sentaba en la cama y con los ojos muy abiertos miraba la luminosa mujer que se despojaba de sus ropajes frente a él, dejando a la vista una belleza inusitada. Era la mujer mas hermosa que habían visto sus ojos. Se le acercaba lentamente, entonces eran los 50 kilos los que le decía palabras, palabras de hombre, palabras de amante, palabras libidinosas que la excitaban de una forna inaudita...
Ocurrió que un año apareció Alicia sin ser invocada, apareció sin más y sin la compañía de Legba.
El hombre permanecía con esa sonrisa suya, sonrisa pendenciera, Victoria se giró y allí estaba su niña. Ahora era mujer. Aunque sospechaba que ya lo era cuando marchó al otro lado, cuando se fundió en la sombra y dejó de ser un habitante más de las orillas de la ciénaga.
- ¿Qué has venido a hacer aquí?
- Pensaba que estarías fuera, ¿ Ya no sales de la cabaña? Veo que éste sigue por aquí -señaló con desprecio al hombre que sentado en una silla miraba sin mirar por la ventana la niebla de aquella mañana de primavera- Me resulta patético que lo mantengas a tu lado, que tengas que utilizar tus prodigios para sentir que alguien te ame, -mírale- parece uno de tus estúpido zombies, tus ungüentos están secando su voluntad, me pregunto si no hubiera sido más valioso arrancar su alma a cambio de algo bueno. Sin duda no es un hombre corriente, consiguió algo tan extraordinario como arrebatar tu alma inmunda. Demostraste gran debilidad con ese descuido y aún así te veo sufriendo por su frágil mortalidad.
- ¿Qué has venido a hacer aquí? Victoria repitió la pregunta acercándose a ella desafiante.
- Pasaba por aquí y sentí nostalgia, -sonrió con maligna intención sabiendo que era incierto, a penas se vieron un puñado de veces cuando era una niña- deberías utilizar tus prodigios en otros menesteres y no en actos tan inútiles, tienes la estúpida idea que se terminará secando como una planta cuando se deja de regar, pero él no es como tú, él tiene alma, él tiene vida en su interior... lo verías si dejaras de anular sus sentidos y lo dejaras libre.
Alicia se acercó al hombre, le dio una cachetada y éste no reaccionó. Hasta un perro tenía mas libertad que ese ser con aspecto de hombre. Le dio un beso en la cabeza y lo acarició como si fuera un simple animal domestico...
Su visita tuvo la reacción esperada. Victoria no dejó de pensar en aquellas palabras. Permaneció toda la noche en vela, tumbada junto aquel ser sin nombre, lo observó dormitando, desnudo, con la estupidez adquirida...
Tardó cuatro días en despertar de la estupidez, en descubrir su desnudez, en recuperar su cordura, en descubrir que no quería ir a otro lugar...
Victoria tardó cuatro días en despertar de su estupidez y descubrir que ese hombre no quería marcharse, que permanecería a su lado en sus plenas facultades...
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"No tengas fe en la perfección humana.
El hombre es ahora más activo,
no más feliz, ni más inteligente,
de lo que lo fuera hace 6000 años."
Edgar Allan Poe
no más feliz, ni más inteligente,
de lo que lo fuera hace 6000 años."
Edgar Allan Poe
Me preocupa la relación que mantienen, estaré atenta a la continuación.
ResponderEliminarBesos, buen finde
wow!!! una relación loca interesante, me gusto mucho la frase de Poe
ResponderEliminarNieves, el suspenso aumenta, cómo terminará esta historia increíble? Acá estoy a la espera, impaciente! Un abrazo
ResponderEliminaruna relación increíble. Excelente imagen
ResponderEliminarSeguiré esperando la próxima entrega
Abrazos
MUCHIIIISIMAS GRACIAS CHICAS!!!
ResponderEliminarYa podéis leer la última entrega.
Mil besos y fuerte abrazo :)