Me rindo; me rindo ante la mesura de ese hombre
desconocido a grandes rasgos y tan cercano y conocido cuando encontramos esos
ratitos para nosotros. Me rindo cuando está cerca, cuando se acerca
demasiado y siento en él el deseo y la pasión de lo nuevo e inexplorado;
y en estas deliciosas tardes de verano donde me dejo llevar por las mieles de
esta efímera locura que me desata y me enreda, siento con agradecida
vehemencia que de todos mis amantes, esos que se fueron antes, ninguno es
comparable a ti. Ven mi vida, ven...
Mi corazón late fuerte a veces
cuando compartimos momentos con personas ajenas a mi deseo y a este fuego mío
que se descontrola sin permiso dentro de mí; cuando comenta ciertos detalles
que solo descifro yo, mi corazón late tan fuerte que creo que podría escucharlo
a pesar de la distancia que nos separa. Y me mira como si no conociera
mis secretos, y me comenta como si no supiera mis respuestas a sus preguntas.
Me gusta llenarme de a poquitos de todos esos tesoros en forma de sabiduría e
historias aderezadas de ese escribidor y vagabundo que me enseña el camino de
rincones preciosos que nunca habría encontrado ni leído, ni visto ni
escuchado. Me gusta saber que en mi futuro, inmediato o no, seré un
poco mas lista, un poco más culta, y guardaré en mis bolsillos todas esas
cosas que aprendí de él. Y mientras compartimos los espacios comunes de
la vida no es raro que se me escurra una de esas miradas fugaces, de esas que
dicen: ven mi vida, ven...
Me gustan las tardes de verano
donde me descuido y me tumbo sin demasiados modales en el sillón del
jardín, me gusta sentir el fresco de las sombras de la parra enredada y el
sabor de la limonada casera. Verte llegar y dejarte un espacio entre mis
piernas y dejar unos momentos a la conversación de los últimos detalles y
pensamientos del día; dejarme que acaricies con tus manos maestras la parte
interior de mis muslos. Me gusta tanto que mi corazón late fuerte y
me rindo ante ese delicioso momento. Ven mi vida, ven...
Me ha encantado las sensaciones que transmite... Esa sensación de dejarse ir en las tardes de verano...
ResponderEliminarBesos.
Quizá una de las fases más bonitas el amor, el descubrimiento. Pero al mismo tiempo una de las más arriesgadas, cuando todo parece tan frágil.
ResponderEliminarBesos
Cuando el amor llega despacito, descubriendolo sin prisas y sin demasiada intención, descubres con el tiempo que todo menos frágil.
EliminarAl menos mi persepción del amor y todo su universo es así :)
Besos !!
Me gusta, me gusta....mmmmmm
ResponderEliminarBesitos =))))
Jo... eso si que es un verano delicioso... vamos, igualito que el mío...
ResponderEliminarBesos.
Con tardes de verano como esa ¿quien no quiere que los dias se repitan?
ResponderEliminarEsos "demasiados modales" hay que guardarlos para las visitas.
ResponderEliminarBesos, Nieves.
Tus palabras son siempre un manojo de pasiones, bello relato
ResponderEliminarBesos
MUUUUY ERÓTICO NIEVES!!!!! Un abrazo!
ResponderEliminarEl ardor del verano que se funde con las sensaciones del cuerpo.
ResponderEliminarÍntimo y... ¡caliente!
Besos, Nieves.
Con el calor que hace se debe estar rebien bajo la sombra de esa parra, la limonada...
ResponderEliminarCómo siempre, genial.
Besos 🌸
Muchísimas gracias por pasar por casa, como en cada entrada y hacerme feliz con vuestros comentarios, y todas esas risas que traeis cada uno.
ResponderEliminarMil besos amig@s
:)