Era un Martes cualquiera de principios de Diciembre. Como de costumbre había tomado un café y se incorporó a su puesto de trabajo, se encasquetó el gorro de lana y comenzó a ubicar los coches que iban llegando, él ponía su papelito en el coche para justificar que era vigilante oficial del aparcamiento y esperaba que el dueño del vehículo le diera unas monedas. Así durante ocho horas seis días a la semana.
Todos los que allí aparcan su coche cada día le tienen un aprecio especial.
Aquella mañana no era distinta a otra cualquiera... de vez en cuando todos los huecos se ocupan y eso hace que descanse un poco y pueda observar los movimientos de la ciudad, gente que va y viene sin prestar atención a nada, ensimismados en su trayecto, en sus cosas... él sabe bien cuando tienen prisa, o van de compras, si vienen de recibir alguna noticia, si están preocupados o alegres. Observa la ciudad y sus gentes como si fuera un teatro que se pasea cada día ante sus ojos.
Cuando piensa qué le hizo subir la mirada hacía el puente peatonal, te cuenta que NO sabría explicarlo, lo hizo sin más, de pronto miró hacia aquel hombre que estaba mirando desde la barandilla del puente las vistas de los aparcamientos y uno de los juzgados de la ciudad. Una escena sin importancia; esperaba a alguien, descansaba un rato... pero a pesar de la nimiedad del momento el aparcacoches siguió observándolo, a pesar de que el sol le molestaba.
La escena comenzó a tomar un cariz dramático, en los primeros momentos confiesa que no sabía muy bien que era lo que veía.
El hombre del puente sacó no sabría decir de donde una cuerda, la amarró a uno de los barrotes de hierro forjado... ¡Dios MIO, que podía hacer! cogió el móvil y llamó a la policía, él tenía un teléfono directo con ellos al ser trabajador del ayuntamiento, en caso de urgencias no le pasaban a ninguna centralita.
El hombre se colocó la cuerda alrededor de su cuello... el aparcacoches reaccionó, no creía tener tiempo, debía ir al encuentro de aquel hombre desesperado, estaba corriendo tanto como podía cuando le descolgaron el teléfono, sin aliento y sin parar de correr explicó lo que estaba sucediendo.
Había subido unos metros del puente cuando llevando la vista al frente descubrió que el hombre no se veía, estaba tan estresado que no había escuchado los gritos y llantos de los viandantes. Cuando llegó el hombre pendulaba, lo intentó subir... no tenía fuerzas, un joven llegó tras él y entre los dos lo subieron dejándolo con cuidado en el suelo del puente, el joven hizo todo lo que pudo para reanimarlo... Cuando la policía llegó apenas cinco minutos después solo pudieron certificar su muerte...
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En memoria de todas las víctimas que está dejando esto que llaman crisis...
En memoria de todas las víctimas que está dejando esto que llaman crisis...
Terrible y muy triste Nieves!!!!! Qué puede pasar por la cabeza de esa persona que no ve salida, nada más que quitarse la vida?? Sin palabras...
ResponderEliminarMil besos!!!
Qué triste tener que llegar a estos extremos, te diré que me ha conmocionado de lo bien que lo has plasmado.
ResponderEliminarBesos, Nieves.
Las crisis socioeconómicas nos muestran que a veces para algunos, la única solución es la muerte, porque el desamparo en el que se cae es total.
ResponderEliminarMuy bien reflejado, Nieves.
Un enorme besote.
:D
Para un día que no tenía mucho que hacer se encuentra este marrón. Me ha gustado tu relato Nieves. ¿ Has leído este de Ambrose Bierce sobre la misma temática Puente sobre el rio buho ?
ResponderEliminarBesos Nieves
Nieves, cuando comenzó tu relato pensé en nuestros "Trapitos" así se los llaman acá a quienes cuidan los coches estacionados. Una ley los quiere prohibir, sería más noble dejar que hagan su trabajo pero controlar que no caigan en las mafias que pudren todo. Pero al avanzar tu cuento vi que se trataba de otra cosa, ver el peligro y no llegar a tiempo es desconsolador, un abrazo!
ResponderEliminarAmig@s muchas gracias por compartir vuestros pensamientos y por vuestras visitas siempre tan esperadas.
ResponderEliminarDebo deciros que esta historia es real, ocurrió hace 10- 15 días en mi pueblo.
En un par de años hemos tenido tres perdidas similares. Quien comparte estos momentos es difícil de olvidarlos...
Jaal, he leído el enlace que me facilitaste, no te deja indiferente, gracias por enseñármelo. :)
Mil besos Chicas y chico :)
Este relato tan crudo es de los que no pueden tener un final feliz, la realidad es tozuda,no podemos engañarnos.
ResponderEliminarMucho ánimo y dos mil besos.
*Tejón, la realidad nos sacude cada cierto tiempo para hacernos despertar y recordarnos que no es nada fácil seguir adelante sin perder la sonrisa.
ResponderEliminarGracias por estar ahí amigo!!!
Besos :)
Nieves, buenas tardes y te dejo unas cuantas ideas que me sugiere tu cuento. Es un cuento, evidentemente, porque no puede ser real algo que tú no sabes por qué ha ocurrido. Construyes la escena con los ojos de un aparcacoches, te pasas medio relato describiendo cosas obvias y dejas para el final lo más importante. ¿Por qué no profundizas en el que que suicida? Que lo vea un aparcacoches (que llama por su móvil sin pasar por centralita, qué raro, con quién habla, con los municipales, qué raro todo y que gratuito todo) o un taxista, es lo de menos. Lo esencial es ofrecernos unas razones y unos motivos, equivocados o no, que empujan a alguien a quitarse la vida. Lo despachas en una frase (la maldita crisis o algo así). No desciendes a contarnos la biografía del suicida, parece que eso no te interesa, sólo cómo lo ven otros y como se balancea en ese "penduleo" macabro. Nieves, supongo que te da miedo infiltrarte en el cerebro del hombre que se cuelga de la cuerda (por cierto, de los puentes se tira la gente, no suele colgarse), pero eso es lo único importante en un relato: transmitir al lector la vorágine de una decisión tan trascendental, empatizar con el personaje, desear o no que se arrepienta en el último minuto; en fin, que el espectáculo no justifica el relato, lo justifica el análisis de la decisión. Al menos, yo lo veo así. ¿Seguro que se mató por la crisis? Tú lo has imaginado así, pero no das pistas para que me lo crea. Pudo ser por un desengaño amoroso o por perder todo su dinero en el juego o porque le habían encausado en los eres de andalucía, o porque los psiquiatros y las `psiquiatras no le curaban (no curan jamás a nadie), o por 546 motivos más. Podía seguir pero no quiero aburrirte. Gracias por leerme y mi blog está a tu disposición. Cordiales saludos.
ResponderEliminar*Santiago, Vamos, que me dejas claro que no te ha gustado nada "Mi cuento"... bueno que se le va hacer, siento que mi imaginación no sea de tu agrado :)
ResponderEliminarMuchas Gracias por tu magistral exposición
Un saludo
Otro para ti y de nada. Y no te enfades, conmigo, Nieves. Si el próximo relato lo escribes poniendo el foco en el ser humano que realmente toma las decisiones, acertarás, seguro. Y verás como te felicito. La literatura sirve sólo para describir las tensiones o las luchas del ser humano consigo mismo o con los demás seres humanos o con la naturaleza. Pero tiene que haber eso, lucha, tensión y fuerza. La descripción no vale para eso. Debe hallar el lector corazones latiendo, cerebros dilucidando, estómagos revolviéndose, ojos cegándose o abriéndose desmesurados, pieles sintiendo o sufriendo, hígados trabajando... En fin, tú me entiendes. Y lo de magistral se lo dirás a todos. Es una broma. Sigue trabajando. Cela dijo que sólo triunfan los que perseveran. Léele y persevera. Con mi total cordialidad y agradecimiento `por tus adjetivos, te deseo felices días presentes y futuros. Pásate por mi blog si te apetece. Espero que también te parezca magistral. De maestro, creo, o algo así. Hasta pronto.
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